Tocados por la Tramontana

Ferran Centelles

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Ruta enoturística por la DO Empordà en Girona

Blaise Pascal fue un filósofo francés del siglo XVII que dejó, entre otras, una frase enigmática. Decía Pascal que “el corazón tiene razones que la razón ignora” y aludía a la fuerza de las pasiones humanas, capaces de hacernos tomar decisiones alejadas del racionalismo y del sentido común.  Y es así en infinidad de situaciones y momentos, con personas con las que convivimos, con amores y desamores, anhelos, frustraciones y deseos. Por ese motivo, hablar sobre la D.O. Empordà me resulta emocionalmente complicado. Pesan los once años vividos en Roses, con infinidad de experiencias, iniciáticas y de crecimiento personal, y también gastronómicas porque la zona es rica y diversa, como pocas. Así pues, desde la emotividad que pregonaba Pascal, os presentaré algunos (buenos) lugares que (re)descubrir.

Uno de los primeros conocimiento que tuve del Empordà está relacionado con una canción de uno de los grupos musicales, hoy desaparecido de la escena, que marcaron mi juventud. Corrían (¡volaban!) los años noventa del siglo pasado y el rock and roll cantado en catalán nos tenía enganchados a grupos como Sangtraït, Sau o Els Pets, pero los más populares eran los Sopa de cabra, un grupo de Girona que cantaba entre otras una canción titulada precisamente L’Empordà, que empezaba así:

Paraiiso Empuries
Empúries, un paraíso.

Nascut entre Blanes i Cadaqués,
molt tocat per la Tramuntana,
d’una sola cosa pots estar segur,
quant més vell més tocat de l’ala.

(Nacido entre Blanes y Cadaqués,
falto de juicio per la Tramontana,
de una sola cosa puedes estar seguro,
cuanto más viejo más tocado del ala.)

Me gusta la expresión «tocat per la Tramuntana» porque refuerza la idea de locura que se necesita para desordenar un mundo demasiado racional y ordenado. Y es que la Tramontana es un viento del norte que puede alcanzar rachas de hasta 150 kilómetros por hora y afectar el comportamiento de algunas personas. Hay un estudio psiquiátrico -muy divertido- de la doctora Conxita Rojo, médico de El Port de La Selva (Girona), donde explica que ese viento, cuando sopla, puede provocar depresión y estados de excitación nerviosa, aunque también estimula el genio artístico y las ganas de trabajar.

El estudio concluye que los efectos psicológicos de la tramontana pueden ser positivos y negativos, sobre todo en los consumidores de chocolate y pastas. Lo explica por el hecho de que los neurotransmisores cerebrales se alteran ante cambios climáticos como los provocados por este viento.

El dios Esculapio

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Esculapio.

La historia del Empordà está plagada de vestigios de los diferentes pueblos que a lo largo de los siglos han ocupado esta región septentrional de Catalunya. Por aquí han pasado los fenicios, los griegos, los romanos, los musulmanes y los franceses. Quizá el monumento más emblemático sea el Esculapio que se encuentra en las ruinas de Empúries. Se trata de una escultura de 2,20 metros de altura y casi una tonelada de peso que representa al dios Esculapio, aunque existe cierta polémica porque hay quien se inclina por pensar que el dios es Serapis. Sea cual fuera la representación, ambos están ligados a la medicina y a la salud.

Hay otro turismo que se decanta por la naturaleza y sobre todo por la zona de los Aiguamolls de l’Empordà, cerca de Roses, que ofrecen una proliferación de aves migratorias realmente fascinante.

Quienes quieran descubrir más sobre esta zona privilegiada lo tienen fácil, porque una simple entrada en amazon.com les va a presentar infinidad de publicaciones que nos descubren los diversos misterios de esta comarca. Una rápida búsqueda ayuda a ponderar la relevancia e interés que despierta; ni más ni menos que 710 entradas (770.000 resultados en Google) para disfrutar de la comarca.

Permitidme sólo una recomendación especial de uno de los escritores especializados, más queridos y más viajados es Xavier Moret. Es su libro Viaje por la Costa Brava. Paisaje, memoria, glamour y turismo (Altaïr, 2009) donde recoge experiencias, sensaciones, datos, comentarios de la gente y sus formas de vida, anécdotas de personalidades tan dispares como Josep Pla, Dalí, Sinatra, Capote, Taylor, Adrià… Algo tendrán estos 214 Km de costa para haber atraído a tantos personajes ilustres.

