Benjamín Lana, en su habitual artículo en esta sección, propone que elaboremos un abecedario para el retorno. Este es el suyo.
A de Alegría. La explosión de felicidad que de niño llegaba con las vacaciones se ha adelantado este año. Ante la apertura de los restaurantes siento la misma euforia que el día en que daban las notas.
B de Bonito. El pequeño túnido nacarado del Norte empieza a desembarcarse en los puertos. Sueño con tomarlo con tomate, en rollo y las ventrescas a la brasa serán número impar y mayor de nueve.
C de Chipirón. Sube la temperatura del agua y llegan los cefalópodos más exquisitos. Imbatibles ‘afogaos’, con todos sus interiores, como los hacen en la añorada Asturias.
D de Donostia. El verano es una estación nutritiva para el cuerpo y el alma, tiempo de mudar de piel. Si tiene parada en San Sebastián aún es mejor. Allí estaremos.
E de Expectativas. A veces son traicioneras. Tanto tiempo esperando con ansia que abran ‘los templos’ que me da miedo que al llegar el día me decepcione. Aunque también puede pasar al revés, como a Stendhal, y ante tanta belleza gustativa tenga que salir corriendo.
F de Familia. La transmisión de los afectos y amores ha encontrado nuevas vías digitales para expresarse, pero ninguna llega a lo profundo como la culinaria. La transmisión del amor a través de la comida es la base de alguna de nuestras sociedades.
G de Gula. En este tiempo han arreciado muchos pecados capitales. Solo tienen que pensar en los espectáculos del Parlamento. El que deberíamos disculpar a cualquiera es el de la gula. De nuestros representantes más distinguidos ninguno tiene cara de ser “de los nuestros” a la hora de comer.
H de Hacer felices. Los ‘restaurantistas’ están listos para dar lo mejor de sí mismos y tienen más ganas que nunca de tratarnos como reyes. Esperemos que los comensales no les frustremos todas sus ilusiones y expectativas para salir adelante. Se lo merecen.
I de Indispensable. Parece ser que la única prenda obligatoria para los que no vamos en moto va a ser la mascarilla. Ningún problema, oíga. Pídannos lo que necesiten para garantizar nuestra seguridad y la suya.
J de Jolgorio. Si los toros de San Fermín que han estado encerrados solo 24 horas corren el encierro con esa fuerza y esas ganas imaginen lo que haremos nosotros cuando nos digan la palabra fiesta.
K de Kilogramos. Lo único bueno de haber tenido que ver la muerte tan cerca durante estos meses crueles es que nadie se llevará un mal rato por un par de ‘kilitos’ con forma mollar a la cintura.
L de Leña. Del resurgir de los parrilleros amateurs que regresan con el buen tiempo y oficiarán carnes y pescados entre humo mientras los demás disfrutan de la fiesta. Desde San Bittor Arginzoniz hasta el más novato que usa pastillas, dale fuego.
M de Manzanilla. En mi vuelta al mundo en ochenta botellas habría varias de Sanlúcar. El olor de un despacho de manzanilla en una fresca mañana de julio es epítome de verano feliz.
N de Naturaleza. A la que por fin miraremos como se merece, con el tiempo suficiente y con la admiración debida.
Ñ. de Ñoras. Porque estamos en un tiempo de olvidarnos de las ñoñeces y apostarle a los sabores intensos y sinceros.
O de Obsesión. También podría haber ido en la S de servilleta. Por favor, que sean de tela, grandes, fuertes, cóbrenlas, pero ¡Hágannos felices¡
P de Pimiento. Y de piparra, y de piquillo y de todos los que madurarán al sol y serán compañeros inseparables de tortillas, filetes rebozados y bonito.
Q de Quimera. Ojalá reabrieran todos los establecimientos que cerraron. Abrazos para todos y ánimo para los que vuelvan a empezar.
R de Rural. Donde resisten y se abren camino algunos de los restaurantes más interesantes del país. Hagan kilómetros, piérdanse. Habrá otro abecedario.
S de Sardina. Decía Julio Camba que una sardina, una sola, es todo el mar, a pesar de lo cual él recomendaba no comer menos de una docena.
T de Txuleta. Porque seguro será alemana, holandesa o a lo mejor gallega, pero adquirirá pedigrí vasco en cuanto se oficie en uno de los asadores de nuestros amores. También podría ser T de Tolosa.
U de uva. Que es decir vino y cultura ancestral y territorio y verdad y suelo y sol y mineral. En este país también es decir cosas mal hechas, pero seamos optimistas.
V de Varear y de Vaca. Porque el aceite y la mantequilla no son enemigos sino socios para el camino. Porque ojalá tengamos pronto tan buena la segunda como tenemos el primero.
W de Wifi. Para que cuando se vaya la cobertura en lugar de enfadarse con el camarero el ínclito se calle y pida un buen whisky.
X de Xantana. Que no es la versión gallega de Santa Ana. Por que logremos estabilizarnos en este mundo de locos por nosotros mismos.
Y de Yema. Que es vida y futuro en las plantas, delicia en los huevos y magia en los vinos… y hasta en el vinagre.
Z de Zuberoa. Hay que celebrar el 51 aniversario de Hilario Arbelaitz en la cocina y peregrinar a Oiartzun un año más. Gracias a que la Iglesia perdió un buen seminarista nosotros ganamos a uno de los grandes.