La Gastronomía Española se yergue exultante ante el 2010, con el puño en alto, destacada y afianzada, descarada, segura de sí y orgullosa. Ya está bien de dimes y diretes, de dubitantes y suspicaces, basta ya de púdicas prudencias, falsas humildades y desconfianzas. Lo que ha sucedido en nuestra culinaria en las dos últimas décadas es de un suculento mérito histórico, trabajado con empeño, sí, pero también milagroso e inspirado. Es grande lo hecho, más grande aún lo conseguido. Hemos de pensar y hablar de este fenómeno sin empacho, con euforia y satisfacción.
Nuestra Gastronomía derrocha vida, vivacidad y viveza en contraposición a otras disciplinas culturales. También, incluso, ante determinadas actividades artísticas, ciertamente mustias si no en decadencia o desuso y a pesar de ello sobreprotegidas, subvencionadas, paniaguadas y sobrevaloradas. Esta gastronomía, ya typical spanish, no sólo se incluye en las revistas de toda índole y los folletos de las agencias de viajes, sino que es un valor cultural, turístico, industrial y, por tanto, económico de importancia.
Sobre la base de auténticas connotaciones históricas de relevancia y bastos recetarios, productos e ingredientes, hasta hace poco desatendidos social y políticamente, un incorrecto y revolucionario pelotón de cocineros ha sabido darle la vuelta a la tortilla, instaurar un nuevo orden y además atraer el interés de las gentes sensibles y cultivadas que han encontrado en la gastronomía una ocupación con la que saciar no sólo su hambre bruta, sino también y principalmente su hambre espiritual y emotiva. Un foro donde, mucho más allá del mero hecho del comer, caben los planteamientos y aportaciones de toda índole artesanal, artística e intelectual, donde interrogarse y discutir, donde crear, desde donde contribuir a la evolución de la sociedad del siglo XXI y dar algunas modestas pero transcendentes respuestas a su futuro incierto.
Foco de atención de los medios por cuanto de atracción e interés despierta en todos los extractos sociales, somos muchos, tropel, mogollón, los que, de mente y corazón, amamos la gastronomía, muchos más vendrán detrás, su futuro es halagüeño, está en auge y tiene un inmenso campo de desarrollo por delante. Desde ahora y desde aquí, hacía el provenir y hacía el exterior, su código universal, su congregación multicultural, desde lo local a lo global, de lo particular a lo general.
Unos cuantos, unos pocos adelantados meritorios, tozudos y valientes son los que han hecho posible con su lucha y sus aportaciones esta realidad actual que engrandece el oficio y el arte de la Cocinación Española. Este artículo es un mensaje y un manifiesto de reconocimiento y agradecimiento, de homenaje a todos ellos por su enorme contribución a esta dedicación que es, probablemente, la mejor del mundo. No daré nombres, ellos saben quienes son. Ellos saben que por su culpa, Spain sigue siendo different.