Mediterranean Tour (y 4) - Barbate para resucitar

A pesar del marrón de los kilómetros tras la inmersión nocturna con Ángel, imposible eludir la llamada de Barbate, ese pueblo de entrada «trash» que sin embargo esconde el secreto final, la escatología del atún rojo. El Campero. José Melero. Y, oye, ¿por qué coño se llamará El Campero?

Mojama y huevas con aceite Oro Bailén
Mojama y huevas con aceite Oro Bailén

El viento ha azotado todo el viaje, silbando por encima de los decibelios de Camarón que, tirititran tran tran, nos ha llevado a ese barrio extraño barbateño donde, sin ningún signo externo, aguarda la iluminación de la almadraba. La luz es cegadora y la barra abigarrada. Atún, atún y atún. Mojama y huevas con aceite Oro Bailén, que es algo así como el dios para los creyentes del olivo.

Lasagna fría de atún
Lasagna fría de atún
Sashimi, tataki y tartare
Sashimi, tataki y tartare

Lasagna fría de atún, una concesión a la normalidad que, aquí, mientras tiembla el pulso agarrando la carta y soñando una imposible eternidad gastronómica, se antoja histórica. Sashimi, tataki y tartare. Afuera, a través de la ventana, unos chicos ociosos le dan a un balón. El mundo gira con vértigo. Morrillo. Espera que miro, en la carta, el despiece del atún. Todo va a cámara lenta.

Morrillo
Morrillo

Ventresca confitada con PX y crema de melocotón. Soy el Hubble girando y girando en el loco cosmos y cegado por la luz antigua del Big Bang. Galate -otra vez el despiece- estofado con crema de garbanzos… E= mc².

Ese día de luz y aire, acabamos en Gibraltar.

Ventresca confitada con PX y crema de melocotón
Ventresca confitada con PX y crema de melocotón