La mesa más bonita de Ibiza

David Salvador

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Es la mesa 77 del restaurante Cala Bonita de Ibiza. Una mesa para dos situada en un quicio literalmente increíble de un chiringuito convertido en restaurante de postal anexo a la pequeña playa ibicenca de s’Estanyol, a la que se llega tras kilómetros de una carretera no asfaltada que promociona emoción cuando una va y el otro viene. Tómate tiempo en leerlo. El concepto desaparecerá cuando tomes asiento.

La mesa 77 de Cala Bonita (Ibiza)
La mesa 77 de Cala Bonita (Ibiza)

La pequeña casa que ocupa Cala Bonita es objetivamente ídem. De blanco esperado, madera y con ese dentro fuera que en Ibiza cobra todo su sentido. La susodicha mesa se encuentra al final de la sala de un restaurante en el que ser igualmente feliz si no tienes suerte con ella. La piedra asoma de la roca, el personal acompaña y el sol aparece sobre un techo de cabaña. Así, aquí la atención sí se desvía de la mesa.

Pau Barba (Can Domo, Ibiza), el chef catalán que dirige la gastronomía del local, no quisiera pero acata. El continente manda. Barba, junto al argentino Brian O’Locco, titular del establecimiento cuando el primero apunta mayores, acompaña con dos turnos solo a mediodía con producto escogido, con gambas, cigalas o pescado salvaje de la isla también a la parrilla, con paellas y hasta con huevos con bogavante, la versión del archipiélago de los huevos rotos peninsulares. Comentan que es oriundo de Formentera. Así se las gastan estos isleños.

 

La de Cala Bonita, y pese al objeto del escrito, es en su general una gastronomía fácil –que no por ello sencilla-, de producto, como el plato de anchoas y pimiento que sirve de aperitivo. La liviandad sigue y llega hasta los postres, donde aparece el chef con un cheese cake a base de crumbles, helado y pasta kadaif.

Ibiza evoca y traslada. La 77 quizá es su piedra roseta. Una piedra que sólo debe cuidarse (entiéndase aquí por saberse acompañar de una buena y sencilla gastronomía y un buen servicio) para que se entienda qué es el lujo gastronómico.