Experiencias gustativas

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Viñedos en el Empordà.

He dividido el artículo en dos apartados para diferenciar entre experiencias vitícolas y  gastronómicas, aunque estos conceptos se entremezclan entre sí la mayoría de las veces. En total, podréis leer 10 experiencias recomendadas (evidentemente, ni de lejos están todas las que son) que, por ellas mismas, podrían merecer acercarse expresamente a este rincón del mundo.

Hace apenas dos años, Jancis Robinson (una de las grandes referencias de la crítica internacional de vinos) escribía un artículo titulado Empordà, ¿la nueva región de moda en España?, donde se cercioraba sobre la revolución vitivinícola que se estaba produciendo y el aumento de calidad de los vinos de esta tierra. Decía: “la materia prima que ofrece el Empordà difícilmente puede tener más personalidad”. Una idea que comparto plenamente; de hecho es fascinante ver como han irrumpido con fuerza nuevas bodegas tales como Martín Faixó, Sota els Àngels, Vinyes d’Olivardots, Hugas de Batlle, Celler Brugarol o Mas Oller.

También conviene destacar la madurez y el asentamiento de bodegas que se pueden considerar clásicas dentro de la D.O. Empordà como Espelt, Olivier Conti, Arché Pagès, Clos d’Agón o Masia Serra y la revolución hacia la calidad de bodegas históricas como Castell de Perelada o Masia Carreras.

Pero vayamos por partes. Empecemos con las experiencias vinícolas.

Experiencia 1 – Mas Estela

Los vinnedos de Mas Estela
Los viñedos de Mas Estela.

Visitar a Dider Soto y Núria Dalmau es sinónimo de paz y tranquilidad. He podido compartir momentos únicos con ellos, en varias ocasiones, y siempre con la sensación de que el tiempo vuela. Mas Estela está enclavado en el acogedor pueblo de Selva de Mar, que aunque no tenga la fama de Port de la Selva o Llançà ofrece rincones tranquilos y bellos.

La finca está situada en un entorno espectacular, rodeada de viñedos por donde pasear y perder la noción del tiempo. Aquí se producen vinos llenos de personalidad, potentes, con mucho sabor y con un respeto máximo por la tierra, no en vano fueron una de las primeras bodegas en aplicar el cultivo biológico -y más tarde el biodinámico- allá por el año 1989. Siempre que se piensa en Mas Estela, inevitablemente se visualizan vinos de calidad, pero es cierto también que se pueden disfrutar de otras actividades gracias a su acogedora apuesta por el turismo rural, en el espacio contiguo a la finca. Es una casa que ofrece confort y que puede albergar a un grupo de cinco o seis personas (habitaciones para dos personas y una individual).

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Didier Soto de Mas Estela en buena compañía.

Mas Estela es una finca tradicional que data del siglo XV y que ha sido restaurada con máximo respeto. Llama la atención el contraste entre la sala de envejecimiento de barricas para vinos secos, que es moderna, impoluta e ideal para madurar los vinos, y el espacio que la bodega dedica al larguísimo envejecimiento de sus vinos dulces y fortificados, una sala que parece que te cuente secretos, repleta con diez toneles viejísimos de 1.700 litros de capacidad donde se envejece uno de los mejores vinos dulces del Empordà, el Mas Estela Solera.

La bodega se puede visitar, pero es conveniente dejar espacio en el vehículo para cargar algunas cajas de sus vinos porque la tentación es irresistible.

Experiencia 2 – Masia Serra

MASIA SERRA Fotos Roger Lleixa
Jaume Serra, en plena visita. Fuente: Roger Lleixa.

Cantallops es casi el último pueblo antes de atravesar la frontera con Francia. Un desvío en La Jonquera y 15 minutos de curvas nos plantan en este pequeño pueblo perdido y fantasmagórico, sobretodo en invierno. Es uno de los municipios más vitícolas de la zona y las bodegas que allí se encuentran suelen producir vinos de calidad superior. Recomendación especial merece Vinya dels Aspres o Masia Serra.

