Poema de Fernando Huidobro dedicado al gaditano universal. Ha hablado de él y le ha loado en prosa. Ahora toca en verso.
Vuelve ahora purificado por el batir
de las olas y las nubes
a punto de nieve, en tu punto.
Atrás quedan tiempos de erranza
furibunda sin rumbo, ya
no viene tormenta, amainó
su turbulencia hermano.
No cabe cocinar con dedos amargos.
Deja nadar tus cuitas marinero,
tu pesquería de comensales,
déjate, marino, libre como tus dos pasiones.
Pon popa a puerto escondido seguro
umbrío. El sol abrasa, perece tu pesca,
mira como boquea, desde el pescante
la sal brota seca, salazón infernal
para volaores como tú. A ras.
Arriba a bocana, gula abierta
Aponiente, a cubierto puesto
pon a tu mente cartel de abierto
a las gentes, imponte allí al frente
pues es ésta tu libertad/cocina
y tu liberación/marina. Desborda a tierra,
estrella de mar revuelta, vuelve y alivia
arremolinado nuestras magras ventrescas.
Deja vivir al mar, muchacho,
¿qué te ha hecho? no podrás con todo él,
no muere sin tí. Acaba tu fútil lucha
perdida en su inmensidad brutal.
Pelillos a la mar. Alíate con algas y aguavivas,
amalgámate con raspas y conchas,
eviscérate de cochambres aguasueños,
escámate en el coral de wasabi.
Escapa del fatuo fuego de la mar,
de sus brazos y abrazos, dríblala.
Tráete contigo comido todo, traslúcido y
gordo de plancton verde y rojo y amarillo,
brillantes pinturas de guerra gaditana.
Sal, respira, dile ¡luz!, dile ¡sal!, dile MAR
Aliméntanos, da comida que ilumine este pobre mundo.
Ilumínanos, da luz que alimente a este oscuro mundo.
Y LA COMIDA SE HIZO LUZ