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No voy a decir mi nombre (…), porque me llamo…
Hostelero al borde del desahucio, no sólo de mi restaurante, sino del techo bajo el que duermen mis hijos.
Empresario del ocio nocturno que ayer no pudo pagar el IVA ni los IRPF, aun cuando lo he hecho religiosamente durante años o décadas (…).
Soy el agricultor que tiene los tomates pudriéndose en la rama.
Soy un bartender que no tiene copas que servir ni clientes a los que escuchar ni de día ni de noche.
Soy esa pequeña hostelera que ha tenido que cerrar su pequeño sueño y, por primera vez en los 20 años que lleva cotizando, se ve sin dinero y sin esperanzas, desesperada porque unos pocos que nunca han cotizado para la Seguridad Social creen que tienen respuestas a problemas que sus carnes nunca han tenido que sufrir.
Soy ese taxista sin rumbo en la ciudad y que se dice libre.
Soy ese chico ilusionado con la idea de ser chef, que no ha tenido ni siquiera su primer trabajo pagado y no sabe ni siquiera si lo va a tener.
Soy ese hostelero jubilado que ve como el negocio que heredó de sus padres, y sus padres de los suyos, hoy no tiene continuidad en sus hijos porque están arruinados.
Soy esa madre soltera a la que la hostelería de mañanas le permitía mantener a sus hijos.
Soy esa cocinera que en el momento duro del primer brote de la pandemia alimentó a los que padecían hambre y vulnerabilidad aun a riesgo de contagiarse.
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Con estas palabras del cocinero Jon Giraldo, y un gran aplauso, finalizaba la concentración que este mediodía ha reunido en el parque de la Ciutadella de Barcelona a decenas de cabreados profesionales de la restauración. Eran cocineros y camareros, también proveedores, comunicadores, payeses. “Todos somos gastronomía y a todos nos afectan los cierres”, gritaban. Tras la manifestación del pasado viernes, el sector no quería dejar de hacer oír su voz en Catalunya, aunque la concentración grande -comentaban- será la que tenga lugar el miércoles que viene, 28 de octubre. Quieren que sea común para la restauración de todo Catalunya, y podría contar con la presencia de los camiones (los tanques) de los distribuidores del sector “para hacernos oír más y ver que es cosa de todos, aunque lo haremos solo si estamos todos en ello, donde nos dejen y sin molestar a la ciudadanía. Nosotros estamos con la sociedad”.
Eran palabras del portavoz del acto, de un restaurador anónimo, de un profesional del sector, «porque esto no va solo de bares y restaurantes, sino de una cadena enorme que está sufriendo por culpa de una decisión arbitraria”. Al frente, eso sí, figuran cocineros de renombre como Alain Guiard (La Mundana), Hideki Matsuhisa (Koy Shunka), Jordi Esteve (Nectari), el propio Giraldo (Anormal) o Xavi Pellicer (Xavi Pellicer), presente éste último en la convocatoria, unidos todos en “L’hosteleria som tots”, la asociación de alta cocina y gastronomía en general creada para empujar al colectivo @Noalcierre, promotor de las concentraciones.
No han sido tantos los manifestantes como en la concentración anterior, “pero vamos a hacer ruido igualmente”, gritaban. Estaban cabreados, por el número de personas; por no haber podido llega hasta las puertas del Parlament de Catalunya donde se habían citado, ya que un cordón policial les ha impedido la entrada; por haber tenido que cerrar “sin ser el problema”. “Se estima que el sector va a perder entre 750 y 1.000 millones de euros, pero solo van a dar 40 millones de ayudas. Eso no cubre nada. Toca a menos de 1.000 por local siendo generoso. Una vergüenza”, protestaba Alberto Barros, propietario del restaurante Casa Pagès de Barcelona.
