Itinerario enoturístico por bodegas, restaurantes y bares de una de las denominaciones de origen de vino más históricas de Catalunya
La D.O. Tarragona, una de las más históricas de Catalunya, se extiende por parte de las comarcas de El Tarragonès, l’Alt Camp y El Baix Camp, un municipio del Baix Penedès, Masllorenç, y por toda La Ribera d’Ebre. Una situación privilegiada, que va del Mediterráneo hasta el interior, formada por llanuras, monte bajo y valles, quizás menos conocida pero muy atractiva, y que goza de un clima propicio para el cultivo de la viña y el olivo, además de frutos secos y los productos propios de la huerta. Los vinos de la D.O. Tarragona se definen en general, como históricos y identitarios, siendo suaves, frescos y afrutados los blancos y rosados, mientras que los tintos se caracterizan por su armonía entre un atractivo color, equilibrio aromático, buen cuerpo y sabor matizado y sugerente.

Dado que nuestra ruta se centra en el concepto “enoturístico”, y aprovechando que en esta época la zona costera no está muy concurrida, con el amigo y enólogo Màrius Fuertes, optamos por iniciarla en Tarragona. No se puede obviar que en esta ciudad, la historia y el vino van unidos desde hace más de 2.000 años. Está documentado que el vino estuvo presente en esta zona antes de la llegada de los romanos, pero con la importancia que tuvo Tarraco dentro del Imperio Romano, y la expansión de éste por toda Europa, los vinos de aquí se exportaron por mar a la antigua Galia, Germania o Britania. No en vano, el símbolo de la D.O. Tarragona es un ánfora romana, que históricamente ha sido el recipiente para transportar vinos y aceite por excelencia.
Después de recorrer la ruta por la autopista que nos lleva a la ciudad, hacemos una visita tranquila por el popular y reconocido barrio de El Serrallo, que con las remodelaciones y cambios en la fachada marítima ha mejorado en varios aspectos, sin que la parte interior haya perdido el encanto que mantiene su perfil marinero tradicional. Un párking subterráneo, estratégicamente situado, facilita llegar hasta allí en coche, dejarlo aparcado y pasear tranquilamente por la zona de bares y terrazas, antes de ir a comer.
Un pequeño paseo por el interior del barrio, ojeando locales, algunos de perfil tradicional y en los que se respira buen ambiente popular y se ven grupos de pescadores charlando, jugando la partida y compartiendo mesa,…y otros más modernos pero que no rompen con el entorno, y tomamos un pequeño aperitivo previo a la comida “en primera línea” en el restaurante-bar La Puda, anexo al edificio de la antigua Cofradía de Pescadores y de La Llar de l’Avi Pescador del Serrallo.
Tanto en este local, como en la mayoría de los que hay en esta zona, los pescados, arroces, mariscos y tradicionales platos con romesco, son las especialidades que se anuncian en casi todas las pizarras y menús expuestos al público.
Por consejo de buenas amistades tarraconenses, comemos en el Restaurante Balandra, situado en una callejuela interior. Un local en un espacio modernizado, con encanto y muy acogedor. La carta presenta platos tradicionales y con producto de temporada y de la zona, por lo que nos dejamos recomendar y decidimos probar la tortilla de llengüeta (chanquete) con espárragos trigueros, el pulpo con romesco y el arroz caldós de barca. Nuestra primera sorpresa es que mirando la carta de vinos, en ésta no aparece ninguna referencia de la D.O. Tarragona. El camarero que nos sirve, muy atento y simpático, nos comenta que no tienen ninguno de esta zona, y “por proximidad”, optamos por el Camins, de la D.O. Priorat. Finalizamos la comida con la tarta casera de manzana y menjar blanc, también especialidad de la casa, unos cafés, y después de una sobremesa tranquila, reanudamos nuestra ruta.
