Cigales, un territorio a descubrir

En España no dejan de surgir denominaciones con propuestas interesantes. A las clásicas, se van incorporando otras que piden a gritos ser descubiertas

Juancho Asenjo

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En los últimos 40 años hemos visto emerger un buen número de denominaciones de origen que han alcanzado un alto nivel de calidad junto a un gran éxito comercial: Rías, Baixas, Valdeorras, Ribeira Sacra, Bierzo, Priorato, Ribera del Duero, en diferentes territorios de las Islas Baleares y Canarias

 

En países como Italia, confluyen diferentes zonas vinícolas en una región y la misma variedad sin ningún problema con identidad propia que han encontrado su mercado. Ejemplos como el Piamonte y la nebbiolo: Barolo, Barbaresco, Gattinara, Ghemme, Lessona, Cremma, Bocca, Roero… En Toscana sucede con la sangiovese: Brunello y Rosso di Montalcino, Vino Nobile y Rosso di Montepulciano, Chianti Classico y el resto de chiantis, Morellino di Scansano, Montecucco, Carmignano…

 

La uva tempranillo, con sus distintas nomenclaturas, es la variedad tinta más extendida en Castilla y León, donde ya ha mostrado su potencial en Ribera del Duero, Tierra de Castilla y Toro. Cigales ansía alcanzar su propio espacio con sus 2.000 hectáreas y 32 bodegas, donde se vislumbra más potencial que resultados.

 

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Cigales ofrece grandes condiciones para elaborar vinos de calidad: el ciclo vegetativo es más largo que en Ribera del Duero, el PH es más bajo, la evolución de los vinos es más lenta, los vinos son menos abruptos y violentos con una textura continuada. El conjunto de variedades ignotas crea una personalidad encomiable en los vinos que los diferencia de otros sin haber sido explotado y dado a conocer hasta la fecha.

 

 

Tres etapas bien marcadas entre los tintos

 

Tres son las etapas que se pueden encontrar en la evolución de los tintos. Para hablar de sus comienzos, hay que remontarse al año 1985. Podríamos hablar de la Prehistoria de Cigales como primera etapa que abraca desde los 80 hasta comienzos del siglo XXI.

 

Es una época de búsqueda con escasos conocimientos técnicos y sin experiencia donde era más importante la bodega que la viña. Faltaban medios, pero había ilusión. Se prefiere imitar modelos de éxito cercanos que interpretar su propio territorio. Los vinos eran hijos de su época con exceso de extracción, taninos duros, potentes y poco finos con deseo de durar en el tiempo. Existían tipologías como Reserva y Gran Reserva, que han ido desapareciendo o dejando de tener importancia. Las bodegas cuyos vinos han aguantado mejor han sido Concejo y Museum Real.

 

 

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La segunda etapa podría considerarse como los Inicios que abarca desde comienzos del siglo XXI hasta 2018, más o menos. Se nota la llegada de inversiones que repercutirán en la modernización de las bodegas, principalmente del parque de barricas. El éxito de Ribera del Duero influirá en el estilo de los vinos. Los vinos característicos de esa etapa son opulentos, golosos con las maderas demasiado presentes, mientras la ambición en los productos da la espalda al terruño. Mejor resultado en los menos ambiciosos.

 

La tercera época es en la que se encuentra inmersa la denominación en estos momentos, naciendo con la cosecha 2019. Se podría llamar de Asentamiento. Período donde todavía conviven diferentes visiones con estilos que chocan: unos siguen manteniendo la Ribera como modelo, mientras otros buscan una identidad propia con mayor tipicidad. Se empiezan a ver caminos interesantes. Surgen vinos con mejor definición aromática, mayor ligereza y frescura, menos madera con más fruta. La textura uniforme sin rupturas. Los taninos más maduros y suaves. Aparece el terruño con una concentración natural gracias a los rendimientos bajos del viñedo viejo. Van surgiendo unas bodegas mientras otras se van asentando: Museum Real, Concejo, Traslanzas, Torondos, Sinforiano… De otras e espera más como César Príncipe, Valdelosfrailes (Grupo Matarromera), Protos, Frutos Villar y las nuevas que van apareciendo en escena.

