La agitación humana era bestial alrededor y en el interior del caserío. Un negro manto cubría todo lo físico, una oscura sombra se cernía sobre todo lo espiritual. En medio de aquella batalla campal un hombre paseaba with de cook and the stars on his head. Meditaba por los cerros de Errentería como si de los de Úbeda se tratara, pululando absorto entre ruinas cenicientas. Sus inconscientes pasos le llevaron junto al viejo roble buscando cobijo y amparo en su vacilación. Su rostro era un puro, duro e incinerado interrogante que, sin embargo, no turbaba su gesto ni dejaba traslucir perturbación, agresividad o indignación alguna desde sus adentros. Andonitz sólo parecía andar a la caza de respuestas interiores. «¿Por qué estaba pasando todo esto?» Se preguntaba, encauzando su ardor hacia la comprensión. «Estoy que ardo y la estación de las lluvias».

Las preguntas brotaban solitas como por generación espontánea, pero no se referían al cómo sino al porqué. ¿Por qué Mugaritz, que había dedicado seria parte de su existencia al dominio del fuego, acababa devorado por él sin piedad? ¿Por qué él mismo que lo había amado hasta el rescoldo, terminaba siendo abrasado por él? ¿Qué pesada broma era esta? ¿Cuál había sido su horrible pecado? ¿El hacerlo inhumanamente bien? ¿El orgullo? ¿En qué había ofendido a los dioses? ¿Por qué lo castigaban de esta guisa tan cruel?

«A ver si éstos se han creído que soy el Prometeo de la moderna culinaria que ha querido robarles su divino fuego para darle de comer a los hombres como si fueran dioses. Pues eso va ser», se decía a sí mismo, «porque con lo envi-diosos y oh-diosos que son no me extrañaría nada».

En esas tan profundas meditaciones andaba, que, absorto, ni siquiera oía a Susana gritar su nombre desesperada, más quemá ya que la pipa un indio: «¡Andoni joder baja que aquí hay tarea eh!» Nada que hacer. Se le había ido la perola. Cuando el tizonazo impactó en su cabeza pareció reaccionar y volver a la realidad. «¡Eh!, si ¿qué pasa?».

Entonces, cuando creían que había recuperado el oremus y sus putonios y que sus nervios habían vuelto a ser de acerinox, empezó a gritar como un poseso a los bomberos apagadores que andaban sobre las últimas ascuas: «¡No, no! Ni se os ocurra, no dejeis que se extinga esa llama. Entregádmela. La necesitamos. De ella prenderá la reconstrucción de Mugaritz. Se van a enterar los dioses esos. A mi no me da la brasa ni dios. Y vosotros qué andais mirando ahí plantaos como pasmarotes. Ya podéis estar disfrazándoos de ave fénix que tenemos que resurgir de nuestras cenizas».

No hay tregua que valga. Mugaritz, un auténtico foco de la cultura vasca, una factoría gastrosófica de sueños vascongados, había ardido pasto de las llamas, olía a leña de otro hogar, no se podía dejar, había que tomarla, que retomarla, dándole al fuego enemigo toda el agua que pudiera embeber. Y empezar de nuevo, que no de cero, pues nunca cesó ni se apagó, nunca dejó de ser lo que era y es:

  • Historia & Esencias (El Roble).
  • Huerta & Huerto (Clorofila).
  • Colegio & Aprendizaje (Txiki Chef).
  • Educación & Gramática (Las Primeras Palabras de la Cocina).
  • Imaginación & Literatura ( Bestiarium Gastronomicae).
  • Filosofía & Letras (Papeles de Cocina).
  • Universidad & Ciencia (Basque Culinary Center).
  • Investigación & Desarrollo (Azti-Tecnalia).
  • Gastrosofías & Sapiencia (Diálogos de Cocina).
  • Trabajo & Disciplina (El Equipo Humano).
  • Cooperación & Gremio (Eurotoques).
  • Gamberrismo & Cultura (Los bajos de la Alta Cocina).
  • Arquitectura & Interiorismo (El Caserío Restaurante).
  • Inteligencia & Demencia (Andonitz).
  • Entendimiento & Ruptura (Mugaritz)

Por eso, el equipo Mugaritz no ha parado ni desfallecido. Han hecho de su desgracia virtud, se están currando su desesperación y encarrilando su rabia. Sacando fuerzas de flaqueza. Más y mejor. Es la caña. Uno para todos y todos para uno. Todos a una. ¡Aupa! Levantad cocineros la viga maestra. ¡Tirad, tirad!. Es el principio, el ciclo vital, nada se destruye, sólo se transforma. La vida se abre camino incluso entre llamas. Al rojo, sí, pero vivo. Sólo son formas de vivir y morir. De continuar. Cuerpos y espíritus, humanos en armonía con la naturaleza. Reuníos, bravos guerreros, en pow-pow y lanzad con señales de humo vuestro mensaje a las demás tribus: ¡we will never surrender! A suivre. Continuará.