El Bulli, El Bulli, El Bulli (premios de Restaurant Magazine)

Pau Arenós

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Ferran Adrià lo dice a veces y parece que no queramos escucharlo: «¿Tú sabes qué es estar en la lista de los 50 mejores de algo en el mundo «. Ciertamente: no nos damos cuenta. Los 50 mejores escritores del mundo. Los 50 mejores arquitectos del mundo. Los 50 mejores dentistas del mundo. Cuando en esas nóminas surge el nombre de algún español, los medios de comunicación se llenan de artículos laudatorios como si hubieran muerto. En cambio, si es un cocinero… Pobre. Un chef. ¿Qué creían, que los íbamos a considerar artistas Sí, por supuesto. Visionarios, líderes, responsables de prestigiar un país. Queremos grandes oncólogos, ingenieros, poetas. Y cocineros inmensos.
Nos nos avergoncemos de ser una potencia mundial (en algo). Disfrutemos, sintámonos orgullosos y cómplices. Esta homilía viene por lo siguiente: entre ciertos príncipes intelectuales con las ideas engominadas es de buen tono disparar al chef vanguardista y colgar la cabeza en el gabinete. Viste tener al jabalí y al chef transgresor. Puedes ser un revolucionario en cualquier disciplina, excepto en cocina, donde te obligan a comportarte como un carcamal.

Y aquí estamos, con El Bulli en el puesto número uno, con Mugaritz en el cuarto y con Arzak, en el octavo. ¡Tres entre los diez primeros! ¡Dos franceses, dos norteamericanos, un británico, un japo-australiano y un danés! Un chiste. Cuando se lo comunicaron, Arzak se encerró en el baño y comenzó a llorar: «Pensé que bajaría al puesto 20 o 25. ¡Que es muy fuerte, que tengo ya 65 años!».

Es que es muy fuerte. Es que es muy fuerte la victoria de la cocina tecnoemocional. Es que es muy fuerte que El Bulli haya sido elegido mejor restaurante del mundo por tercer año consecutivo. Es que es muy fuerte que Andoni Luis Aduriz sea el cuarto con una cocina radical, intransferible, ascética y sin ninguna visión comercial. Es que es muy fuerte que Bittor Arguinzoniz, reinventor de la parrilla, esté en la casilla 44. Y es muy fuerte el castigo a Alain Ducasse, que ha pasado del octavo sitio al 15. Tendrá consecuencias: Ducasse es un tótem y los franceses pegarán fuego a los pubs.

La pena es que los hermanos Roca, el año pasado en el lugar 11, no estén entre los diez primeros. Y también arriba, la gran Carme.