Tenemos visita concertada en “la Catedral del Vino” de Nulles, unas bodegas modernistas espectaculares con una fachada impresionante, ubicadas en un edificio del arquitecto César Martinell, construidas en el 1917, y donde se elaboran vinos desde 1920. Sus productos se comercializan con la marca Adernats, y tanto los vinos como los cavas, algunos monovarietales y muy interesantes, gozan de una buena fama dentro de esta D.O.. Si no es en fin de semana y no se trata de un grupo, no se hacen visitas, por lo que es aconsejable llamar antes para conocer los horarios, y visitar la web que ofrece varias propuestas activas como Adernats Airwine, volar por encima las viñas con avioneta, las visitas por las viñas y los campos de calçots previas a una calçotada acompañada de sus vinos, o la visita comentada de esta “catedral” con una cata final. También proponen la experiencia ViNitCultura, una visita nocturna tematizada, con una cena sensorial en el interior de esta joya modernista. ¡Sencillamente genial!

Retomamos ruta hacia Tarragona para dar una vuelta por la zona de la rambla y el casco antiguo. Es la hora del paseo y hay un poco de ambiente en las terrazas y algunos bares. Recorremos la parte más comercial, y en algunas de las tiendas de comestibles que ofrecen selección de vinos, de nuevo observamos que los de la D.O. Tarragona, ni están bien representados, ni gozan de una situación muy privilegiada en los escaparates ni en el interior.
Deducimos que por influencia, popularidad, y por la fama o prestigio que han conseguido en estos últimos años, los vinos de D.O. Priorat o D.O. Montsant, vecinos de la D.O. Tarragona, tienen mucho más protagonismo. Incluso nos extraña que en algunas tiendas, cualquier otra denominación catalana presente más referencias que la propia de esta zona.
Por esto y por lo que observamos en el resto de la ruta, tanto en restaurantes como en comercios más o menos especializados, deducimos que, si ni ellos mismos creen en los vinos y productos del territorio y no los promocionan, el turista o visitante no los podrá conocer, degustar ni comprar, y difícilmente se van a introducir a otras partes del país.
Para conocer otro perfil de local de la cocina y gastronomía tarraconense, cenamos en el AQ, emplazado en la parte alta del casco antiguo. Es jueves, hay poco ambiente, y en el restaurante estamos solos. Nos apetece probar algunos platos del menú degustación y de la carta, por lo que después del original aperitivo en versión moderna y minimalista a base de vermut con berberecho, helado de aceitunas y naranja confitada, escogemos el plato de atún Balfegó con verduras, el farcellet de col amb corder y la cola de buey con pulpo. Por la categoría del local el servicio no está a la altura, pero todos los platos son exquisitos, con buen producto y bien elaborados. Especialmente sorprendente la combinación y la presentación de la carne de cola de buey con el pulpo. Quizá el postre (no había mucha variedad), el coulant de turrón, fue lo menos convincente. De nuevo nos encontramos con que en la carta no hay ningún vino D.O. Tarragona, y en este caso acompañamos la cena con un Bruberry Blanc de la D.O. Montsant.

Nos separan unos quilómetros de nuestro hotel, situado en la localidad de Rodonyà, por lo que dejamos Tarragona y nos dirigimos hacia allá recorriendo carreteras interiores por las que casi no circula nadie a esta hora, y así llegar a una hora prudente a esta pequeña población del Alt Camp. Para quien le apetezca una “desconexión total”, en esta época, y entre semana, por la noche no hay ningún restaurante, ni bar, ni establecimiento abierto. Tranquilidad total y absoluta.
Nos alojamos en el Hotel Rural Jordà, el único sitio recomendado por la D.O. Tarragona y que figura como establecimiento de agroturismo. Una casa adosada del pueblo, reformada y adaptada como hotel simple y con equipamiento muy básico. Somos los únicos huéspedes de este día y la familia que regenta y atiende el hotel nos explica que organizan varias actividades vinculadas al enoturismo, así como excursiones y rutas por la zona.
