La Denominación de Origen de Vinos de Madrid cuenta con unas 45 bodegas y 2.500 viticultores, que producen cerca de cuatro millones de botellas al año. De ellas, cerca del 30% se exportan fuera de España, fundamentalmente a Alemania, Bélgica o Estados Unidos, aunque cada vez más se llevan hasta China o Japón.
El vicepresidente regional, Ignacio González, reafirmó este viernes el apoyo del Gobierno al sector del vino de Madrid, que con su apuesta por la ecología y la innovación ha logrado hacer en pocos años un producto de calidad.
Emplea a 30.000 personas
González ha visitado una bodega en el municipio de Pozuelo del Rey, donde ha insistido en que la industria agropecuaria es «fundamental» para su Gobierno, ya que aporta el 1% del PIB de Madrid y da empleo a más de 30.000 personas, permitiendo mantener la vida de muchos pequeños pueblos que han visto en el desarrollo de la agricultura una oportunidad de despegue económico.
En el caso concreto del vino, González ha subrayado que en los últimos años Madrid ha logrado desarrollar una industria «de vanguardia, muy tecnológica e innovadora» que ha conseguido hacer productos «de mucha calidad en muy poco tiempo».
Cartas con caldos españoles
Unos productos que «nada tienen que envidiar» al vino de otras zonas de España y pueden competir de igual a igual en un mercado de por sí muy complicado, como lo prueba el hecho de que el 80% de los restaurantes de mayor prestigio de la región tienen en sus cartas caldos madrileños. Para González, es una «enorme satisfacción que lo que hace unos años parecía imposible, competir en este sector hoy sea una realidad gracias a la apuesta por la calidad y la innovación de estos empresarios».
Se mantendrán las ayudas
Y para seguir apoyando este sector, ha dicho, el Gobierno regional mantendrá las ayudas (que en los últimos años han alcanzado los 80 millones de euros) y fomentará la imagen de marca. A través del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), se seguirán impulsando las investigaciones para mejorar cultivos y su rentabilidad, estudiar variedades más apropiadas, recuperar variedades de vid autóctonas, evaluar la resistencia a enfermedades, conocer el estado de las vides y controlar rigurosamente la elaboración para garantizar la calidad final del producto.