De las seis regiones vitivinícolas de Suiza, Ticino es la única situada al sur de los Alpes. Un cantón florido lleno de sorpresas que mantiene ese aire suizo tan característico pero con una notable y colorida influencia italiana. Palmeras, cipreses y una arquitectura alejada de la estética de la alta montaña, proliferan por el único cantón cuya lengua oficial es el italiano. Hasta su nombre vincula a los dos países, Ticino es el río que nace en Suiza y principal afluente del río Po italiano.Representa el 7% territorio de Suiza, el 50% de su territorio son bosques y el 13% está dedicado a la agricultura. Lugano, una de sus ciudades más importantes, es el tercer centro financiero del país y el destino más visitado por los suizos.

Ticino es el cuarto cantón más importante en extensión de viñedos. Con unas 1.100 ha y una denominación amparada legalmente desde 1997, producen seis millones de litros. Es la Suiza más mediterránea cuya suave climatología se refleja en el paisaje y carácter de sus vinos. Las 2.200 horas de sol y 1.600 mm de precipitaciones anuales marcan la diferencia respecto a las otras 62 AOC del país helvético.
Norte y sur
El Monte Ceneri divide Ticino en dos zonas: la Sopraceneri (norte) y Sottoceneri (sur) con dos núcleos importantes de población, Bellinzona y Lugano. Los Alpes y los ríos que van a dar al lago Maggiore marcan el paisaje del norte mientras en el sur lo hace el lago Lugano y las altas montañas de Mendrisiotto.
En el norte aún subsisten antiguos sistemas de pérgolas, terrazas y pequeñas parcelas. La orografía del sur es más suave y los terrenos menos fragmentados. Una división también marcada por los tipos de suelo: granítico y calcáreo en el norte, arcilloso y arenosos en el sur. Una diferencia muy importante en la personalidad de vinos. Ambos paisajes están marcados por una característica común: las redes que visten los viñedos para protegerlos del granizo, que incluso en primavera y verano es muy frecuente.
Para hacerse una idea de cómo es la región de Ticino, recomendaría visitar la Casa del Vino. Situado en Mulino del Ghitello, un antiguo molino en Morbio, es un proyecto propio de 44 productores asociados que representan el 90% de la producción de la región. Además de poder degustar más de 200 vinos, ofrecen una gastronomía local bien elaborada con productos locales.
Bianco di Merlot
Ticino es sinónimo de merlot. Representa el 85% de las plantaciones de las 16 variedades amparadas. Lo más interesante es que el 15% de la producción de la tinta merlot se vinifica en blanco y su elaboración se ha incrementado en los últimos años. El Bianco di Merlot también se elabora en espumosos y con resultados bastante interesantes.
La merlot llegó a Ticino después de las plagas de mildiu, oídio y filoxera. En 1907, Giovanni Rossi, político y filántropo de la época, trajo desde Burdeos los primeros portainjertos y creó un viñedo experimental de merlot en la finca Vallobroso, en el pueblo de Castelrotto de la región de Malcantone. Hoy, allí está ubicada una pequeña bodega con hotel propiedad de la familia Tamborini, una de las más importantes del vino en Ticino. Fue inaugurada en el año 2003, tiene 6 ha. en propiedad y siguen experimentando con diferentes uvas.
Sobre variedades, muy interesante la bondola, aunque muy pocas bodegas la elaboran. Es una uva tinta que ya existía antes de la filoxera y de la que hay plantadas unas 10 ha. Sus vinos son frescos, afilados, con nervio, muy afrutados. También curiosa la gamaret (12 ha.) uva creada en 1970 por Agroscope, el centro estatal de investigación agrícola de Suiza, un cruce entre Gamay y Reichensteiner.

Algunas bodegas
Sergio Monti fundó Cantina Monti en 1972, a partir de una ruina abandonada en el «Ronchi di Cademario». Cinco hectáreas con mínima intervención y una parcela en biodinámica, en un terreno de pronunciadas pendientes. Su trabajo enológico sigue en la misma línea, consiguiendo elaborar vinos elegantes, profundos e intensos. A las afueras de Lugano se encuentra Fattoria Moncucchetto. Una moderna bodega construida a 425 metros de altitud sobre roca gneiss y diseñada Mario Botta, reconocido arquitecto de Ticino.
De la zona de Mendrisio, al sur del cantón, procede el 40% del vino. A los pies del monte Generoso se encuentran las antiguas bodegas construidas a principios del siglo XVIII, vestigio de la tradición vitivinícola local. Allí se encuentra Valsangiacomo Vini, con la sexta generación al frente de la bodega más antigua de Ticino. En 1831, su fundador comenzó vendiendo vino a los grotti y tabernas de la comarca. Hoy son uno de los grandes productores de calidad. Por cierto, es la misma familia propiedad de la bodega valenciana Cherubino Valsangiacomo. Muy cerca está Gialdi Vini-Brivio. Fundada en 1953 como comercializadores de vino, hoy en día producen un millón de kilos en todo el territorio de Ticino y trabajan con 320 viticultores.
A pocos kilómetros, en Ligornetto, se encuentra otra de las grandes familias del vino de Ticino: Zanini Vinatteri. Comenzaron en 1964, hoy administran 100 ha. y producen una gran variedad de vinos. En 1988 adquirieron la propiedad Belvedere en Besazio y años más tarde construyeron el Castello Luigi, con una arquitectura inspirada en Châteu Palmer. La bodega está rodeada de 22 ha. de viñedos en una pequeña cima desde la que se divisa toda la región. Allí elaboran dos de los vinos más caros de Ticino, un tinto de cabernet y merlot, y un blanco de chardonnay.
Muy cerca, y con un estilo bien diferente, está Agriloro. El enólogo Mattia Vossen es el encargado de una bodega cuyo espíritu es la experimentación. Vinifican 28 variedades diferentes que tienen plantadas en 20 ha. propias a 350 metros de altitud. Son los únicos que elaboran un gewürztraminer en Ticino o vinos en ánforas de terracota. Muy interesantes su amplia gama de vinos, algunos realmente de gran calidad.
Ticino está lleno de sorpresas. Además de los vinos, su cultura gastronómica es bastante diferente al resto de Suiza. Los grotti, taberna rústica cuyo origen eran las bodegas (grotto-gruta) donde se guardaba el vino pero que acabaron siendo lugar de encuentro, es un buen sitio para degustar algunos de los platos típicos de Ticino: embutidos caseros, minestrone, lardo o los distintos tipos de polenta. Pero no sólo hay tabernas.
En Ticino tienen un buen nivel culinario y cuatro restaurantes con estrella Michelin. Los productos locales no faltan: castañas, farina bóna de Onsernone con la que elaboran pan, pasta y hasta helados, queso zacarlin del valle de Muggio, arroz o miel. También hay cierta diversidad de pescado procedente de los lagos de Lugano y Maggiore. Y que no falte el chocolate local, Alprose y Stella, y hasta una pequeña plantación de té en Ascona. Con la merlot de Ticino, disfrutar de su cocina está asegurado.