Quizá porque nos piden a qué hora desayunaremos el día siguiente, para que “nos lo vengan a preparar”, imaginamos que será como los que habitualmente suelen ofrecer en los hoteles rurales. La sorpresa es que nos encontramos con tostadas de pan de molde industrial, madalenas y croasans también de bollería industrial aún empaquetada con el celofán, y mermeladas y mantequillas unidosis de hotel turístico…sin ningún atractivo, y sin la opción de pan normal, embutidos, una pieza de fruta o algún producto de la zona. No nos llevamos una imagen muy convincente, ya que lo habitual en este perfil de establecimiento, es que por principio sean representativos y embajadores de los productos de la zona, y ofrezcan al visitante y turistas algo más digno y atractivo, especialmente si se promociona como “rural y de agroturismo”, que para los amantes de este tipo de hotel uno de los principales atractivos es empezar el día con un buen desayuno tradicional con producto casero y local.

Un café en un bar camino de las bodegas De Muller en Reus, y la buena expectativa que nos ofrece el plan y las visitas que hemos preparado para este segundo día de recorrido por la D.O. Tarragona, nos predisponen a positivar la situación.
En las bodegas De Muller no se hacen visitas, pero por teléfono nos atendieron muy bien y nos invitaron a pasar por las oficinas para recoger información. No hay señalización ni carteles para llegar hasta allí, o sea que lo mejor es confiar en las indicaciones de la gente local. Una finca magnífica con unas instalaciones modernas y rodeadas de viñedos, dan una idea exterior de un producto bien elaborado y de calidad reconocida. De entre la amplia gama de vinos clásicos, varietales y espumosos, de esta bodega destacan los vinos dulces y los generosos. Algunos de ellos elaborados con soleras centenarias, entre los que se encuentra el singular “vino de misa” que sigue un proceso regido por los cánones y normas del vaticano para que pueda ser santificado en la celebración eclesiástica.

Técnicamente el vino de misa es un vino dulce natural que conserva sólo los azucares naturales que provienen de la propia uva después del proceso de fermentación. Según el Código de Derecho Canónigo y la Ordenación General del Misal Romano, para la celebración de la misa es necesario un vino de uva, natural y puro, sin mezcla de substancies extrañas, y en perfecto estado. Las instrucciones dictadas para la elaboración de vino de misa remiten al productor al contenido del libro El pan y el vino eucarísticos : estudio químico-litúrgico escrito por el jesuita Eduardo Vitoriai, publicado en el año 1944.
Este manual apunta que puede tratarse tanto de un vino seco como de un vino dulce y indica todas les prácticas, obligatorias y prohibidas, durante el proceso de elaboración.
El texto dice que «la garantía de la pureza de tales vinos se confía principalmente a la escrupulosa consciencia del comerciante o fabricante2. La bodega tiene que disponer de un libro de registro para el control de cantidades elaboradas y existencias, con las hojas enumeradas y selladas por el Arzobispado. En la primera página figurará el juramento conforme se va a elaborar el vino de misa de acuerdo con las normas de la Iglesia, y cada partida se acompañará de un certificado de análisis y se nombrará a un inspector para verificar cualquier parte del proceso.
Aunque en ningún momento se especifica de si el vino debe ser blanco o tinto, antiguamente se prefería el tinto porque que su color evoca a la sangre y se distingue fácilmente del agua. A partir del siglo XVI y de acuerdo con lo que señala el primer sínodo de Milán (1565), se generalizará el vino blanco porque las manchas son más discretas.
Para adentrarnos un poco más en el interior del territorio vamos a comer al restaurante La Grava, en El Morell, que en la web anuncia un atractivo Menú KM.0 con producto de temporada y del territorio. ¡Perfecto!
