Reproducimos el artículo que la caníbal Cristina Jolonch publicó el pasado fin de semana en el Magazine de La Vanguardia.

La relación de los restauradores con los clientes ilustres da los frutos más variados: desde paredes repletas de fotos con caras populares a libros de honor con las dedicatorias de los famosos más dispares que guardan como oro en paño.
En Sa Sínia (Porto Colom, Mallorca) decidieron inscribir, en una plaquita en el respaldo de cada silla, los nombres de personajes conocidos, ya sean escritores, artistas o políticos, que en su día las ocuparon. De todas ellas, la favorita -casi la única en la que hay un solo nombre- es la dedicada a Miquel Barceló. Si en un restaurante de la isla está presente la huella del pintor es en esta casa que hace cuarenta años empezó a regentar la familia Ramon. Hace una década Barceló pintó la portada de la primera carta para sus amigos de Sa Sínia, que desde entonces han reunido una colección bellísima de la que se sienten orgullosos, además de dibujos espontáneos que guardan en libros.
Pero no es necesario ser mitómano para acercarse a comer a este restaurante que durante todo el año frecuenta la gente de Porto Colom. «Tenemos clientes de toda la vida, y aunque nunca soñé en seguir la trayectoria de mis padres al frente de la casa -explica Joan Toni Ramon-, la verdad es que esa fidelidad y ver a la gente satisfecha compensa.»
La apuesta por viejos platos marineros, o por algunos de los guisos que preparaba su abuela, Maria Oliver, como el rape con cebolla pochada, ha mantenido la oferta gastronómica de este establecimiento situado en el pla de Sa Sínia en una de las más interesantes de la zona. Las sopas de pescado, los diversos arroces -el meloso de barca es uno de los más exitosos-, el gall de Sant Pere con cebolla frita, o los calamares a la antigua merecen la visita.
Con cebolla, tostada o en caldereta, la langosta, que aseguran comprar siempre de la zona, es uno de los productos que atrae a muchos clientes a este lugar con fama de servir buen marisco.