Vinos de Patio, la chispa del cambio

Cinco jóvenes viñateros, hijos de productores de uva y vino en garrafas del Valle del Itata, decidieron dar un giro a su destino, gracias a la intervención de un joven enólogo asesor y su visión innovadora.

Mariana Martínez

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Van llegando de a uno: Luis, el mayor y con más medallas ganadas en concursos regionales, Pablo, ‘el talento’, quien siempre soñó con vivir en el campo, pero no lo vio como una opción, Ronald, el bueno para las ventas y los contactos, y Vilma, la tímida, hermana menor de Herman, a quien reemplazó en el grupo tras su muerte el año 2022. El último en sumarse al encuentro es Elier, el presidente, bueno para cotizar y organizar; “llega justo para la foto” dicen todos juntos mientras se ríen.

 

Estamos reunidos en la tienda Vinos de Patio, el espacio físico donde se venden los vinos que producen cada uno de los cinco jóvenes viñateros. Vinos de Patio es la única tienda abierta a púbico en toda localidad de Guarilihue; algo curioso siendo éste el epicentro del vino vino del valle del Itata. Tan curioso e innovador como la historia que los unió hace casi 10 años.

Vilma Díaz, Pablo, Luis, Elir y Ronald
Vilma Díaz, Pablo Solís, Luis Lagos, Elier Ortiz y Ronald Vera en el local de Vinos de Patio.

Era 2015 y Demy Olmos, agrónomo enólogo chileno, llegaba al valle del Itata desde Estados Unidos para hacerse cargo de un proyecto en la entonces región del Biobío (hoy nueva Región de Ñuble). Era un servicio de asesorías técnicas y de infraestructura cofinanciadas por el Gobierno y usuarios atravesaron de INDAP (Instituto de Desarrollo Agropecuario), para el mejoramiento de los negocios de viticultores campesinos no tan pequeños.

 

Olmos, hoy enólogo asesor de la Comuna de Coelemu, nos cuenta que para ejecutar el proyecto le asignaron una cartera con cerca de 29 viñateros; la edad promedio era de 75 años. Él quería que mejoraran los vinos que vendían a granel o en garrafas de 5 litros, para embotellarlos en formato de 750 ml y poder rentabilizar mejor sus uvas; en aquel momento con precios muy bajos en el mercado.

 

La generación que hizo el cambio

 

“Yo les decía: sabe que su vino quedó dulce, porque usted no monitorea las fermentaciones, no está pendiente de las cosechas, no limpia correctamente sus lagares, tiene uvas sobre maduras… Me decían: para qué cambiar, vendo barato, pero vendo. Me di cuenta que el viejito que llevaba 35 años haciendo lo mismo, no iba a cambiar. En esa desesperación decidí trabajar con gente joven, que quisiera aprender, o más bien que tuviera ganas de aplicar algunos tips que yo le pudiera dar”.

Demy Olmos, el enólogo con el que empezó todo.
Demy Olmos, el enólogo con el que empezó todo.

El problema siguiente, cuenta Olmos, es que pocos de los 29 tenían hijos en la zona. “Hablé primero con Luis Lagos papá, que era usuario mío, y con el hijo, Luis. Y ahí me dijo que sí tenía ganas de hacer vino. Después, hablé con Pablo Solís, yo no veía a su papá, pero por medio de Luis llegué a hablar con él. Ahí tenía un segundo. Por medio de Pablo, se acercó Ronald Vera. Ellos se contaban entre sí que había llegado un enólogo y que quería que hicieran vino. Así, llegó también Herman Díaz. A Elier Ortíz lo invité porque trabaja en la bodega de un tío y era muy curioso”.

 

Los cinco tenían varios factores comunes: además las ganas de hacer vinos para embotellar, tenían espacios para vinificar y uvas del campo de sus padres. A los cinco los consiguió en Guarilihue. Los que no estaban y volvieron, fue por problemas de salud de sus padres.

 

Unidos en Vinos de Patio

 

Pablo era el que tenía el espacio más grande dentro de la bodega del papá, pero los demás se las arreglaron para hacer el vino en sus patios o galpones. Por eso, cuando Olmos mostró a las autoridades sus vinos de variedades del lugar, a ciegas, estaban convencidos de que eran europeos, y quisieron darles un empujón por la calidad que mostraban, Demy les sugirió unirse y llamarse Vinos de Patio. El nombre hablaba de las pequeñas producciones de cada uno.