 

Los claretes han sido el buque insignia de Cigales, como lo fue en Ribera del Duero. Vinos elaborados con mezcla de uvas tintas y blancas en diferentes proporciones que realizan una fermentación parcial en contacto con las pieles y consiguen un característico color intenso rosado. La historia se escribe en clarete hasta el inicio de ambas denominaciones de origen donde los tintos han acaparado los puestos más notables. Son parte fundamental dentro de la identidad del territorio, así como orgullo de la tradición. Las bodegas continúan elaborando sus claretes y, en la actualidad, rosados al estilo provenzal porque el exceso de color es penalizado en el mercado de rosados actuales, como exige el consumidor de hoy. Hay un mercado pequeño para estos vinos, pero de fieles que se concentra entre Valladolid y Palencia.

 

Los blancos son todavía escasos y con poco peso, vino que completan la gama. Castas más extendidas como la verdejo junto a la escasa, personalísima e interesante garnacha gris (espléndida la de Salvueros) son minoría.

 

Se ve presente y futuro con más luces que sombras

Cigales tiene todo para ser una denominación destacada: cuenta con más viñedo viejo que la cercana Ribera del Duero (el 10% del total); hay grandes terruños que se están comenzando a descubrir; la mayoría son bodegas familiares con una larga tradición vitivinícola y su clima y suelos son privilegiados.

 

Hay varios problemas de fondo que no dejan ver el bosque. Son escasas bodegas en la DO (sólo 32) siendo pocas las que llevan el peso de la calidad. Una característica de todas las denominaciones emergentes que se han asentado es el liderazgo con nombres que trasciendan el territorio y abran camino al resto. En Cigales no hay referentes nacionales ni vertebradores de la denominación porque las grandes marcas son las que hacen territorio. El peso de Museum Real, del grupo riojano Barón de Ley, no ha sido suficiente. Los comienzos son poco tiempo después que Ribera del Duero, Priorato, Bierzo… Y estas denominaciones se han asentado porque nacieron con grandes personalidades reconocidas que tiren del carro.

 

Lo que no se cuenta no existe. El líquido que va dentro de una botella sólo es parte del éxito final. La prensa no considera el territorio porque adolece de falta de comunicación no conociéndose la evolución de los productos. El cliente nacional es reacio a probar los vinos porque los desconoce con un mercado que da pocas oportunidades a las denominaciones nuevas. Fuera de España, cuando los prueban, gustan al consumidor. Hay menos prejuicios probando vinos nuevos porque en España hay miedo a lo diferente y a salirse del rumbo establecido. No catar a ciegas perjudica al vino que no es conocido ni reputado y es el caso de Cigales.

 

Uno de los grandes desafíos del CRDO es trabajar junto al YTACYL (Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León) apoyando el estudio y recuperación genética de las 32 variedades que se encuentran en el viñedo viejo que aportan esa diferenciación que hace de Cigales una zona con potencial. Otros desafíos son el reducir el vino no embotellado o el de abandonar precios bajos con vinos que provienen de viñedo viejo. Son dos garantías de fracaso.

 

Vivimos en tiempos de pensamiento único con la globalización del vino, donde hay un monopolio de vinos fluidos y ligeros en un mercado actual colonizado por el gusto imperante apoyado por los prescriptores. Cigales no ha de esforzarse para conseguirlo. Las zonas que han sido históricamente el modelo de Cigales están elaborando vinos como los que se podrían producir en Cigales por sus condiciones. El consumidor se deja influir en exceso por las modas y por las marcas y el reto es buscar el nicho comercial de personas que se atrevan a probar zonas diferentes. Se ve ilusión en los productores y ese es el comienzo de un cambio que vive aún su adolescencia.

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