'Mens sana in corpore sano'

Judith Cercos

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La ansiada fuente de la vida, al alcance de todo el mundo

Hace unas semanas, tras un comienzo de 2013 muy especial donde la tónica general se centra en una total incertidumbre ante la que no estamos preparados y, por supuesto, resulta prácticamente imposible cualquier tipo de previsión -casi consideradas una utopía-, decidí invertir un día en mí misma. Siempre había querido visitar uno de los magníficos balnearios que desde hace relativamente poco tiempo han incorporado terapias naturales, combinando en su plenitud los cinco elementos sensitivos: vista, oído, olfato, tacto y gusto. Dejándome aconsejar, me decidí a visitar el Hotel Balneario Vichy Catalán.

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Entrada principal del hotel-balneario Vichy Catalán.

Conduces cerca de una hora desde Barcelona para llegar a una pequeña carretera escoltada por pinos que prácticamente se convierten en tus únicos compañeros de viaje, una sensación escueta pero muy agradable donde tus preocupaciones empiezan a disiparse. Alcanzas la calle principal de una pequeña población “de cuyo nombre no quiero olvidarme”, Caldes de Malavella, en Girona. A la derecha, casitas de ensueño típicas de la región, a la izquierda se alza tu primer paso hacia un placer difícil de describir con palabras, las puertas del edén que inauguran tu camino hacia la libertad, tanto física como espiritual. Un impresionante edificio modernista que abrió sus puertas por primera vez en 1898 para que el Doctor Furest i Roca revelara las propiedades saludables de las aguas de esta pequeña población, que se alza magnificente frente a la entrada principal. Por fin he llegado a las puertas del cielo, aunque no veo a San Pedro.

Una vez posicionados, el cuerpo ya precisa de sus primeros cuidados. Tanto es así que tras una cálida recepción por parte del personal del establecimiento, primera sugerencia, hay que reponer fuerzas: un desayuno ligero en la terraza del hotel, nada copioso para no obligar al organismo a trabajar demasiado ante las “dificultades” que presenta la jornada.

Tras este pequeño break de carácter recuperador, entramos en la fase de ataque: circuitos termales. Las aguas bicarbonatadas de este balneario emergen a 60 grados de temperatura y en su viaje por el mundo subterráneo son enriquecidas con minerales que le confieren numerosas propiedades beneficiosas para el organismo. Estuve el resto de la mañana probando los diferentes tipos de baños que el circuito ofrece: duchas, sauna y piscina. Cabe decir que aunque la sensación es de que el tiempo se detiene una vez sumergido en sus aguas, sin darte cuenta llega la hora de alimentarnos, y tal y como dice un gran amigo mío, no hay nada mejor que convertir una necesidad vital en un placer para lograr disfrutar de cada día de tu vida. Yo lo he convertido en una de mis máximas…

La oferta que presenta el hotel-balneario es excelente. El menú degustación muy completo: anchoas de l’Escala, croquetas de cocido, ravioli de brandada de bacalao, lentejas con verduritas, lomo de atún, gallineta, cordero con calabaza al Vichy y naranja, una tarta tatín con helado de vainilla capaz de exaltar todos los sentidos a los amantes de esta perfecta combinación, y sin olvidar las fresas con Cointreau, pimienta negra y mango para rematar el fin de fiesta solo para mis ojos.

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La tatín, el Louro do Bolo y el atún.

Una carta de vinos equilibrada, necesaria para convertir un día normal en un día de lujo. En mi caso hice los honores con uno de los vinos de Rafael Palacios, Louro do Bolo 2011. Un vino con cuatro meses de crianza, elaborado con viñas viejas de entre 19 y 45 años, y procedente de uno de los parajes más hermosos de nuestro país, Valdeorras, que no hacen más que resaltar las propiedades organolépticas de la uva blanca española por excelencia, la Godello. Carnoso, untuoso y, sobre todo, adictivo, sólo existía una manera mejor de disfrutarlo en ese preciso instante: gozar de la compañía de Rafa Palacios y tener la oportunidad de saborear la región en cada trago con sus explicaciones. Sin lugar a dudas, uno de mis vinos blancos preferidos.

Y no olvidarse, no hay que perderse la oportunidad de recibir uno de los innumerables masajes que el centro ofrece: Hot stones, especial con Vichy Catalan, esferas Qi Gong, y los tradicionales Shiatsu, Tailandés, lodos, velas, chocolate, etc… Ante tal afrenta, una vez más, decidí ponerme en manos del personal del centro: masaje con arcilla de naranja. Para ser honesta, tan sólo una palabra se repite en mi cabeza cuando rememoro ese momento paz, mi estado de relajación durante el masaje alcanzó su nivel máximo, mi cuerpo y mi alma se encerraron juntos en algún universo paralelo de gravedad cero.

En estos momentos, ya vuelvo a tener la necesidad de saturar todo mi sistema operativo para verme obligada de nuevo a depurarlo. Lo realmente difícil de creer es que a pesar de la situación actual, tras este primer experimento será una tarea que conllevará algo más del tiempo estimado gracias a mi actual estado de satisfacción.