¡Salgamos a comer fuera!

Seamos francos, es difícil no pensar en el elefante si lo tienes sentado encima. Lo que quiero decir es que la crisis existe, todos conocemos a gente que ve peligrar -cuando no desaparecer- su negocio o puesto de trabajo. Muy bien, reconozcámoslo. El luto tiene que pasar. Lamentémonos todo lo que haga falta, pero después nos tendremos que levantar rápidamente y volver a caminar. Porqué, los que podamos, debemos movernos, es nuestra obligación.

La rueda de la economía no se puede quedar en el dique seco. Si la realidad está cambiando, adaptémonos a ella. La inteligencia es, precisamente, la capacidad de adaptación. No podemos dejar que el miedo nos inmovilice hasta convertirnos en una presa fácil de las circunstancias.

Un bar en pleno movimiento
Un bar en hora punta

Seguramente creímos que todo se podía hacer, de acuerdo, pero ahora la reacción no puede ser no gastar ni un euro. Por lo atañe a la restauración fuera del hogar, es un sector tanto o más importante en nuestro país que otros que, con un buen criterio, se quieren proteger buscando alternativas dinamizadoras.

También los bares y restaurantes sostienen muchos puestos de trabajo directos e indirectos. Por suerte, la mayoría ya se están espabilando y reaccionando con imaginación, porqué además de crear riqueza, representan un servicio público. Y hasta una industria cultural.

Lo cierto es que vivimos en una burbuja comunicacional que nosotros mismos hinchamos y que nos hace actuar de manera irracional. De tanto hablar de las cosas, nos acaban afectando aunque no toque. Ni que sea por consciencia ciudadana, ¿por qué no salimos hoy a comer fuera? ¡Venga, no lo pensemos más!