El restaurante, al que se accede por un bar, es un local que sorprende agradablemente por su decoración y atractivo, que combina con elegancia la parte clásica con la moderna. La buena acogida por el personal, muy amable y atento, ayuda a encontrarse cómodo y a propiciar un ambiente cálido, puesto que una vez más, somos los únicos clientes. La carta es atractiva, así como las sugerencias y otros formatos de menú, pero apostamos por el KM.0: sopa de cebolla con langostinos, fasols ofegats con butifarra negra y huevo frito, calamar con escalibada y patata de Prades, y de postre mandarina con vainilla y malvasía de Sitges. Platos muy interesantes y sabrosos, con una presentación delicada y correcta, y basados en producto de las comarcas más cercanas de la zona marítima y del interior. Una muy buena combinación que acompañamos con un Adernats Seducció de la Cooperativa de Nulles, ¡esta vez sí!, ¡de la D.O. Tarragona!
La Grava conecta por un comedor interior con el hotel del mismo nombre, moderno y muy confortable, y que ofrece una posibilidad única y inmejorable de hacer en este sitio una “parada y fonda” en el camino, o bien como base para una ruta por la D.O. Tarragona, hacer “turismo de interior” …y un muy buen lugar para quien no quiera alojarse en las zonas más concurridas de la costa, o como alternativa a los hoteles de ciudad de Tarragona y Reus.

La tarde nos depara una agradable sorpresa con la visita concertada que vamos a hacer al Celler Sort del Castell, mucho más conocido por el nombre de la marca de vermut que elaboran: Yzaguirre. Nos recibe el señor Josep Ramon Pomerol, técnico y enólogo que lleva 30 años en la casa y que ha viajado por medio mundo para promocionar sus productos. Un personaje entrañable, de conversación amena, y con mucha cultura y experiencia, que nos cuenta las singularidades de la bodega, las historias de cada rincón y las anécdotas de todo lo que allí nos va mostrando a lo largo de la visita. ¡Fantástico! Una visita muy recomendable, gratuita, y que hay que concertar.
Evidentemente disfrutamos de lo más emblemático: la degustación de los vermuts blancos, rosados, negros y reservas de Yzaguirre,…y de la compañía de Josep Ramon, que nos sigue contando todo cuanto sabe y conoce de la casa y de estos productos. De hecho, Reus siempre ha sido famosa por este producto, pero las modas y hábitos han cambiado, y el consumo por parte de la gente joven se ha decantado más hacia otras bebidas como la cerveza.
Los vermuts, de marca o tradicionales, siguen siendo un referente en esta parte de la D.O. Tarragona, y aun tienen un público consumidor bastante fiel. El vermut forma parte de los conocidos como “vinos aromatizados”. Tomando como base vinos blancos se procede a un proceso de aromatización por maceración utilizando plantas y hierbas aromáticas como la artemisia, el cilantro, la quinina, la camamilla, el clavo, la genciana, el jengibre, la vainilla,…y hasta 150 plantas diferentes. El nombre de vermouth (y producto en sí) parece que surgió en el año 1786 cuando el clérigo de Torino, Antonio Benedetto Carpano, lo escogió para esta bebida adaptándolo de la palabra alemana wermut, utilizada para denominar una bebida aromatizada con artemisia, que sería originaria de la época hipocrática (s. V a.C.).

El proceso de maceración del vino con las plantas puede durar de seis meses a más de 12, y el grado alcohólico final suele ser de unos 15 a 18 grados, aunque algunos vermuts llegan a los 21. Además de un buen aperitivo, el vermut se convirtió en un ingrediente básico en coctelería. La tipología distingue entre el blanco (bianco), el rojo (rosso) y el seco (secco o dry). Normalmente se prepara solo, con hielo para rebajar la sensación alcohólica y mejorar el aspecto refrescante, o bien con un poco de agua mineral carbónica o sifón.
