Son 14 mujeres, 14 proyectos de vida en torno al vino. 14 mujeres con carácter, pasión, talento y preparación que demuestran día a día que ellas valen, aunque muchas veces hayan tenido que esforzarse en probarlo más allá de lo necesario, y que tienen un presente y un gran futuro en este sector.
En este artículo aparecen 14 mujeres con proyección mediática, pero hay muchas más que ejercen su labor en la sombra y siempre las ha habido: en el trabajo del campo, seleccionando y cortando uva o preparando y llevando el almuerzo a los hombres durante la vendimia, en las tareas de elaboración, envasado y etiquetado, en la parte administrativa, comercial, de gestión, comunicación y divulgación.
Más allá de rancias canciones patrias (“¿os imagináis qué se habría dicho de una mujer cantando ‘me gustan los hombres, me gusta el vino’?), la mitad del mundo del vino lleva nombre de mujer.
Almudena Alberca
Combina su trabajo como directora técnica de Viña Mayor, una de las primeras bodegas en la DO Ribera del Duero que ahora también está presente en Rueda y Toro, con los durísimos estudios del Master of Wine.
Apasionada del vino, fue su inquietud intelectual y su deseo de profundizar más sobre este mundo lo que llevaron a esta salmantina a embarcarse en estos estudios durante cuatro años renunciando a parte de su vida familiar y de ocio. Si todo va bien, Almudena, que anteriormente trabajó como enóloga en Dominio de Atauta y Viñas del Cénit, se convertirá antes de que acabe el año en la primera mujer española que consigue este título, ostentado por menos de 400 personas en todo el mundo.
Sandra Bravo, Bárbara Palacios y Eva Valgañón
Integrantes del colectivo Rioja’n’Roll, estas tres mujeres junto a sus compañeros de grupo decidieron unir fuerzas para defender un retorno a un vino más humano, menos industrializado, más apegado a la tierra y alejado del concepto de calidad asociada al envejecimiento en barrica de los vinos de Rioja. Tanto Sandra como Bárbara trabajan en solitario con viñas en las laderas de Rivas de Tereso y Villabuena (Sierra de Toloño), y en los Riscos de Bilibio (Barbarot) respectivamente, mientras que Eva (Alegre&Valgañón) lo hace junto a su pareja, Óscar Alegre, entre Fonzaleche y Cihuri, el extremo más fresco y oriental de Rioja Alta.
Las tres comenzaron sus proyectos personales hace pocos años, pero todas tienen amplia experiencia previa: Eva, formada en Italia, fue la enóloga de Finca Los Arandinos hasta hace poco, mientras que Sandra y Bárbara han trasegado su talento por bodegas de Francia, Estados Unidos o Nueva Zelanda. Las tres son parte de un presente que no olvida la tradición y sin duda lo serán del futuro en una de las zonas vinícolas con más diversidad de España.
Julia Casado
La primera vez que Julia pisó una viña fue en el Palatinado alemán, donde compaginaba sus estudios de violonchelo con los de Ingeniero Técnico Agrícola en la Universidad de Orihuela. Tras un periplo de prácticas que le llevó de nuevo a Alemania, a Ribera del Duero (Vega Sicilia) y luego a Argentina y Uruguay, Julia volvió a su tierra, a Murcia. Sin viñas familiares ni colchón económico, esta treintañera sonriente y decidida se lanzó a la aventura de elaborar un vino en Jumilla que llamó La del Terreno, que es el nombre que utilizan los agricultores de la zona para referirse a la uva monastrell.
Con un perfil más fresco y equilibrado que otros de la zona, La del Terreno 2015, su primera cosecha, convenció a muchos consumidores. Con la primera añada vendida, en 2016 se traslada a Bullas para trabajar viñas viejas de monastrell en la sierra de Lavia, una zona en altitud en la que Julia quiere ir descubriendo su potencial. Allí ha restaurado una bodega sostenible que tiene en propiedad y en la que sigue elaborando las nuevas añadas de La del Terreno y de otros dos vinos, un tinto y un blanco, que saldrán al mercado en un futuro no muy lejano.
Audrey Doré
Bretona residente en Girona, Audrey Doré es una de las sumilleres con más proyección del país. Trabaja desde hace un par de años en El Celler de Can Roca, donde el gran Josep ‘Pitu’ Roca, el gran maestro de la sumillería, le deja rienda suelta para acompañar los platos que se preparan en la cocina del célebre restaurante catalán.
Formada como sumiller en la CETT de Barcelona, esta graduada en filología hispánica se defiende perfectamente ante sus comensales en varios idiomas para, como explica Pitu Roca, “seducir desde el conocimiento y el rigor con la palabra precisa, la pasión medida, ganándose la atención de quien la escucha por su riqueza descriptiva”. El año pasado fue la primera mujer en ganar el título de mejor sumiller de Cataluña y ahora se prepara para participar en el concurso al mejor sumiller de España, que se celebrará en abril.
Paqui Espinosa, Delia Baeza y Sonia Bueno
Son las responsables de tres lugares imprescindibles de Madrid para gente con ganas de descubrir y probar vinos de diversos estilos y orígenes. Botella a botella, estas tres mujeres se van abriendo camino en el complicado mundo de la hostelería. Con más de 20 años de experiencia, Paqui es la más veterana de las tres. Su Taberna Palo Cortado está especializada en vinos de Jerez, de los que tiene más de 200 referencias.
