«Con orgullo había aceptado la invitación de hacerme cómplice de la aventura de gastroperiodismo 2.0»
El canibalismo gastronómico ilustrado, 7caníbales.com, está de aniversario. Y yo, como parte de la familia, cumplo doble aniversario. Porque por estas fechas invernales celebro mi adopción por la Mamma y el G-7 (Xavi Agulló, Pau Albornà, Pau Arenós, Tana Collados, Salvador Garcia-Arbós, Cristina Jolonch y Toni Massanés).
En enero de 2009 la Mamma Roser me hizo en la web un cariñosísimo saludo de bienvenida a la comunidad caníbal. Le hacía ilusión contar con mis escritos, que irían con el epígrafe Lenguas de Gato (por lo del apodo felino a los madrileños, y yo soy Gata de cuarta generación…). Decía Roser que mi llegada era un regalo de Reyes. Yo intenté estar a la altura con un texto sobre los roscones, que por entonces andaban enroscados el asunto del supuesto riesgo de la sorpresa.
Meses antes, había recibido cariñosos mails de Pau Alborná (que está en los cielos) diciéndome que era un honor contar conmigo entre las firmas canibalescas. ¡Pero si el honor era mío! Y con orgullo había aceptado la invitación de hacerme cómplice de la aventura de gastroperiodismo 2.0.
Algunos colegas me hicieron comentarios maliciosos: “¿qué hace una madrileña entre catalanes?”. Pues pasarlo bien, contestaba (y contesto) yo. Hay que sumar y compartir. ¿Somos o no locales y globales a la vez? Y además, no solo hablo y escucho catalán en la intimidad. Ya se sabe que el comer y el festejar une lenguas.
La proximidad canibalesca en viajes, congresos y encuentros varios me hizo mejorar en el asunto del conocimiento catalán y en la complicidad que Roser ha sabido alimentar. Estoy orgullosa, insisto, de formar parte de este canibalismo como una de las bellas artes que practican mis colegas de 7caníbales.com. Ellos demuestran como en la Red se puede hacer buen periodismo gastronómico. Pauet decía que aprendía de los veteranos, pero nosotros también aprendíamos de él, de ese entusiasmo que a veces se nos enturbia por el día a día y la vorágine y el desconcierto del periodismo que huele a tinta y (a veces) a aromas que no nos gustan.
“Yo estoy acostumbrada a los retos”, dice Roser. Su reto ahora, dice, es “superar la muerte de Pau… y volver a tirar millas”. Yo también he tenido este año un tsunami personal, la muerte de Pepe, mi padre, un hombre sibarita, gato de fino olfato, buen paladar y buen corazón. Como la Mamma y mis colegas caníbales, yo también siempre tirando millas.
¡Salud al canibalismo invencible!