Aquí también tenemos la oportunidad de degustar un buen “vino de misa”, del que nuestro anfitrión nos detalla diversos aspectos técnicos y enológicos exigidos históricamente según los cánones católicos y utilizados, sin cambio alguno, a día de hoy para la elaboración de este vino tan particular como sabroso. Cuenta como, por ejemplo, en no pocas ocasiones debe acercarse a la bodega en plena madrugada para proceder al apagado de la fermentación, al ser imprescindible tal acción justo en el momento que el vino y la normativa lo requieren. La bodega, certificada por el Arzobispado de Tarragona para la elaboración de este vino dulce, lo distribuye a diferentes países de los cinco continentes.
Un sorbo de un vino rancio espectacular, y la presentación de otros vinos dulces que destacan entre sus productos y que nos muestra en el espacio de cata, redondean esta visita que nos convence de que hemos acertado de lleno en salirnos “del vino como tal”, y apostar por este perfil de bodega en nuestra ruta enoturística por la D.O. Tarragona.

En Reus, la tarde del viernes es muy animada, las avenidas más céntricas del casco antiguo y la zona comercial se llenan de jóvenes, parejas y familias paseando, y las terrazas de las plazas y plazoletas que se encuentran entre las calles, edificios y espacios más emblemáticos son un ir y venir de los que se reúnen, bien para una copa de media tarde o para la previa a la cena… El ambiente es realmente fantástico y uno se siente cómodo fisgoneando colmados, tiendas especializadas y todo tipo de locales de tapas, bares muy atractivos, y algún restaurante que por la fachada y la selección que propone en la carta expuesta en el exterior, aparenta ser de buen nivel.
Después de un buen paseo ojeando para escoger un sitio alternativo para cenar, tomamos una cerveza en La Ferreteria, en la Plaça de la Farinera. Una antigua ferretería que mantiene el ambiente interior y mobiliario original de principios del siglo XIX, con personal muy simpático que atiende en la barra, la terraza y las mesas, una buena selección de cervezas de importación, además de los vinos, vermuts y espumosos, y con un surtido muy atractivo de tapas y raciones para el picoteo o cenas compartidas. Como en el resto de los locales a medida que se acerca la hora de la cena, aumenta la afluencia de público.
Un nuevo recorrido entre callejones que se van ambientando y vistiendo de noche nos acerca junto al Pallol, para dirigirnos a cenar a La Presó, un restaurante céntrico decorado por la prestigiosa Estrella Salietti muy concurrido y original, que ofrece menús degustación de buenas tapas, y raciones y platos para compartir. Nos apetece la selección que nos recomienda un camarero muy atento, que con desenfado y buen rollo, nos recomienda la que se compone de las patatas bravas con curry La Presó, la coca de pan con tomate y paleta ibérica, las croquetas de carn d’olla, la ensaladilla especialidad de la casa, y el chuletón de 300 grs, todo para compartir. ¡Ideal!
Lo acompañamos con un vino del Celler Mas Roig del Priorat a granel, servido en una botella personalizada que combina perfectamente con la variedad de sabores y combinaciones de la cena. Aún antes de marchar, y puesto que ya es casi nuestra última parte de la ruta, creemos que la ocasión se merece un buen gintonic en la barra, y aprovechamos un poco más el ambiente festivo nocturno de esta encantadora ciudad.
Evitamos el desayuno del hotel rural de Rodonyà, y nos vamos a la Fonda Mas Pages, en la entrada del pueblo, que ya teníamos ojeada y presentimos que allí encontraremos “lo que buscamos”. El instinto no ha fallado, es un local de ambiente popular, y la magnífica e impresionante brasa que se ve al entrar invita a empezar el día con unas tostadas de pan de payés y algo de carne a la brasa, de entre todo lo que nos ofrecen, para un desayuno auténtico. Servicio amable, distendido, y gente del lugar o de los alrededores que va llegando para “empezar el día con buen pie”. La familiaridad y el trato es agradable, las tostadas exquisitas,…y la carne (pedimos conejo) perfectamente asada por el exterior y bien cocida. Se ven pasar platos para otros comensales que aprovechando que es sábado hacen un verdadero “desayuno de tenedor”, y el local se va llenando de grupos de jóvenes y mayores que se deduce que ya lo tienen como lugar de encuentro habitual. Tienen una carta de platos tradicionales y de temporada, y una buena selección de carnes a la brasa (costillas de cordero, cerdo, conejo, pollo, butifarras…), que se pueden comer durante todo el día. Un vino a granel potente, unos cafés,…y satisfechos por este inicio de jornada, nos dirigimos a la última visita de la ruta.

