
Los otros tres se agrupan en la provincia de Valladolid, en un tramo de poco más de veinte kilómetros en la carretera que une Aranda de Duero con la capital vallisoletana. Tres estrellas Michelin en otras tantas bodegas de la zona. Todo un éxito. En Quintanilla de Onésimo, en las instalaciones de Arzuaga, hotel incluido, está Taller, asesorado por el peruano Víctor Gutiérrez, que hace una cocina más tradicional que en su estrellado restaurante de Salamanca. El segundo, y el más ambicioso de los tres, es Refectorio, en el magnífico hotel Le Domaine (uno de los mejores de España) un rehabilitado monasterio enclavado en los viñedos de Abadía Retuerta, bodega que, por cierto, no está acogida a la denominación Ribera de Duero. En el antiguo comedor de los monjes se sirve la notable cocina de territorio de Marc Segarra. Y con el plus del reciente fichaje de uno de los grandes sumilleres españoles, Agustí Peris.
Su director, ese gran sumiller que es David Robledo (tantos años en Santceloni), me contaba que en cada servicio mueven más de 1.200 copas. Cifra apabullante. Desde luego mi mesa, al acabar la comida, con decenas de ellas, puro cristal, daba fe de que no exagera. Tres grandes bodegas, tres estrellados restaurantes, tres excelentes opciones en la Ribera del Duero.