Me considero admirador de Masia Serra desde que la conocí allá por el año 2003. Es una bodega que ha progresado exponencialmente y que Jaume Serra ha convertido en un lugar de peregrinación para los amantes del buen vino, y también de la buena gastronomía. Jaume viene de tradición familiar, su abuelo plantó viñedos en Cantallops en 1961, sus padres ampliaron la plantación en 1991 y finalmente, en 2000, Jaume decidió que era momento de empezar a elaborar su propio vino con las uvas que hasta la fecha se habían vendido a otras bodegas de la zona. Después de vivir una vendimia en el legendario Château Petrus empezó a elaborar sus propias botellas.

MASIA SERRA Fotos Roger Lleixa
Festival en el espacio Reces de Masia Serra. Fuente: Roger Lleixa.

Sus vinos Gneiss, Ctonia, Io y compañía bien merecen una visita y su posterior adquisición para llevar a casa. Pero además, con previa reserva, en Masia Serra se puede disfrutar de degustaciones de la mejor gastronomía local.

El anzuelo perfecto al que no podemos resistir cuesta 15€. Se trata de una actividad que ocupa un par de horas y que consta de una visita al viñedo, un paseo por la bodega y una degustación de vinos acompañada de los famosos embutidos locales de Marcel Puigmal (Figueres), los quesos de Caseus Afinador (el afinador de referencia en Catalunya) y los chocolates de Quim Darnès de Perelada, un auténtico trío de exquisiteces terrenales. Si sois de los que os va más la marcha, podéis también reservar el esmorzar de forquilla (desayuno de tenedor) por 32€ o la comida a 43€.

Estas experiencias gastronómicas se viven en dos espacios: la fabulosa barraca, un lugar genial, a pie de viñedo, con una mesa compartida que puede acoger a 12 comensales y el acogedor recés (retiro en catalán), una zona tranquila y apartada que puede dar cabida a 37 personas.

Y para acabar de disfrutar, no os descuidéis bañador, ya que la visita se puede completar con un refrescante momento en la piscina y un Gin&Tonic de paisaje y proximidad, del cual me niego a desvelar sus secretos.

Experiencia 3 – Coll de Roses/Espelt

los vinnedos y la finca de Coll de Roses
Los viñedos y la finca de Coll de Roses.

La experiencia Coll de Roses es ideal tanto para neófitos como para aficionados al vino, porque Espelt es uno de los nombres propios del vino de calidad en el Empordà. Esta antigua finca rehabilitada por la familia Espelt es hoy museo y bodega y merece la pena visitar sus instalaciones. En ella se ofrecen todas las facilidades para disfrutar del entorno vinícola del Empordà.

A su museo se suelen acercar alrededor de 4.000 personas al año. Es un espacio preparado para acoger a todos los públicos, un museo emocional sin ningún tipo de requerimiento técnico para disfrutar de él. El objetivo principal de la familia Espelt al crear este espacio fue el de compartir y divulgar la cultura del vino a todo tipo de personas, neófitos, aficionados y profesionales diversos. La visita suele durar una hora e incluye el pase de un audiovisual de 25 minutos, un recorrido por el espacio de exhibición “para saber más”, y la visita una sala de exposiciones de arte que renueva sus contenidos con cierta frecuencia -recientemente ha acogido una colección de fotos de Dalí- y finaliza con una degustación de tres de los vinos de la finca.

Coll de Roses abre todos los días durante la temporada de verano y sólo los fines de semana fuera de temporada. El precio de la visita es de 10 euros y vale la pena realizar este recorrido cultural y sensorial que permite de manera sencilla adentrarse en los vinos de la zona.

Experiencia 4 – Mas Perafita

Mas Perafita
La masía Mas Perafita.

La preciosa masía de Mas Perafita se construyó en el siglo XIV en un enclave sublime del Cap de Creus. La familia Martín Faixó lo ha recuperado de una manera tremendamente respetuosa, que te hace sentir parte de la historia pero que también te permite gozar de todos los detalles de confort necesarios para disfrutar de una sensación de desconexión total. En 2007 se recuperó la primera habitación y, en la actualidad, este referente del enoturismo del Empordà dispone ya de siete.

