Una antigua carta

Carlos Maribona

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Tomás, el camarero de Casa Tataguyo, en Avilés, me enseña una carta que guarda como oro en paño. Es de otro restaurante, Casa Modesta, una casa de comidas que perteneció a su familia y que tuvo gran fama en Oviedo hasta su desaparición en 1974.

La carta, fechada en diciembre de 1951, es una atractiva muestra de lo que se comía en la capital asturiana. Fue Modesta Norniella quien abrió, en febrero de 1924, aprovechando el espacio de una antigua y céntrica tahona de finales del siglo XIX, esta casa que llevaba su nombre. Durante su medio siglo de existencia allí se servía la mejor comida casera de la ciudad, con la fabada como plato estrella. En esta carta aparece a 16 pesetas. Más cara, ojo, que una ración de quisquillas, que sólo costaba 10.

 

 

Repasar la carta, pura historia, resulta fascinante.

Escrita con máquina en un tiempo en que no existían ordenadores ni impresoras por lo que los propietarios se tomaban el trabajo de hacerlas cada día. Y eso que la oferta era larga. Primero una veintena de entradas, desde gambas a la plancha y “fiambres” hasta sesos fritos y salteado de riñones, pasando por unos huevos al plato con salchichas y diversas tortillas.

 

Había ya croquetas de jamón, que en Asturias siempre han marcado escuela, e incluso una “paella valenciana”. Merluza y lenguado protagonizaban el apartado de pescados, acompañados por congrio con guisantes (casi desaparecido ahora), calamares en su tinta y, como la carta es de diciembre, angulas al pipil, más baratas en proporción que las actuales, 30 pesetas la ración, frente a las 18 de la merluza.

 

En las carnes llama la atención la presencia de platos que raramente se encuentran hoy en día en Asturias como la perdiz con verduras (otra especialidad de Casa Modesta), la liebre a la cazadora o el pato con nabos. En la época, el pollo estaba muy cotizado, tan caro como la perdiz o el lenguado. Aparece en la carta como “pollo dorado”, a 17 pesetas. Ni rastro de ese cachopo que algunos intentan colar como un plato tradicional asturiano y que llegaría bastantes años después. Los postres figuran sin precio. Entre ellos melocotón en almíbar o con nata, algo que en el pasado siglo era muy habitual en la oferta de las casas de comidas y ahora es simplemente, como buena parte de esta carta de Casa Modesta, otro recuerdo del pasado.

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