
Al ver el vídeo veraniego de Isabel Coixet para Estrella Damm sobre un romance entre dos stagiers de elBulli me ha dado un punto nostálgico. Un agosto, por Santa Rosa (mira tú), cené en el ya mejor restaurante del mundo (al menos para The New York Times, aquí estábamos empezando a creerlo). Había coqueteado antes con los placeres culinarios, pero aquella noche perdí “la virginidad gastronómica”, como ya confieso en la historia audiovisual de elBulli por obra del avieso montaje y traviesa selección de Adrià.
Y siguiendo con las confesiones (sirvamos carnaza instinto básico para el bloguerío), cuando en octubre de 2007 surgió la página gastronómica de Tendencias en Cultura de El País, al ser rediseñado el periódico, yo acababa de romper con mi pareja. Perdí un amor pero encontré un amante. Antes había sido esporádico (la movida de los ochenta ya tenía sabor para mí, gracias Simone Ortega que estás en los cielos), pero se volvió estable.
“De aquí han salido muchas parejas. Ha habido muchas bodas”, me dijo durante una sobremesa en Mugaritz Andoni Luis Aduriz. Y no se refería a los banquetes de encargo, hablaba de las fusiones a fuego lento que habían surgido entre el personal del restaurante, entre el fragor de cacerolas de los “aprendices de hechicero” (como bien titula Lisa Abend en su libro-documental sobre los humanos hechizos de Cala Montjoi).

Lo de que una pareja de chefs regente un restaurante no es nuevo, es antiguo como la existencia de las tabernas de Pompeya. Ahora hay mucho dueto sentimental en los gastrobares modernos, pero lo de la babel de stagiers en nuestros más famosos restaurantes está dando mucho juego gastropasional.
Joan Roca se queja encantado (por verles triunfar en Maní) de que Daniel Redondo, su jefe de cocina de El Celler le “abandonó” por una bella brasileña y no menos bella cocinera, Helena Rizzo. De las manos en la masa en Girona a las maos en Sao Paulo. Comparten escena de la cozinha bossanova con otro par de enamorados por obra y arte de la restauración. Ligia Karazawa y Raúl Jiménez, artífices de Clos de Tapas. Su flechazo fue en Mugaritz. Ya lo decía Andoni: ¿Qué tendrá el roble de la frontera?
Así que la historia de amor y espuma (de cerveza y más…) que cuenta el vídeo de la Coixet es como la vida misma. El protagonista se da un aire a Roger Alcaraz, uno de los stagiers con amor de cocina que retrata Abend en el libro (habrá que espiar los pasos a dos de Roger en el gastromapa).
También planea Cupido sobre el entorno de Roses. Ahora en la portada de Ferran Adrià en la revista Esquire rascas y te llega a la pituitaria un rastro bulliniano. ¿A qué huele el amor? ¿A qué huelen las nubes? Qué gran pregunta, más allá del famoso anuncio de las compresas con alas.
Aquí hay un temazo de investigación para elBulliFoundation: feromonas entre fogones. La irresistible atracción de la gastronomía.