Compañerismo

Compañerismo 0
John Montagnu (1718-1792), Barón de Sandwich

No me creo de ninguna manera que fuera el noble Barón de Sandwich, oficial de las tropas británicas, quien en un día de dura campaña tuviera la genial idea de poner el almuerzo entre dos rebanadas de pan (inglés, of course) para poder así comerlo de pie o sin detenerse. Tampoco la versión según la cual, en el fragor de una timba (aficionado como era al juego el aristócrata), demandase la combinación creativa para evitar levantarse de la mesa y romper una buena racha. No niego que él -o más seguramente, alguien a su servicio- lo hiciera. Lo que no admito es que fuera el primero en hacerlo. Este invento tan ergonómico y práctico del emparedado ya existía.

Sin ir más lejos, ¿cuántos años debe hacer que los payeses de las tierras del Ebro se llevan un panecillo al campo para después rellenarlo de arenque, cebolla y tomate escalibado? Clotxa, llaman a este bocadillo tradicional. Variante más antigua y sofisticada; siglos antes que naciera el Barón los campesinos ingleses ya llevaban al campo su pie –el pan horneado con su relleno- y los herejes cátaros llenaban su zurrón de empanadas de pescado cuando, allá por el siglo XIII huían de la Inquisición y el rey de Francia (ahora, los occitanos tienen el pan bagnat). El pan, usado como plato para sostener viandas y recoger sus jugos en un medioevo sin tenedores ¿cuantos bocatas avant la lettre ya generó? Es fácil aventurar que el primer bocata nació en el Neolítico. Además, esa historiografía gastronómica tan pintoresca como poco rigurosa que abusa de situar los orígenes de preparaciones culinarias icónicas en anécdotas palaciegas, obliga a cuestionar cualquier teoría protagonizada por aristócratas o sus amantes.

Compañerismo 1
La «Clotxa» de las tierras del Ebro

Volvamos al tema. En otros países de Europa elaboran sándwiches barrocos; con mayonesas, ahumados, gambitas, mantequilla, hojas de lechuga, pepino… suelen ser bastante buenos, por regla general. Los catalanes no tenemos una imaginación tan florida en este apartado, pero contamos con un comodín importante, el pa amb tomàquet. Su delicadeza es tan prodigiosa que difícilmente admite companajes excesivamente complejos. Requiere, eso sí, partenaires de cierta talla. Aquí los embutidos artesanos tienen mucho que decir, parecen hechos los unos para el otro: llonganissa de pagès, fuet, somalla, tastet sec, bull de la llengua, bisbe, donegal… También el jamón ibérico de bellota cortado a mano (¡como el pan por favor!) pese a que algunos rigoristas lo encuentren una herejía, o el morcón, o un buen chorizo, o la sobrasada… o tantos otros embutidos tradicionales que aún se hacen en matanzas de toda España y sobre los que me podréis ilustrar (os lo ruego, hacedlo). Eso por no entrar en el apartado quesos (curados de oveja por ejemplo). Pero una de las mejores cosas que se pueden hacer en la vida es desayunar un bocadillo de pan con tomate y tortilla babosa. Recién hecha y en pan de barra, por favor…

Compañerismo 2
«Pa amb tomàquet»