El problema es que yo juzgué, aún no teniendo la capacidad de comprender una cultura tan diferente a la nuestra
Corría el año 2007 y me encontraba de viaje gastronómico en Japón. Era una primavera fría y parte del equipo del Bulli acompañábamos a Juli Soler y Ferran Adrià a una demostración del restaurante en la escuela Hattori de Tokio. Con el paso del tiempo, aquellos días en Japón han quedado diluidos entre un sueño intangible e irrepetible en mi corazón y fragmentos de película de ciencia ficción en mi cabeza.

El momento mágico del viaje, lo que nos había llevado a volar hasta la tierra de los haikús, del tren bala y del humor amarillo de Takeshi Kitano, llegó con el nerviosismo lógico de estar frente al mítico Mibu(1). Tantas y tantas veces había oído contar las excelencias del restaurante que la emoción que sentía al subir las pequeñas y enredadas escaleras que conducen a la minúscula sala del Mibu, era incontenible.
En aquel entonces, mi interés se centraba en saber cómo la cultura asiática realizaba maridajes entre vino y comida, así que no dudé ni un momento en pedirle la lista de vinos a la entrañable señora Ishida(2).
Ella, con una sonrisa picaresca, me comentó que no tenían lista y que en el Mibu solamente se servía Sake, y para ser más exactos sólo un tipo de Sake (que en estos momentos no soy capaz de recordar). La señora Ishida continuó explicando cómo el Sake iría cambiando y adaptándose a todas las diferentes elaboraciones culinarias que se servirían durante aquella comida. Fueron palabras expresadas desde el convencimiento, contundentes.
En los momentos siguientes, desde mi ignorancia o inocencia, me atreví a juzgar la situación, me atreví a pensar que esa aproximación al maridaje era totalmente errónea. No lo comenté con mis compañeros de mesa, me guardé esa reflexión y ahí quedaron aparcados los pensamientos. Hasta hoy.

Hoy Juli Soler me enseña un nuevo libro, una novedad. Se titula ASIAN PALATE (3) y está escrito por Jeannie Cho Lee(4) MW. He tenido el placer de coincidir en un par de ocasiones con Jeannie y siempre me ha parecido una extraordinaria conocedora del mundo del vino, sobretodo por su gran capacidad de reflexión.
Este nuevo libro es un ensayo detallado de maridajes entre vino y las diferentes culturas gastronómicas de Asia. Nos enseña rincones de lugares tan diversos como Shangai, Taipei, Kuala Lumpur o Mumbai a través del vino y la comida. Un libro que seguramente será un referente para las personas que sientan como algo muy importante el maridaje.
Ojeo el libro y aprecio una aproximación muy personal sobre el maridaje. Descubro un apartado que me transporta directamente al año 2007, al viaje citado anteriormente. El capítulo se llama “versatile wines” o vinos versátiles.

Lo leo con interés y comprendo —¡por fin comprendo!— que la versatilidad de los vinos es un factor determinante en los maridajes de la cultura asiática. La reflexión es sencilla: una comida típica, familiar, en Asia se compone de un bol de arroz acompañado de diferentes elaboraciones, entre seis y veinte. Por esa misma razón los vinos versátiles se adaptan mejor a los menús asiáticos.
El Sake que en 2007 me ofreció la señora Ishida es seguramente la bebida más versátil que existe; su fina textura, el equilibrio perfecto y la falta de elementos distorsionantes, como el tanino o la acidez, hacen de esta bebida un excelente acompañante de muchos tipos de preparaciones.
Leo y sigo las notas de Jeannie y descubro como vinos versátiles aquellos de paladar más fino, de aromas más cítricos y de textura suave. Entiendo, por tanto, que los vinos capaces de acompañar a más tipos de preparaciones serán:
- Los que provienen de regiones frías, como Galicia, Alsacia, Loire.
- Los realizados con variedades blancas menos perfumadas, como los Chardonnay sin barrica, Godello, Xarel.los y Viura.
- Los vinos más ligeros, espumosos y algunos vinos fortificados como el Jerez.
- Vinos que han envejecidos, como algunos Riojas Gran Reserva, Bourdeaux Maduros, Priorato con base Garnacha de añadas antiguas.
O sea que la versatilidad es una aproximación bastante realista al maridaje en ciertas culturas y para ciertos menús donde la diversidad gustativa sea el hilo conductor.
La Sra. Ishida tenía razón, la versatilidad existe, y está muy arraigada en la cultura asiática. El problema es que yo juzgué, aún no teniendo la capacidad de comprender una cultura tan diferente a la nuestra.
NOTAS
- El Mibu es un minúsculo y mítico restaurante en Tokio, con sólo ocho exclusivas plazas y una cocina llena de pureza que consigue hacerte comprender los gustos más etéreos.
- La Sra. Ishida es, junto al Sr. Ishida, la propietaria entrañable del restaurante. Lo conducen con una sensibilidad inalcanzable para muchos.
- «ASIAN PALATE», savouring Asian Cuisine & Wine, The Asset Publishing, 2009
- Jeannie Cho Lee MW fue la primera persona asiática en convertirse en Master of Wine (2008).