No había sonrisas, sí mucho cabreo, también ganas de moverse para reclamar. Lo seguirán haciendo con justicia (solo el 3,5% de los casos de Covid parten de un local de restauración) por redes; el miércoles que viene en la nueva concentración, y “en persona ante la Generalitat, a la que emplazamos a hablar”. Aplausos y silbatos. La indignación de un colectivo, con sus argumentos, en tres testimonios:
Xavi Pellicer
Chef y propietario de Xavi Pellicer, Barcelona
El que fuera propietario del estrella Michelin Celeri gestiona ahora el restaurante Xavi Pellicer -premio al Mejor Restaurante de Verduras del Mundo en 2018 por la We’re Smart Green Guide- era el representante de la alta cocina en la manifestación. “Me he unido porque debemos protestar, por lo que nos están haciendo, por la poca empatía del Gobierno. Que los centros comerciales o el transporte público sigan abiertos y nosotros no, no tiene sentido. Desde que empezó la pandemia, solo nos hemos endeudado, y los ICO no son la solución. Yo he podido negociar con la propiedad y tengo suerte: pagaré solo el 50% del alquiler, pero habiendo trabajado el 50% del mes y al 50% de mi capacidad. De momento, flotamos, pero otros no aguantarán más meses así. Las facturas siguen llegando y los ingresos son cero. Tampoco me gusta la docilidad y la falta de crítica de todos”.
Susana Aragón
Chef y propietaria de Centric Gastrobar, El Prat de Llobregat
Aragón gestiona uno de los restaurantes más populares de El Prat, local que cuenta con una terraza inmensa y “con un protocolo Covid que no lo tiene ni el aeropuerto. Y nos cierran”. Frustrada, la chef y empresaria teme los afectos de la medida: “He calculado poder aguantar así hasta Navidad. Si para entonces no empezamos a facturar…”. Su cara pagaba. “Tengo un plantilla de 25 personas que llevan conmigo diez años. Pensar en tener que prescindir de ellos…”. Otra vez la cara. “Son 25 familias que están a mi cargo y que si al final cierro lo van a tener difícil. Y otra son los payeses a los que compramos nuestro producto, que van a perder la producción. Nosotros, por ejemplo, utilizamos dos toneladas/año de alcachofa Prat”.
La cocinera mostraba su estupefacción también por el timing de la decisión del cierre: “Nos ha pillado con las cámaras a reventar. El viernes tuve que quedarme en el local organizando qué haríamos con todo el género. Hemos hecho vacíos, cocinado, embotado, todo para intentar darle una salida. Pasó algo parecido en el primer confinamiento, pero entonces entendimos que afectó a todos y nos volcamos con la solidaridad, también para dar salida al excedente. Ahora lo haremos, pero ya peligra de manera seria nuestra economía”. Pueden usar el producto para take away. O no. “No es una bicoca. En el fondo, todos queremos sacar género, así que no te importa abaratar un poco. El take away es un parche, no mantiene puestos de trabajo ni sueldos. Y si lo haces a través de plataformas ya ni te cuento…“.
Alberto Barros
Propietario del restaurante Casa Pagès
Alberto Barros es también presidente de la Asociación de Propietarios de Bares y Restaurantes de Gracia, una de las que inició el movimiento contestatario en Barcelona. “Nos han ninguneado. La restauración no es el problema, es la solución. Se nos ha criminalizado y señalado, y da miedo que a partir de ahora, cuando haya repuntes, lo primero que hagan es cerrarnos. Es injusto. No somos foco, controlamos el espacio y nos pueden controlar”.
Barros narraba una anécdota que desmoraliza: “Hicimos una encuesta en julio entre nuestros asociados en la que vimos que, si no mejoraba la situación en los siguientes meses, el 50% de los locales tendría que cerrar a finales de año. La encuesta era en julio, cuando estábamos abiertos, con restricciones, pero abiertos. Ahora me da miedo volver a preguntar…”. No le hace falta. El día a día de algunos compañeros lo certifica: “Uno de los socios lleva durmiendo meses en el almacén de su local. No puede pagar el alquiler de su piso”.