Dónde comer bien en Nerja

Más celebrada por su belleza  que por su gastronomía, destacamos en la ciudad malagueña cuatro restaurantes (y una experiencia única) más que recomendables

Alberto Luchini

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Mundialmente conocido porque allí se rodó la inolvidable serie “Verano Azul”, Nerja es el último municipio oriental de la provincia de Málaga antes de llegar a la de Granada. Considerada una de las localidades más hermosas de la Costa del Sol, con el Balcón de Europa, sus calas, su microclima y las Cuevas como principales alicientes para el turista, nunca ha destacado a nivel gastronómico.

 

De hecho, a veces comer bien resulta una tarea más que complicada. Pero no imposible, como demuestran los cuatro restaurantes que presentamos a continuación. Acompañados por una experiencia muy especial…

 

SOLLUN
 C. Pintada, 9

Desde 2006, el albaceteño Juan Quintanilla regenta este restaurante cuyo nombre corresponde a la fusión entre el sol y la luna. El cocinero llegó a Nerja procedente de Marbella, donde comandaba los fogones del estrellado Skina. A día de hoy, Sollun es uno de los dos comedores de la localidad citados por la Guía Michelin (sobre el otro, Oliva, mejor correr un tupido velo).

En un recoleto bistró con cocina vista a dos pasos del Balcón de Europa, Quintanilla propone una cocina de autor sin ínfulas, con platos de inspiración mediterránea basados en la despensa local y donde la técnica, que la hay pero apenas perceptible, está al servicio de unos sabores nítidos y perfectamente reconocibles.

En la carta, una veintena de propuestas, ante las que el comensal tiene dos opciones: elegir lo que le apetezca o ponerse en manos del cocinero con alguno de los dos menús degustación que ofrece, Sol (snacks, pan con aceite, entrada, pescado del día, carne y postre, 48 euros) o Luna (que añade dos entrantes más, 65 euros), compuesto por los platos de la propia carta que él decida.

 

Tartar de jurel con ajoblanco de Sollum
Tartar de jurel con ajoblanco de Sollum

 

Estupendos y muy veraniegos el tartar de jurel con ajoblanco, aguacate, alcaparras y huevas de trucha y la ensalada de bogavante con salsa tártara. Más contundente y menos elegante el pulpo con panceta con garbanzos y salsa de callos.

Y muy malagueña y repleta de influencias morunas la golosa pastela de chivo con salsa de almendras, miel, menta y crujiente de canela.

 

PUERTA DEL MAR
C. Prta del Mar, 2

Sólo por las impagables vistas, colgado sobre el Boquete de Calahonda y con una panorámica privilegiada del Balcón de Europa, ya valdría la pena visitar esta marisquería. De hecho, son muchos los que van a tomarse un vino en las mesas altas de la entrada sólo por ello.

 

Vistas desde el restaurante Puerta del Mar
Vistas desde el restaurante Puerta del Mar

 

Pero es que Puerta del Mar es mucho más que un espacio, es el gran templo del producto marino de Nerja. Por ejemplo, mariscos locales imprescindibles como los búsanos, los currucos, las coquinas, las sabrosísimas gambas de Málaga, las dulcísimas quisquillas de la vecina Motril o esas conchas finas que son santo y seña de la villa y de las que podríamos tomarnos docenas y docenas, siempre con unas gotas de limón, sal y pimienta.

Otra especialidad son los pescados grandes, caso de la urta al horno, el pargo a la sal o el lenguado y el rodaballo a la plancha. Y también tiene especial predicamento el arroz caldoso con bogavante nacional, en caldero y con un punto de cocción muy andaluz, esto es, algo más pasado que otros. Pero la potencia de sabor lo compensa.

 

Gambas de Málaga de Puerta del Mar
Gambas de Málaga de Puerta del Mar

Impecable servicio de vieja escuela y carta de vinos clasicota y más bien tristona; menos mal que siempre nos quedará ese tío jerezano que siempre salva cualquier papeleta, Pepe.

 

PATA NEGRA 57
 C. Almte. Ferrándiz, 57

Atención al nombre de Sergio Paloma, porque es un cocinero llamado a dar de qué hablar. Mesonero de estirpe, su familia es la propietaria de una de las casas de comida históricas de Nerja, el Pata Negra.

Desde hace siete años, vuela en solitario en un coqueto restaurante ubicado en una casa antigua con una bucólica terraza interior ajardinada, a tres minutos andando del Balcón de Europa.

