En gastronomía, en Jaén, esos nombres comunes esconden a dos de los cocineros más singulares del país. Les separan dieciséis años de vida y tienen trayectorias vitales y profesionales bien diferentes, pero ambos encabezan esa ‘Pandilla del picual’ –valga el símil con la ‘Pandilla de la leche de tigre’ de los peruanos– que ha sorprendido al establishment culinario y sigue creciendo con nuevos nombres.La cercanía de ambas casas, Bagá y Vandelvira, la singularidad de propuestas gastronómicas y, añadiría, hasta los precios ajustados de ambas, permiten perfectamente conectarlas en un fin de semana delicioso de gastronomía y todo lo que le quieran añadir.

Ambos comparten una vocación y la defensa a ultranza del territorio jienense y sus productos, pero tanto sus modos de cocinar como sus modelos de restaurante están a gran distancia. Frente al esencialismo extremo de Bagá, el pequeño local a la espalda de la catedral capitalina, el impresionante palacio renacentista de Baeza, Vandelvira, donde además de una gran cocina se ofrece historia y belleza por doquier.
En García encontramos a un cocinero en plena progresión, un joven de 32 años, con formación y personalidad suficientes para ofrecer ya hoy en día una de las culinarias más aspiracionales del país, primero finalista en el premio Cocinero Revelación de Madrid Fusión y poco después estrella Michelin. Su casa le garantiza la independencia creativa para seguir desarrollando su trabajo más personal gracias a un potente espacio para banquetes y yo diría que está llamada a ser uno de los grandes restaurantes de Andalucía y más allá.
En Jaén-Jaén, Pedrito Sánchez sigue ganándose el respeto y admiración de los colegas de medio mundo, amén de los aficionados, cosechando galardones, como el reciente tercer sol Repsol, y haciendo oídos sordos a los cantos de sirena que una y otra vez tratan de convencerle de que su talento merece un espacio más grande y más pomposo. Frente al poder de los sillares y las portadas del siglo XVI, la heterodoxia postbistronómica de la celda, «Cogita et labora, esto humilis et ambula», piensa y trabaja, sé humilde y camina. Y así hasta lograr ser hoy en día el más libérrimo de los cocineros españoles, el hombre que navega contracorriente y hace trizas los consejos de todos los consultores y empresarios del ramo.
Pedrito Sánchez piensa tanto como cocina o más.
Dos conceptos

En Vandelvira se come también de maravilla. Brilla el producto local por doquier, los amargos jienenses omnipresentes como si estuviéramos en la Toscana y los irreverentes postres donde se permite con éxito jugar con los trampantojos y los juegos de palabras, como en un tocino-tocino de cielo o en el sublime pimiento del piquillo relleno de chocolate, mi favorito, no solo en su concepto de mole autóctono, sino en el equilibrio de los sabores.

