En Chile no es muy común salir a desayunar, y no porque no se tengan hábitos mañaneros, sino más bien porque con los años y la voracidad de la vida fuimos perdiendo la sana y buena costumbre de dedicarle tiempo a la comida, dicen, más importante del día. Me incluía, hasta que llegó Recreo con Hambre.
El pequeño local de desayunos y sánguches que regentan Asunción Pimentel y Felipe González en Vitacura, comuna residencial de Santiago, es un lugar de ambientación sencilla, casual, que vive al ritmo de los vecinos del lugar. Atrae clientes de otras latitudes y se abastece de proveedores locales con sutilezas pocas veces vista en una cafetería de barrio.
La propuesta se hizo escuchar en la pandemia, cuando partió en formato delivery de sánguches. Fue tal el éxito y la reputación alcanzada, que decidieron transformar su cocina de producción en una cafetería con servicio en mesa, y es lo que hoy encontramos en Recreo con Hambre.
Una propuesta fresca y suculenta, abierta de lunes a domingo, hasta las nueve de la noche (a excepción del domingo, que cierran más temprano) en el que todo lo que ofrecen es elaborado en el local. Desde el pan brioche de fermentación lenta, hasta el pastrami, las granolas, la bollería y los pasteles.
Sánguches de referencia
La carta llega tan pronto me acodo en la mesa. Se divide en desayuno, brunch, sánguches, ensaladas, mocktails (cocteles sin alcohol), café y dulces. Es temprano, así que me inclino por un yogurt con granola casera, fruta fresca, y un café americano. El yogurt con granola podría ser uno de más de los miles de millones que andan por ahí, si no fuera por el característico dulzor de la granola. Es frutal y sutil, tan particular que llama la atención. Está hecho a base de arrope de melón, de una variedad que llaman melón plátano, producida en El Maule. Es una melaza, una cocción larga de la pulpa, semillas y cáscara de la fruta, cocinada a 100 grados y posteriormente filtrada. Una joyita.
Me entusiasmo también con el ave pimentón, un sándwich que debe ser, con diferencia, el mejor que he probado en los últimos años. Sobre todo, porque cada vez es más difícil de encontrar y es un bocado arraigado en el imaginario nacional. Por lo general, el pollo se cocina en caldo, se asan pimentones (pimientos) y se trituran con ajo, mahonesa y caldo de la cocción.
Es una mezcla casi simbólica, presente antiguamente en las mesas de desayuno, meriendas, canapés y matrimonios. Un clásico. El de Recreo con Hambre llega a la mesa temperado, en rebanadas de brioche pasado por plancha y mantequilla, con un enjundioso y jugoso relleno de pollo con pimiento. Ahúman el pollo al vapor y cortan la carne a cuchillo. Luego incorporan la pasta de pimiento rojo. Para aplaudir de pie.
Los desayunos se complementan con una variada oferta de huevos benedictinos y bollería. Probé los de palta. Excelente el punto de la pieza de brioche, con intenso gusto a mantequilla, cremosos los huevos e impecable la holandesa que lo cubría.
Pastrami de casa
El pastrami es otra de las especialidades que le han dado fama a este espacio. Lo hacen en casa y tardan tres días en el proceso. Es ligeramente picante, de especiado elegante y ahumado justo. Lo pruebo en un sándwich de pan esponjoso, servido con queso mantecoso chileno derretido (es un queso de pasta semiblanda, cocida a menor temperatura y con mayor humedad y porcentaje de grasa, ideal para fundir). Y rematé con un canele, ese pequeño dulce de color oscuro y sabor avainillado, originario de Burdeos, que Asunción, la encargada del universo dulce, ejecuta a la perfección. Es un bocado completamente caramelizado por fuera y crujiente y algo húmedo -que no crudo- por dentro.
El café quizá sea el punto más plano de la oferta. Usan Filicori Zecchini, marca de tostadores italianos. Funciona correcto para expreso y americanos, con blends de origen Perú o Colombia, entre otros, pero se echa de menos algún perfil más jugoso y arriesgado.
Los desayunos tienen éxito, y los almuerzos cada día cogen más fuerza, incorporando también una interesante propuesta de brunch y ensaladas para complementar la oferta. Aunque es en la once (merienda) que el pequeño local estalla de familias con niños, oficinistas, grupos de amigos o vecinos.
Es difícil que un local destaque en esta categoría en Chile, porque su majestad el sánguche tiene varios exponentes de gran nivel a lo largo y ancho del país. Sin embargo, Recreo con Hambre se ha ganado su lugar gracias a una permanente búsqueda de la excelencia, su brioche perfecto y la consistencia con la que han trabajado desde que abrieron.
