Creo que hasta que no me hice mayor no supe apreciar la miel, algo realmente extraño porque en mi casa era de consumo diario y de procedencia artesanal. Mi despertar ante el néctar fue precisamente con la marca que nos ocupa, Alemany, en una feria ubicada en la terraza del Bravo de Carles Abellán (Hotel W) dedicada a productos alimentarios de lujo, más en el sentido de artesanal y sibaritismo que no de bolsillo prohibitivo. La paleta de sabores presentada allí por esta empresa de Ós de Balaguer fue una de las mayores sorpresas de la exposición, un nuevo mundo en el paladar.
La miel es uno de los productos más completos nutricionalmente hablando, un superalimento como dicen los modernos por ser una bomba vitamínica, rica en calcio, cobre, hierro, magnesio, manganeso, zinc, fósforo y potasio; agente antimicrobiano y poseedor de casi la mitad de los aminoácidos existentes, además de poder presumir de antioxidantes. Es por ello que dedicarse a elaborar un producto así es como ejercer de Spiderman, pues «un gran poder conlleva una gran responsabilidad», algo que se intuye en el mimo volcado por esta familia leridana cuya tradición se remota al s.XIX.
Diría que actualmente pocos artesanos trabajan, brindan y bordan un abanico tan magno como ellos. Su surtido monofloral abarca 13 tipos (romero, naranjo, eucalipto, tomillo, bosque, espliego, encina, brezo, montaña, acacia, tilo, mil flores y castaño – estas dos últimas también en su categoría de «ecomiel», junto a su variedad llamada bosque). El gourmet juega con un concepto nuevo que incluye frutos secos enteros en sus cucharadas, perfectos para cuajadas y yogures (almendras, avellanas, nueces, piel de naranja, crema de avellana y miel con panal). También cuentan con una más robusta, tanto en persistencia como en packaging, como es la de montaña, así como de mieles fortificadas de jalea o propóleos.

Hechas las presentaciones debo reconocer mis favoritas. Comienzo por dos primas hermanas: la de naranjo y la de piel de naranja. La primera es la niña de mis ojos de toda su colección, de color suave, casi translúcido, viscosidad fluida, equilibrada, nada punzante, ligeramente cítrica sin sobrepasar su acidez, más floral que dulce, limpidez en boca. La de piel de naranja contiene unas peladuras que no pecan de escarchadas, ciertamente más dulce pero sin desestabilizar, sensación de pureza primaveral, seguramente perfecta para repostería y para una variación desacomplejada y levantina de la tarta Sacher. Seguiría en mi podio la miel con crema de avellanas, con base de miel de romero y un 30% de avellana variedad negreta. Untarla sobre una tostada significa llamar al recuerdo de meriendas de patio, sabor similar a la Nutella pero sustituyendo el cacao por miel, con una textura casi gemela, pegajosa y zalamera. Una golosina con vitaminas.
Además de mieles, Alemany saca el pecho con sus turrones. Bombón almendra, bombón músico, bombón nueces, crema de nata y nueces, yema tostada, crocant, praliné almendra, turrón mazapán frutas, blando granulado, duro imperial y bombón avellana en su stock, aunque a estas alturas de la incipiente Navidad solo he probado las tres últimas. Destaco el bombón avellana, con variedad negreta, azúcar, pasta de cacao, manteca de cacao, leche y vainilla, el cual comparte el que parece ser el sello de la casa: huir de lo empalagoso, ser excelso palativamente y convertirse en adicción. La Navidad no ha hecho más que comenzar…
