El regalo de Amaya para su 75 aniversario

El considerado restaurante de cocina vasca más antiguo de Barcelona celebra sus bodas de diamantes recuperando el bar y ofreciendo su cocina en formato platillo. El restaurante de Las Ramblas actualiza instalaciones sin perder la esencia del restaurante familiar que siempre ha sido.

Cinco semanas estuvo cerrado el restaurante. Sólo cinco semanas durante el mes de febrero, las primeras en toda su historia, necesarias eso sí para preparar una efeméride de celebración, para festejar la vigencia de uno de les estandartes de la restauración en Barcelona. Tras la puesta a punto, la modernización de instalaciones y la reapertura de su bar, el restaurante Amaya acaba de celebrar su 75 aniversario con energías renovadas, las que emanan de la casa de comidas familiar que siempre ha sido.

La Sala del Altell de Amaya

La fiesta tuvo lugar este pasado lunes, 30 de mayo. Amaya presentó en sociedad su bar y su restyling moderno, y se rodeó de clientes y amigos para celebrar. No se cumplen 75 años al pie del cañón cada día. Allí, capitaneando, estaba Ignacio Torralba, el alma máter; su mujer, Maria Luisa Fornés, y las actuales gerentes del local, Laia y Mireia Torralba, orgullosas hijas y nietas. Porque el recuerdo del abuelo Antonio, “el capi de la barra”, estaba presente. Fue él quien, en 1978, ya como barman del local, tomó las riendas del negocio junto a Enrique Herrera, entonces maitre.

elnuevoAmaya

Atrás, quedaban historias de posguerra y racionamiento, de escasez y abundancia, de bar y restaurante, de prostitutas y pasavolantes, de Barcelona, desde que en 1941 un catalán y un vasco que habían trabajando juntos en el norte inauguraran el restaurante. Después, la vida pasó en Barcelona y se degustó en Amaya. El local fue tomando cuerpo y lo que empezó como un restaurante vasco evolucionó a restaurante ramblero, mediterráneo y catalán. “Es lo que tiene pasar 75 años en las Ramblas”, comentaba Ignacio Torralba, el mismo que ha evolucionado social, profesional y familiarmente con el restaurante desde que entró a trabajar con su padre en 1980.

El bar que ahora se recupera es también un guiño al “capi”. “Cuando era una niña, mi abuelo me daba embutido de escondido tras la barra cuando mi padre no miraba”, recuerda Laia. Es el regalo que el Amaya de 2016 tributa al patriarca Torralba; el regalo que Amaya brinda a Barcelona para degustar su cocina en otro formato, para dignificar Las Ramblas con comida Barcelona. Croquetas, calamares o bacalao a la llauna con judías del Ganxet. Tortilla de lomos de bacalao, cocochas de merluza, canelón trufado o raciones de 25gr. de angulas, “un plato que nunca ha dejado de estar en carta durante todos estos años”, recuerda la familia. Más de 50 especialidades en formato reducido para completar una carta de esencia clásica que no debe perder.

Un local emblemático

Tres cuartos de siglo dan para mucho, y la fiesta del aniversario lo recogió. Allí estaban algunos de los restauradores más importantes de la ciudad, los que han marcado junto a Amaya la historia de la cocina en Barcelona. Jean Louis Neichel (Neichel), Magí Huguet (Vinya Rosa), Frederic Palau (El Túnel del Port), Josep Monge (Vía Veneto), Josep Maria Freixa (Freixa Tradició), Adolfo Herrero (Cangrejo Loco), José María González (Àbac), Xavier Mestres (L’Avi Pau), Isidre Gironés (Ca l’Isidre) o, de otra generación, Juan Carlos Iglesias (Grup Iglesias). Nombres ilustres de la culinaria capitalina que no dudaron en estar al lado de los Torralba en tan magno acontecimiento. “Somos Barcelona”, comentaban entre brindis.

Los empresarios de restaurantes emblamáticos de la ciudad no faltaron a la cita. Foto Xavi Royo
De izq. a dcha. y de arriba a abajo, Xavier Mestres (L’Avi Pau), Pere Chías (Gremi de Restauració de Barcelona), Ignacio Torralba (Amaya), Josep Maria Freixa (Freixa Tradició), Juan Carlos Iglesias (Grup Iglesias), José María González (Àbac), Josep Monge (Vía Veneto), Isidre Gironés (Ca l’Isidre), Magí Huguet (Vinya Rosa), Jean Louis Neichel (Neichel), Frederic Palau (El Túnel del Port) y Adolfo Herrero (Cangrejo Loco).

Porque es cierto. Ellos, y tantos otros, han mantenido el nombre de Barcelona durante décadas, dando de comer y dignificando un oficio que vanagloria a la ciudad. Hablaron de ayer, de hoy y de siempre, de gastronomía e historias, mientras observaban los mármoles expuestos ahora a la entrada del local, mármoles emprados por prostitutas preolímpicas para esperar bajo los mueblés que poblaban la parte baja de Las Ramblas. “Con los tacones de sus zapatos golpeaban el suelo y, poco a poco, fueron perforándolos”, comentaba Mireia. También eso es Barcelona. Como Amaya, como Ignacio, como Mireia y Laia, como Neichel, Monge o Gironés; como la gastronomía que representan.

Los mármoles expuestos en la entrada