Delia, reconocida sumiller, y su socio Iñaki gestionan La Fisna, una popular taberna en el barrio de Lavapiés que también hace las veces de tienda y que cuenta con muchas botellas difíciles de encontrar en otros lugares.
Sonia es la última en incorporarse a esta aventura con Wilda, un céntrico bar donde esta poeta-sumiller sirve sus “vinos felinos” y alternativos.

Melanie Hickman
Aunque hoy es feliz entre sus viñas de Elvillar (Rioja Alavesa), un pedacito del corazón de Melanie se quedó para siempre en Hawaii. Está junto a su inseparable Hapa, un bulldog blanco que debería haberle acompañado en su nueva vida en España pero que murió antes de iniciar el viaje. Con Hapa siempre en el recuerdo, Melanie decidió invertir los ahorros que había guardado para la pensión en una preciosa viña de suelos calizos a 640 metros de altitud en las faldas de la Sierra Cantabria y que hoy produce dos vinos profundos y elegantes que llevan el nombre de su fiel amigo.
Melanie ya tenía el gusanillo de cultivar viñas en el cuerpo así que con los pocos ahorros que le quedaban, compró otra parcela de difícil acceso y con plantas viejas que estaban a punto de arrancarse en un paraje de Laguardia que mira hacia Elvillar. De aquí nace San Julián, el tercer vino de su proyecto Struggling Vineyards, que comparte junto a su marido, el viticultor y enólogo David Sampedro (Bodegas Bhilar).
Naiara López Tejedor
Tras acabar la carrera de Administración y Dirección de Empresas, Naiara comenzó a trabajar en 2002 como administrativo en Dipesa, la empresa familiar de distribución de vinos y destilados que todavía regenta su padre en Logroño. La inquietud por saber más sobre el alma del negocio le llevó a apuntarse al año siguiente a un máster en viticultura, enología y marketing de vino y más adelante a completar sus estudios como sumiller. “Me costó que me dejaran entrar porque no trabajaba en hostelería, pero conseguí convencerles explicando que necesitaba formarme para tratar en mi trabajo con los sumilleres”, explica Naiara, que destila profesionalidad y conocimiento en las catas que imparte ante profesionales del sector.
En aquella época había pocas mujeres en el vino, pero ella no recuerda haberse sentido incómoda en su trabajo cuando comenzó a dirigir Vinos Perea, la empresa de importación que montó con el apoyo de su padre en 2005 y que hoy provee de vinos de 13 países a muchos restaurantes y tiendas de España. La dirige desde Málaga, a donde se mudó para compaginar el trabajo con su vida personal y donde ahora está abriendo nuevos mercados.
Laura Lorenzo
Daterra Viticultores es el nombre del proyecto que lidera esta carismática mujer en el interior de Galicia y que resume muy bien su filosofía, visible en los cuidados collarines que lleva cada una de las botellas que salen de su bodega: “un homenaje a las mujeres y hombres que a lo largo de sus vidas cultivaron las viñas en las laderas de Manzaneda, en el valle de Bibei, y que ahora han confiado en Laura Lorenzo para que continúe su cultura”.
Su implicación y apego al territorio en el que vive y trabaja es palpable en sus elaboraciones, media docena de vinos que mezclan las variedades que hay en las cuatro hectáreas de viña que trabaja (garnacha tintorera, mencía, gran negro, merenzao, godello, dona branca, colgadeira) y especialmente en su Gavela da Vila, un 100% palomino que tiene tanta personalidad y honestidad como la propia Laura.
Paola Medina
Es una de las nuevas caras del vino de jerez, una andaluza con carácter y empuje que ha conseguido abrirse paso en un mundo en el que, asegura, «las mujeres tenemos que justificar más cosas”. Con ese hecho asumido, Paola, que estudió Químicas antes de hacer un master en Viticultura, está abriendo nuevos caminos en Williams&Humbert, la bodega familiar jerezana —con 50.000 botas es una de las más grandes de Europa— en la que trabaja como enóloga desde 2010.
Partiendo de una colección histórica que se remonta a 1920 y con la idea de consolidar la identidad del jerez como un vino de calidad, comenzó a experimentar con la crianza biológica en los vinos de añada. El resultado fue el primer fino de añada del Marco de Jerez, el fino 2006, y más tarde, el primer amontillado. Su interés por innovar desde el respeto a la tradición le ha llevado a lanzar recientemente el Canasta 20 VOS, la versión más exclusiva del clásico Canasta, probablemente el Cream más popular del Marco.
Cristina Miranda
Esta publicista, sumiller y directora de comunicación de eventos de alcance mundial como la Bulk Wine Exhibition lleva 10 años trabajando para rejuvenecer el vino y “bajarlo del podio donde está instalado”. Lo hace con catas-conciertos, ferias y el enoFestival, un evento pionero en España que desde 2012 combina música independiente y cultura del vino (que no botellón). Tras un parón en 2017, Cristina está preparando el programa de un renovado enoFestival en octubre, que dará un giro a su formato pero continuará con la premisa de desmitificar el vino y acercarlo a los jóvenes.
Desde que empezaron con el enoFestival han surgido otras iniciativas que combinan música y vino, “pero todavía queda mucho por hacer”, asegura Cristina. “En el Primavera Sound de Barcelona no se puede tomar vino, pero vas al de Oporto y te encuentras con un stand de los Douro Boys [un grupo que engloba a algunos de los mejores viticultores y bodegueros de Portugal] a donde se acerca todo el mundo. Es un tema cultural”.
Fotos de en grupo

