Comí en Cal Pep hace unas semanas y me llevé una decepción. No es que comiera mal, sino que algunos platos esenciales fueron decepcionantes. Aunque no creo en la más que cuestionable lista The Worlds 50 Best Restaurant, tuve una alegría cuando vi que en la de 2008 ya lo habían quitado. En la de 2007 figuraba en el puesto 66 de los mejores restaurantes del mundo. Y seguramente lo habrán quitado no por haber bajado la guardia, sino más bien por mentecatos. Lo he oído a Toni Massanés: Se puede comer muy mal en Barcelona por 60 euros.

No sé que le habían encontrado lo que avanzaron tanto a esta barra de bar de la plaza de Les Olles, de Barcelona, muy cerca de Santa Maria del Mar. Entré con mi amigo Pep Nogué, cocinero, escritor gastronómico y profesor de cocina. Nos ofrecieron paella y aceptamos. No estaba hecha al momento, pero creímos que se sería de las mejores. Se había enfriado, sin estar fría, ciertamente. Pero lo peor no era eso, sino que el cocinero, por iniciativa propia o del propietario -eso ya no me importa- le había metido arroz del largo. Es decir, de este que chupa menos agua que una piedra de pirita. Un arroz sin riesgo, de los que no van a quedar pastados, pasados. Por qué no usó bahía o bomba? Seguro que nos lo va a decir, aunque que sea la verdad. Si hubiera usado arroces de grano redondo hubiera tenido que hacer muchas paellas, porqué el arroz tiene que ser fet i menjat, cocinado y comido. Con el arroz largo puedes esperar y esperar; lo hacen en algunos restaurantes de menú, pero solo te cobran nueve euros, con carajillo incluido.

Luego viene lo del pan; creo que lo conté en un capítulo anterior. Bueno: un ligar que se precie tiene que apostar lo más alto por el producto. Su pan es chusquero, flojo. Luego viene lo del tomate. No usa los reglamentarios tomaques de sucar o tomaques de penjar –tomates de colgar o de mojar pan-; usa de estos de ramillete maduros -eso sí-, pero que solo se deberían de usar cuando hay apuro. Cuando yo y Pep fuimos no estaban apurados, pues acababan de abrir. De estos tomates hay cada día en Mercabarna, venidos de Mallorca o de Castellón; si quieren les digo los puestos donde van a encontrar de estos tomates, los que se encuentran hasta en el Mercadona. Para terminar este apartado, deciros que no entiendo porqué le echan tanta sal al pan y a todo; así, cómo una nevada.

Como se que la gente continuará yendo, recomendarle que pida pescadito frito, supongo que de los pescadores de la Barceloneta, que está a cuatro pasos. Suele estar siempre riquísimo. Su tortilla de patatas tampoco está nada mal, aunque podría menorar el alioli. Y otra cosa, si no van a pedir una buena botella de vino, tomen cerveza, porqué el vino de la casa, tampoco está a la altura del puesto 66 de los mejores restaurantes del mundo, que era lo mismo que decir que era mejor que l’Abac o el Poblet.