Mas Perafita no tiene restaurante pero sus desayunos, a base de los mejores embutidos locales, son realmente memorables y entre sus muros hay un espacio maravilloso para la celebración de banquetes y reuniones. Más allá de este encantador turismo rural -en el que conviene reservar con suficiente antelación- en Mas Perafita se esconde la bodega-boutique que recibe el nombre de Celler Martín Faixó. Esta es una de las bodegas más pequeñas que se pueden encontrar en Catalunya y que hizo sus primeros pasos en la vendimia de 2004. La bodega está totalmente integrada en la parte inferior de la finca y más que una bodega parece un juguete para niños mayores: un par de decenas de barricas, menos de 10 depósitos de fermentación y la sensación de que aquí se cuidan todos los detalles.

Mas Perafita
Sala de degustación de Mas Perafita.

Si se pernocta en Mas Perafita es inevitable visitar la bodega y dejarse seducir por alguno de sus vinos entre los que destacan el potente y amplio Cadac, el refinado y profundo Perafita tinto y el Perafita Blanco, un vino ágil, fresco y perfumado que es uno de los más buscados porque suele agotarse a los pocos días de salir al mercado.  Me da la impresión que la mayor parte de él va a parar a los afortunados habitantes de Cadaqués.

La bodega se puede visitar por 7,5€. Este precio incluye la degustación de algunos vinos. Tuve la suerte de coincidir en una reciente visita con Ester Martín Faixó, que me permitió catar algunos de sus vinos previo coupage y adentrarme en la profundidad de sus ensayos y vinos especiales. La sensación posterior fue que entre esos muros hay mucha materia por descubrir.

Experiencia 5 – Vins i Licors Grau

Grau la tienda mas grande de vinos de Europa.
Grau la tienda mas grande de vinos de Europa.

Vins i Licors Grau es un templo de la venta de vinos, la tienda especializada más grande de Europa y un auténtico espectáculo. Es inevitable notar cierto nerviosismo al entrar, coger el carrito y empezar a descubrir las más de 9.000 referencias que se esconden dentro de los 12.000m2  (mayor que la superficie que ocupan dos campos de futbol, por ejemplo), en los alrededores de Palafrugell (Baix Empordà). El espacio es enorme, techos altísimos y la sensación inequívoca que en Grau todo el mundo va a encontrar vinos que le seduzcan, sea un aficionado avanzado y exigente o un consumidor que vaya buscando un vino corriente para beber de manera más informal. El rango de precios oscila entre 1€ y 11.700€.

La inmensidad en el interior de Grau.
La inmensidad en el interior de Grau.

Grau es una empresa familiar con una historia que empezó en 1977 y que en 2003 vivió un capítulo decisivo con la inauguración de las nuevas instalaciones, de las cuales lo que más se agradece es el control estricto de la temperatura que mantienen en la zona de envejecimiento. Durante el verano, el parking adjunto se llena de los vehículos de clientes ávidos de provisiones vínicas y las características botellas de Pastis se entremezclan con vinos finos dentro de los carritos de muchos turistas franceses. También es de agradecer el espacio de degustación y bar que permite tomar una copa de vino cuando la sensación abrumadora de ver tantas botellas juntas te desborda.

Grau es un referente para encontrar los mejores vinos del Empordà, no en vano dispone de una selección de 300 referencias de la región y aunque el producto estrella continúan siendo los Rioja, el cambio de tendencia para el consumo de vinos locales es bien palpable, según Jordi Grau. Un lugar imprescindible, abrumador y de gran diversión si sois de los que os gusta descubrir nuevos vinos.

Experiencia 6 – Hotel Perelada Wine Spa & Golf

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El Wine Spa del Hotel Perelada.

Lo que te puedes encontrar en este hotel es un auténtico festival, y no me refiero al Festival de Música Internacional de Perelada que organizan cada verano en el castillo homónimo sino a la inmensidad de actividades a las cuales tienes acceso si te alojas en este lujurioso hotel de cinco estrellas.

No me voy a referir en estas líneas a las actividades golfistas ya que son una cuestión que se escapa de mi comprensión, pero sí que puedo hablar de las fantásticas catas de vinos de Castillo de Perelada que se ofrecen en pleno viñedo (en este caso no es obligatorio estar alojado).