Los vinos de Vinya Janine son de “producción integrada”, un concepto supervisado por el Consell Català de la Producció Integrada, que apuesta especialmente por la calidad y la sostenibilidad. La bodega es de la misma familia que regenta el Hotel Jordà, y organizan paseos en carro o a caballo por las viñas, cursos de cata, y actividades enoturísticas o de perfil agrario con el tema del aceite.
La producción no es muy grande, y en la agrotienda se pueden degustar y comprar los vinos, de los que destacan el syrah monovarietal y el PEI 2006. Josep M. Saumell es quien dirige la empresa, y nos hace la visita por la bodega que provisionalmente ahora está situada en una nave, y nos cuenta la historia de sus vinos y las novedades y coupages que han ido trabajando recientemente para ampliar la gama de esta marca. El Vinya Janine Xarel.lo Vermell Muscat es uno de los más bien puntuados de esta D.O.
Dos días y medio intensos recorriendo varios puntos de la D.O. Tarragona, para conocer parte de su gastronomía, paisajes, gentes y productos. Todo ello con el vino como factor identitario, y precisamente, es el propio vino de la D.O. Tarragona el que está menos presente en los lugares claves del territorio donde come, cena, desayuna o pasea el visitante y el turista.
Precisamente en Tarragona, Màrius me apuntó que tiene su sede la Universitat Rovira i Virgili, única en Catalunya que cuenta con una Facultad de Enología, donde los alumnos, además de aprender y experimentar, elaboran sus propios vinos en la finca experimental Mas dels Frares, ubicada en el municipio de Constantí. Razón de más por la que el sector de la restauración, hostelería y comercios más o menos especializados, deberían ser más sensibles a los vinos de su D.O. Tarragona, y no relegarlos a un segundo o tercer plano,… O peor aún, ni siquiera ponerlos en las cartas y espacios privilegiados para promocionarlos.
Por triste que sea, esto no pasa solo en la D.O. Tarragona, nuestro día a día que nos lleva a recorrer diferentes zonas vitivinícolas catalanas, nos constata que en pocos casos los vinos de la zona son los ofrecidos en primera instancia, los más recomendados, o los servidos de antemano para que sean un poco más conocidos.
Cuando se ha conseguido un buen nivel de productos, reconducir los perfiles de vinos y dotarlos de categoría gracias a la tecnología, el esfuerzo, las ayudas administrativas y las inversiones privadas,…y “la gloria” para algunos que salen bien puntuados en las mejores guías mundiales (y que también ayuda a dar a conocer otros productos locales…). Es increíble que a estas alturas no haya suficiente esmero, capacidad y sensibilidad para promocionar los vinos de cualquier denominación de origen catalana, y quien debe apostar por ellos, no cree o renuncia de estos.
Si en la restauración y hostelería, un buen número de establecimientos dirigidos por buenos profesionales, asumen lo importante que es para promocionar el territorio y el país, ofrecer menús tan sugerentes como los de KM.0, platos de producto autóctono y de proximidad, cocina de temporada y de mercado de… ¿por qué los vinos y cavas no son parte de esta oferta?
Espero que este reportaje sirva para que quien se plantee una ruta por la D.O Tarragona apueste por pedir y reivindicar que la mejor compañía para un producto KM.0 es un vino KM.0.