El mítico local de la madrileña calle Espíritu Santo se convierte, gracias a Adrián Rojas y Roberto Quirant, en un nuevo concepto gastronómico donde la carne de máxima calidad es el ingrediente principal: Casa 28.
Tanto Adrián Rojas como Roberto Quirant dejaron su trabajo en el restaurante con un estrella Michelin Punto Mx para convertir una antigua carnicería de toda la vida en un local con una oferta más actual y en el que la selección del producto es lo principal. No en vano, entre sus principales proveedores cuentan con embutidos de Carrasco o las carnes de El Capricho.
Durante casi un siglo, el número 28 de la calle Espíritu Santo, de Madrid, albergó una carnicería propiedad de la familia Fernández por la que pasaron tres generaciones. Tras su cierre en 2014 el negocio cambió completamente para convertirse en una tienda de ropa. Cinco años después, Adrián Rojas, que vive en ese mismo barrio desde hace ocho años, decidió recuperar sus orígenes y crear un nuevo concepto de carnicería en el que también se cocinara. Él, como buen argentino, es amante de la carne y junto a Roberto, con el que compartía fuegos en Punto Mx, abrieron Casa 28. Se trata de un espacio donde además de poder adquirir embutido y carne de calidad se ofrecen degustaciones donde el producto no pierde protagonismo.
Es por ello que, además de productos tan populares como son la cecina de buey o de vaca y el steak tartar de cadera buey de El Capricho, cuentan con diferentes recetas creadas por ellos. Ejemplos son la costilla a baja temperatura, la panceta con un toque crujiente, el secreto ibérico servido con boniato o la entraña de novillo con chiles toreados. Los platos se acompañan de verduras traídas del huerto orgánico de la Retamilla. Además también disponen de conservas gourmet y quesos selectos.
La reforma del local, que ha mantenido algunos elementos de su pasado, ha estado a cargo del estudio Naza, que desde el principio tuvo muy presente la actividad original del local. Esta empresa ha realizado pequeños cambios para crear un espacio original con un toque ecléctico, mezclando mármol en las paredes procedente del mostrador de la antigua carnicería con una gran estructura de madera que aporta mayor calidez y funciona a modo de barra de degustación. Las paredes se completan con ilustraciones de Mauro Valenti, todas ellas inspiradas en el oficio de carnicero así como diseños a partir de fotografías personales de Adrián y Roberto. Además, se ha querido mantener la fachada con el rótulo de “Carnicería y Salchichería” aportándole un toque diferencial destacando a través del pulido las letras “CA” y “SA” del comienzo de cada palabra y el número “28” conformando así el nombre del actual negocio, CASA 28. De hecho, el local, desde fuera, sigue manteniendo la apariencia de una carnicería de barrio, con escaparates con el género a la vista y un mostrador donde se pueden adquirir los productos.