Guardo un especial recuerdo de mi primera visita a Finca Garbet, sin duda uno de los viñedos más bellos del Empordà. Finca Garbet también es el nombre del laureado vino que allí se produce, y creedme si os digo que poder beber una botella de este gran vino en pleno viñedo es una de las experiencias más fantásticas que un wine lover puede experimentar.

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Detalle de la finca Garbet.

El hotel tiene conexión directa con el Castillo de Perelada que alberga un pequeño pero encantador museo del vidrio, unos jardines de cuento de hadas y una biblioteca con tesoros antiquísimos que parecen sacados de la película El nombre de la Rosa.  Todos los espacios se pueden visitar previa reserva. La conexión se alarga al Casino de Perelada y la bodega homóloga ya que todas estas propiedades pertenecen al mismo grupo. El hotel posee asimismo un Wine Spa, con un circuito de aguas, sauna, piedras calientes, etc. todo tematizado y relacionado con el entorno vitícola. El spa posee también espacios privados en los que se ofrecen tratamientos terapéuticos usando productos elaborados a partir del vino.

Y si toda esta oferta de relax todavía no os convence, sabed que este alojamiento posee un restaurante gastronómico y un bar de vinos que ofrecen las mejores botellas de la bodega, entre las que no os debéis perder los buenísimos ExEx, Finca Malaveïna o el ya mencionado Finca Garbet.

Experiencias gastronómicas

La Costa Brava y el Empordà son lugares para disfrutar de la mejor gastronomía, eminentemente marinera. Nos encontramos en una zona repleta de pueblos pesqueros y en sus lonjas principales como l’Escala, Roses, Port de la Selva y Llançà se abastecen los mejores restaurantes de la zona. Pero como no solo del mar vive el hombre hay también que nombrar algunos espacios donde la mesa va más allá del mar y ofrecen tapas, alta gastronomía y productos más terrenales. Los cuatro que presento a continuación son apuestas seguras.

Experiencia  7 – Bar La Sirena

La Sirena es el típico espacio que puede pasar desapercibido si no se conoce. Está situada en la plaza más concurrida de Roses, repleta de hileras de mesas  y sillas de plástico con publicidad de alguna marca de refrescos. La Sirena, sin embargo, se distingue porque su mobiliario ni es de plástico ni tiene publicidad, toda una declaración de intenciones. Es uno de estos raros lugares al que apetece ir a diario ya que la oferta es suficientemente amplia, variada y rica.

La Sirena ha sido desde siempre un lugar especial. Evoco con cariño los bocadillos de tortilla de jamón mocosa que allí se preparaban antes que en 2007 Jordi Blanch y Vicente Fernández apoyados por Montse Núñez -histórica cocinera de elBulli en la década de los noventa, apodada la tieta– se hicieran cargo de este local emblemático. El cambio de manos fue toda una revolución, no se tocaron ni la mítica ensaladilla rusa (sin zanahoria ni guisantes, muchas gracias) ni los calamares a la romana (hechos en casa y sin colorante, por favor) pero el resto de la oferta revivió y se amplió con algunos platos más sofisticados, un carro de pescado fresco de Roses que se convierte en una tentación irrechazable, unas tapas tradicionales y una oferta de vinos locales en la que siempre pescas algo.

Experiencia 8 – Compartir

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Delicado pero sabrosísimo canelón de atún de Compartir.

Compartir, un nombre que probablemente a los lectores de 7 Caníbales no les sorprenda en absoluto; aquí se han dedicado ya varios artículos a este precioso restaurante del centro de Cadaqués. No voy a negar mi implicación emocional con Mateu Casañas, Oriol Castro y Eduard Xatruch, todos ellos brutales compañeros en elBulli durante más de 10 años y responsables de la creación de este restaurante.

Tampoco esconderé mi pequeña complicidad en la elaboración de la carta de vinos, aunque desde la implicación de Ramón Canaleta, Roger Margalef y Alba Puyol en esto de la sumillería (todos ellos parte del fabuloso y amable equipo de sala de Compartir) la carta ha ganado en interés, riesgo y emoción. Hace apenas unos días un amigo de los del morro fi me reconocía que nunca había disfrutado tanto a un precio tan asequible.

