Los signos de admiración son auténticos. Porque, ¿no es un poco tarde para que la Academia catalana dé un premio a Ferran? Más aún: ¿cómo ha sido posible que, en otras ediciones (los premios llevan seis), Adrià fuera… ¡finalista! y jamás vencedor?
Hay circunstancias que me dejan estupefacto y que no alcanzo a comprender. Seis años de silencio para, finalmente, otorgarle el reconocimiento “de los suyos” tras años de apabullantes afirmaciones nacionales e internacionales. No sé…
En todo caso, me congratula que los académicos catalanes, que en su segunda edición premiaron a Santamaria, hayan por fin enmendado el olvido.