Una aventura culinaria en India (y 6). Golden Dragon, Bombay Canteen (Mumbai)

Llegamos al final… Tras 10 días sin parar de comer, nos despedimos de India en el chino del hotel Taj Mahal y con el restallante descubrimiento del Bombay Canteen, una descarga de tapas indias elaboradas desde la modernidad y el vértigo cosmopolita. Un viaje muy revelador de aromas y sabores desconocidos que acabará realmente en octubre, en el escenario de San Sebastian Gastronomika ’17.

Bombay Canteen. Mumbai. India. Foto: Xavier Agulló.
Bombay Canteen. Mumbai. India. Foto: Xavier Agulló.

Se está bien en el hotel Taj Mahal, oye. Y nos hablan con cariño de su restaurante chino, el Golden Dragon, por lo que, de forma inmediata, nos pillamos reserva. Será un mediodía de dim sum (gambas, cerdo y bogavante) frente al mar, allá afuera, que seguiremos con unos noodles de pescado, bogavante (pinzas) rebozado, lanceta salteada y el fino pato frito crujiente (el Pekín tardaba una hora y media) con pancakes.

Golden Dragon. Dim sum. Bogavante. Pato. Hotel Taj Mahal. Mumbia. India. Fotos Xavier Agulló.
Golden Dragon. Dim sum. Bogavante. Pato. Hotel Taj Mahal. Mumbai. India. Fotos: Xavier Agulló.

Noche rockera en Bombay Canteen

Cacahuetes masala y la música a toda hostia. Gente joven riendo y look de bistrot industrial con toques art decó. Desparpajo, velocidad. Cereales fritos. Fritura de chorizo. Aquí va todo de tapas. Y no paran de llegar a la mesa. Taco (de trigo) de “pulled pork” a la “vindaloo” (curry de origen portugués que se popularizó en Goa) con chicharrón de cerdo. Gambas cocinas en sus corales con especias y ajo. Le metemos pan en serio, colega.

Bombay Canteen. Tacos. Gambas. cabra. Mumbai. India. Fotos Xavier Agulló.
Bombay Canteen. Tacos. Gambas. cabra. Mumbai. India. Fotos: Xavier Agulló.

Tortilla (de huevo) masala con alioli. Ensalada de trigo roto (texturas blandas y crujientes en colisión) con vinagreta de agua de tomate con limón en conserva, semillas de calabaza, granada y yoghourt (sin suero) al chile y el ajo. Imagínate… Ceviche de salmonete con leche de tigre de “kokum” (el tamarindo sureño) y arroz negro frito. Versión del tradicional “haleem” (estofado) con cabra a las 12 horas mezclada con tres tipos de lenteja y topeado de trigo deshidratado y frito. Pirotecnias sensoriales. Coliflor rebozada (crujiente) con base de arroz deshidratado y aplastado con chile y ajo y leche en polvo caramelizada. “Shish kebab” de cerdo con chutney de ajo tierno, menta, yoghourt y rábano. Lluvia de bacon crujiente. Calamar marinado en chile, semillas de mostaza, semillas de cilantro… Al grill y con cebolla encurtida. Los sabores se disparan en todas las direcciones. ¡Y hay wifi! Berenjena a la brasa con curry de cacahuete y leche de coco. Salmonete envuelto en hoja de banana cocinado con tomate, chiles y aceite de coco. Curry de cabra con calabaza y pepino encurtido, anacardos, lemon grass, jengibre, galanga… Espera, espera. Arroz con caldo de cordero y arroz envuelto en hoja de banana con coco. Y la tatin de guayaba con helado de chile, qué te creías.

Al día siguiente, oteando la pálida línea costera de Mumbai, con y el recuerdo de un viaje salvaje de impactos y radiante de conocimiento, pude sentir como el planeta se movía bajo mis pies. Oh, sí, yo sé a qué huelen y saben los duraznos oníricos.