Obituario. Anthony Bourdain se suicida en Francia

Xavier Agulló

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La noticia me deja estupefacto. El chef neoyorquino Anthony Bourdain, el aclamado autor de Kitchen confidential (Confesiones de un chef, apabullante best seller), el reportero gonzo de las gastronomías planetarias en TV (poseía un montón de premios), el cocinero anónimo que cambió su suerte gracias (por una extraña casualidad) a un artículo que escribió en el New Yorker con el inquietante título de “Leer antes de comer”, el hombre que nos fascinó de sabores con su estilo irreverente, socialmente vindicativo y, en realidad, descaradamente rockero… Ha muerto. En realidad, según fuentes de la CNN, cadena en la que triunfaba con su programa “Parts unknown”, se ha ahorcado hoy en un hotel cercano a Estrasburgo (Francia), donde se encontraba trabajando en un episodio de su programa.

Anthony Bourdain
Anthony Bourdain

Conocí a Anthony hace unos años en San Sebastián, durante la celebración del congreso al que él estaba invitado. Compartí con él un desayuno abierto, en el que divirtió a todos con su ácida visión del panorama gastronómico. Más tarde me dijo, tras confesarme que su vida anterior como cocinero se reducía a ponerse de cerveza y coca en las puertas traseras de los restaurantes, una vida destinada al precipicio, que cada día, cada uno de ellos, daba gracias por haber tenido la suerte de salir del infierno. “Cada mañana me miro al espejo y soy plenamente consciente de la suerte que he tenido”.

Estrella de la gastronomía mediática (con gesto de “rock star”), Anthony había dedicado sus últimos años a un gran proyecto en Nueva York: la creación de un gran “hawker” junto al Hudson con la mejor “street food” del mundo. Me contaba en Singapur KF Seetoh, gurú de la comida callejera asiática, amigo y colaborador de Bourdain, que “éste es su último legado; es su gran ilusión, su retiro…” La realidad estadounidense, sin embargo, se ocupó de hurtarle el sueño. Anthony no se andaba con tonterías, y su idea era juntar en el “hawker” neoyorquino a los mejores cocineros de la calle del mundo, pero a los de verdad, a los originales. La siniestra política migratoria de USA no se lo permitió, y nunca llegó a conseguir los visados para esos cocineros de China, India, Vietnam, etc. El año pasado, tras una larga lucha, Bourdain tiró la toalla.

Imagino que nunca sabremos las razones que lo han llevado hoy a la última solución, pero acaso no sean ajenas a esa gran decepción. Sea como fuere, hoy todos hemos perdido a alguien que, desde lo culinario, lo mediático, lo social y lo comprometido, nos ha hecho a todos los que estamos en esto un poco más grandes.