Confesiones

Aún no estoy enganchada a los blogs gastronómicos, lo confieso, aunque sé que acabaré cayendo. Pensándolo bien, creo que tampoco soy adicta a la gastronomía. O si lo soy, hay momentos en que necesito poner un poco de distancia. Saltarme algún congreso, escribir sobre otros temas, hablar de otras cosas o simplemente pasar unos días sin que nadie me pregunte dónde podría ir a comer.

Pero debo decirles que me hace ilusión ser uno de los 7 caníbales que hoy se presentan. Sobre todo porque me encanta compartir un espacio con esos otros seis colegas-caníbales. Son gente que me gusta, entre otras cosas, porque practica un periodismo gastronómico riguroso y ameno, a las antípodas del crítico rancio y prepotente. Me gustan porque son inteligentes y tienen sentido del humor. Me gustan porque disfrutan comiendo, y yo, lo confieso, no me acabo de fiar de quien es insensible a algo tan esencial. Me gustan porque saben que tienen la suerte, y yo también la tengo, de haber ido a parar al lugar adecuado en el momento justo. De haber estado en la cocina cuando se producía el boom de la cocina.

Además, lo confieso, me alegro de estar aquí porque entre esta nueva pandilla de caníbales se encuentra uno de mis mejores amigos, Pau Arenós, con quien no suelo poder compartir proyectos profesionales simplemente porque a ambos nos toca cocinar temas gastronómicos en dos medios de comunicación que compiten directamente, a pesar nuestro. Estoy convencida, y me encanta poder escribirlo, de que es uno de los periodistas que en los últimos años más ha aportado con sus libros, sus reportajes y sus artículos a crear una nueva forma de contar la gastronomía.
Si alguien no conoce su trabajo, cosa difícil, porque es incansable, les recuerdo que ya en 1999 escribió un libro esencial, “Los genios del fuego”, en el que anunciaba la gran explosión gastronómica que hoy vive Catalunya. El último número de la revista Apicius incluye un interesante trabajo en el que Pau refleja la evolución de la cocina en los últimos cien años. Se trata de un gráfico completísimo que permite entender los caminos que han seguido las relaciones entre cocineros y los distintos movimientos hasta llegar a la consolidación de la cocina tecnoemocional, término que él mismo acuñó y que ya empieza a usarse con normalidad. website load speed test Cómprenlo y guárdenlo, porque algún día, si la gastronomía sigue su ritmo imparable, es posible que los chavales tengan que aprenderlo de memoria en el colegio. Pau, además, sabe cocinar. Aunque no sé si tanto como Toni Massanés, quien mucho antes de convertirse en caníbal y en sabio gastrónomo, ya empuñaba el cuchillo en la cocina.