 

Sergio Paloma, chef de Pata Negra 57
Sergio Paloma, chef de Pata Negra 57

 

Con una sólida formación académica, fruto de su paso por la Escuela de Hostelería La Cónsula, su cocina es sensatamente creativa, fina y gustosa, con base radicalmente mediterránea pero sin que falten guiños internacionales, especialmente asiáticos, fruto del espíritu viajero del cocinero.

¿Algunas de sus propuestas? Carpaccio de gambas frescas con pesto de albahaca y mahonesa, salmón ahumado en sala a las finas hierbas, tacos de pulpo a baja temperatura sobre cremoso de patata, ventresca de atún de almadraba con mayonesa de soja y yuzu, o esfera de cabrito malagueño con manzana y miel de caña.

Carta de vinos interesante, con buena representación de blancos de la D.O. Sierras de Málaga, tintos andaluces y, que no falten, generosos gaditanos.

 

DOLORES EL CHISPA
C. San Pedro, 12

Uno de los grandes valores de la gastronomía costasoleña son las frituras, técnica en cuyo nombre se comete todo tipo de tropelías, desde el uso de aceites innobles hasta la juanadearquizacion del producto, pasando por el empapuzamiento en grasa o el indecente recalentamiento.

Menos mal que hay locales como éste, ubicado en el centro del pueblo, cerca del Parador, que miman la fritura con esmero. El sitio no puede ser más feo y desangelado, una casa habilitada como restaurante, con inversión cero en decoración y un patio de vecinos a modo de terraza estival.

 

 Pulpo frito de Dolores El Chispa
Pulpo frito de Dolores El Chispa

 

Pero cuando empiezan a desfilar por las mesas (cubiertas con manteles de papel, que esto no es sino un merendero urbano) los calamaritos, los calamares, la rosada, el cazón, los boquerones, el pulpo o los salmonetes, restallantes de frescura y sin una gota de aceite, el escenario pierde toda importancia.

Mención especial para los espetos de sardina, de tamaño terciadito pero bien jugosas, que habitualmente son reconocidos entre los mejores de la provincia. Precios más que suaves y, para beber, cerveza o tinto de verano.

 

UNA EXPERIENCIA ÚNICA: RESTAURANTE AYO

Paseo Burriana, 15

Para terminar, una recomendación que quizá no sea la más gastronómica, pero a nivel turístico es una atracción con tanto o más peso que el Balcón de Europa o las mismísimas cuevas.

Se trata de un merendero situado en la playa de Burriana que, día sí y día también, y no sólo en verano sino también los fines de semana del resto del año, registra interminables colas (no acepta reservas) para ocupar una de sus docenas de mesas sobre la arena vestidas con vetustos manteles rojos.

 

Un merendero inaugurado en 1969 por Francisco Ortega, conocido por todo el mundo como Ayo y una institución en Nerja, y que saltó a la fama por ser uno de los puntos de encuentro de los personajes de “Verano azul”, que compartían su plato estrella, ese reclamo a cuya llamada acude prácticamente todo aquél que pisa Nerja. El arroz cocinado en paella.

 

Arroz en paella XL del restaurante Ayo
Arroz en paella XL del restaurante Ayo

 

El método de preparación no ha cambiado a lo largo de sus casi 45 años de vida. Sobre una enorme hoguera de leña, en una paella de casi un metro de diámetro, se mezclan con el sofrito un arroz de grano largo de esos que no se pasan, mariscos sencillitos (almejas, langostinos, alguna cigala…) y muchos, muchísimos trozos de pollo. Se remueve todo con un rastrillo y se van sacando platos tipo rancho cuartelero.

Lo único que ha cambiado, desde marzo de 2022, es que antes se podía repetir cuantas veces se quisiera y ya no es posible. La razón que esgrimen desde el local es que había mucho abuso y se compartían las raciones entre varios. Cutrez poco comprensible cuando el precio es de 9,50 euros.

Por supuesto, el chiringuito tiene muchas más cosas, desde pescados grandes hasta frituras, ensaladas o algo de carne e, incluso, varios platos de pasta para los más pequeños. Pero aquí se va, sí o sí, a tomar ese particular arroz. Que no es ni será la mejor del mundo pero, ahora que tanto se usa la expresión en alta gastronomía, es una experiencia única.

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