Mateu, Oriol y Eduard me hacen mucha gracia cuando comentan en tono amable: «en Compartir hacemos una cocina sencilla al alcance de todos».  Lo de “al alcance de todos” lo entiendo, pero a lo de “cocina sencilla” no le hago ni caso, ya que todos sus platos son tremendamente elaborados, complejos, sorprendentes, modernos, riquísimos y de ejecución impecable.

Sin duda Compartir es un lugar que merece ser visitado y de paso pasear por Cadaqués (que tampoco está mal, ¿no?).

Experiencia 9 – Villa Mas

Villa Mas es un restaurante de peregrinación obligada. Desde 1998, cuando el carismático Carlos Orta arrancó con este proyecto localizado en el mejor enclave de la playa de S’Agaró, las crónicas de momentos memorables se han ido esparciendo sin parar en los círculos de los amantes del buen vino y la buena comida.

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Villa Mas.

Villa Mas es sinónimo de festival gastronómico pero también de Borgoña. Su carta de vinos ha sido nombrada por los críticos como “la mejor carta de vinos de Borgoña en el mundo” en esta región archiconocida por la calidad de sus Chardonnay y Pinot Noir tiene Carlos su “segunda residencia”. No hay bodega de la zona en la que al conocer tu procedencia no te espeten emocionados: “¡ah, nosotros somos amigos de Carlos de Villa Mas!” y es que desde su primera visita en 2002 no ha parado de recorrer los más de 800 km que separan la Costa Brava y la Borgoña, hasta ocho veces cada año.

La carta es una garantía de autenticidad y de máxima calidad, pues no hay ni un solo vino que no sea catado antes de ser introducido en la carta que actualmente alberga unas 1.000 referencias, de las que el 70% son Borgoñas y un buen segmento también la ocupan los vinos naturales, una tendencia que en Villa Mas abrazan cada vez con más convicción.

En Villa Mas se puede disfrutar de un menú diario (mediodía) preparado con una gran materia prima, a un precio entre 16 y 26,5 € dependiendo de si es fin de semana o no. Por las noches la carta también es un espectáculo, con pescados frescos traídos de la subasta diaria y tocados de manera minimalista y respetuosa.

Y muy de agradecer, sobre todo en los meses de verano, es su parking particular que te permite aparcar el coche a 10 pasos (literalmente) de la playa. Imprescindible. No os lo podéis perder.

Experiencia 10 – Hostal Empúries

Espectacular la escorpora frita del Hostal Empuries
Espectacular escórpora frita del Hostal Empúries.

No voy a ser yo quien descubra lo genialidad gastronómica del Hostal Empúries, para eso mejor dirigir la atención al gran Xavier Agulló, que con precisión y prosa hace solo unos días, nos describía Hostal Empuries la cocina llena de talento que Rafa Peña practica a los pies de la playa de Portitxol de l’Escala.

Pero me gustaría añadir un par o tres de detalles que suman bondades a este neo templo de la gastronomía de la Costa Brava. Uno, referido a la localización en un edificio que ronda los 100 años. Es un auténtico privilegio pues te permite darte un chapuzón en la pequeña playa antes de aposentarte en la terraza a tomar unas tapas. Dos, mención especial para Daniel Ortega, un joven sumiller lleno de pasión llamado a hacer cosas importantes. Daniel ha sabido construir una carta inteligente de vinos que satisfarán a muchos paladares. Finalmente, el lujo de disponer de un huerto particular a tan sólo 15 km, que les permite abastecerse de las mejores verduras de temporada y un campo de maíz autóctono que utilizan para la elaboración de su propia harina.

El hostal dispone de 53 habitaciones idílicas con un pequeño, aunque bien resuelto spa y es un gran referente de sostenibilidad y responsabilidad ecológica.

Y hasta aquí este paseo gastronómico-sentimental por el Empordà. Sólo me queda añadir una recomendación sincera a los que os animéis a recorrer estos altares: Tomáoslo con calma y no pretendáis visitar los 10 lugares en tres días. Podéis terminar como cualquiera de los protagonistas de La grande bouffe.

Y os dejo como empecé, con Gerard Quintana cantando L’Empordà. ¡Salud!

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