Alvia: un vino en el Camino

En Ventosa (La Rioja), Bodegas Alvia sorprende al peregrino que ha de pasar por su puerta camino de Compostela

César Álvarez

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Cuando el peregrino abandona Ventosa y continúa por la Ruta Jacobea, se encuentra con un edificio a su izquierda jalonado por dos robustos olivos milenarios. Son las bodegas Alvia. En la entrada, una pequeña concha esculpida en el muro le recuerda que ya sólo le restan 593 kilómetros hasta la tumba del Apóstol Santo.

 

A la derecha, en un jardín bien cuidado, el peregrino puede observar un renque de cada una de las variedades habituales en Rioja. Cada una presenta las singularidades de sus hojas y la diferenciación de sus racimos.

 

Al cruzar la puerta se descubre una bodega coqueta, pequeña, pero bien cuidada, donde Alfredo Bernáldez -en 2003- hizo realidad su sueño de elaborar sus propios vinos monovarietales con las distintas variedades de Rioja. «En su momento fui uno de los primeros en elaborar un vino 100% garnacha… ahora ya hay muchas bodegas que lo hacen», reconoce este enólogo apasionado de su trabajo.

 

En 2014 reestructuró la bodega para integrarla en el Camino de Santiago y aprovechar el flujo de peregrinos; el logo de la cepa y la concha que identifica a la bodega es toda una declaración de intenciones. A ellos dirige una de sus acciones más exitosas. Les vende una bota de vino, que llena con su vino crianza. Es un recuerdo curioso que acompaña a los peregrinos hasta Compostela y que luego viaja como un tesoro a sus lugares de origen.

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Bodegas Alvia

Bodegas Alvia es una bodega pequeña que elabora grandes vinos, que en su mayoría viajan a los mercados de Estados Unidos, Centroamérica y algunos países del Viejo Continente. La exportación es el destino del 90% de sus vinos.

 

Mileto (blanco y tinto joven, crianza, reserva y gran reserva) es la gama de volumen de la bodega y Livius constituye la alta gama que está especialmente valorada en la alta gastronomía. Son muchos los estrellas Michelin que cuentan en sus cartas con estos vinos.

 

Uno de los signos distintivos de los vimos premium de Bodegas Alvia es su larga estancia en botella. La garnacha llega hasta los 11 años, y merced a esa línea de trabajo, Alvia presenta también blanco y rosado reservas.

 

La producción de Alvia es pequeña, en torno a las 150.000 botellas al año. Es el resultado de unas viñas viejas que se ubican en el entorno de Huércanos y Cárdenas. «Son viñas viejas, con una producción muy reducida. Se vendimian a mano, y la uva se recoge en cajas de 18 kilos. Nosotros no tenemos tolva, van directas a la mesa de selección», señala Bernáldez.

 

Con frecuencia, esas viñas viejas (casi siempre centenarias) que dan lugar a los vinos de la más alta calidad en la bodega apenas llegan para llenar más de 4.000 o 5.000 botellas.

 

Entre esa gama alta, sobresale la ‘joya’ de la bodega. El vino Anthos (flor en griego) elaborado con tempranillo y graciano pasa en la barrica 26 meses, pero luego descansa en la botella entre 12 y 13 años. Ahora está a la venta el Gran Reserva 2006.

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Bodegas Alvia

El visitante tiene la oportunidad de conocer todos los vinos que oferta la bodega en una tienda que se abre al Camino con una enorme cristalera, y si lo desea, con sus visitas puede seguir paso a paso el trayecto que sigue la uva,

 

Los depósitos de acero inoxidable, la acogedora sala de barricas o ese cementerio donde descansan las botellas constituyen postales de un proceso que, en el caso de Alvia, culmina muchas veces en la mesa de grandes restaurantes de medio mundo. «Nosotros no podemos competir con las grandes marcas y nos cuesta llegar, pero cuando nos prueban valoran nuestros vinos y se quedan en las cartas», señala orgulloso Alfredo Bernáldez.

 

Experiencias

 

La bodega ofrece varias experiencias a los visitantes, desde la más básica que incluye una visita guiada y una cata de tres vinos (mosto para los niños) con un aperitivo de embutido del pueblo hasta la posibilidad de participar en un juego de Escape Room en el que el equipo (entre 8 y 25 integrantes) tendrá que abrir cuatro barricas de vino que esconden la información necesaria para detener la cuenta atrás antes de que esta acabe.

(Fotos: Sonia Tercero)

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