Emblema de Vinos de Patio.
Emblema de Vinos de Patio.

En las estanterías de Vinos de Patio, atendida por Viviana, hermana mayor de Herman, podemos ver los vinos de todos, separados por grupos. La gran familia suma cerca de 20 etiquetas, entre vinos pet nat, blancos, rosados, tintos y dulces. La mayoría de ellos, pasaron de 1.000 litros a más de 8.000 al año y tienen varias etiquetas. Pablo y Ronald incluso exportan a Nueva York sus vinos de país y cinsault, bajo la marca Verasolis.

 

Luis Lagos, es Viña Luis Lagos y su etiqueta estrella es Nüyün, también de cinsault y país. Los vinos blancos de Herman y Vilma son de Viña Hermanos Díaz, y el favorito, desde los inicios es su torontel seco llamado Gran Delito. Los cinsault y país de Pablo, se venden bajo las etiquetas Vinos EL Guindo. Elier vende sus vinos como pan caliente en su bonita bodega, camino a Coelemu, bajo la marca familiar Viejo Encino.

 

Luis recuerda que partió con tres o cuatro barricas, “bien alejadito de lo que era el pipeño para garrafas que hacía mi papá. Antes se ganó mucha plata con las garrafas de vidrio o chimbombos plásticos de 5 litros. Los que compraban el granel era para lo mismo. Ya después se masificó la industria con vinos baratos en supermercados”.

 

Herramientas colectivas

 

Vinos de Patio recibió sus primeros fondos de INDAP, por ser un colectivo mayoritariamente integrado por menores de 35 años. Compraron maquinarias que pudieran compartir, diseñaron buenas etiquetas, grabaron sus corchos con su rótulo, y contaron con una psicóloga para identificar sus fortalezas y ayudar a empoderarlos. “Eran vecinos, cuenta Olmos, pero no eran amigos, por eso en las primeras reuniones nadie hablaba. En la última, ya hacían bromas, se prestaban cosas entre ellos. Necesitábamos que se creyeran el cuento, que se empoderaran de lo que estaban haciendo; que se sintieran seguros de que la uva que tenían era buena”.

Tienda de Vinos de Patio
Tienda de Vinos de Patio, con todos los vinos de sus socios a la venta,

Dudaban entonces, cuenta Pablo, en pedir 8.000 o 10.000 pesos por una botella, cuando antes vendían los 5 litros a 3.000 o 4.000. “Pero sabíamos que era otra calidad, otro trabajo. Al inicio hablábamos muy poco en las ferias, contábamos un poquito la historia de la familia, pero la presentación de los vinos la hacía Demy. Nos llevaba en su auto, con su familia, a conocer otros valles y a otras viñas, para conocer de lo que hacían los demás”.

 

Vilma recuerda cuando su hermano empezó a hacer vino y a salir a las ferias. Lo ayudaba en la vendimia porque estaba 100% en el campo. Cuenta que este año van a intentar hacer algo de vino de nuevo, porque les ha sido difícil siendo todas mujeres en casa. Desde que empezó Vinos de Patio tomó el turismo con su mamá; “ella tiene su cocina (Doña Vilma), con eso nos apoyamos y complementamos”.

·El turismo rural es una realidad en
El turismo rural es una realidad en Guarilihue.

Elier, el presidente, dice que el gran beneficio de ser parte de Vinos de Patio ha sido poder mostrarse y crecer más rápido, porque individualmente iba a ser difícil. “Desde el inicio que nos ponemos de acuerdo para comprar botellas, corchos, también compramos equipos y los vamos haciendo rotar entre bodegas. Las asesorías, las hemos podido tener porque trabajamos en conjunto”.

 

“En lo personal, recapitula Ronald, me ayudó porque cuando partí este era el negocio de mi papá. Yo empecé con mi proyecto independiente y me permitió conocer enólogos, viñas boutique, y ahí empecé a venderles la fruta o vino a mejor precio. Ellos vienen y me dicen qué necesitan y para qué país”.

 

Un viaje a España

 

Gracias al último proyecto de financiamiento por cinco años, pudieron viajar el año paso a España para abrir nuevos más mercados, conocer otras realidades y aprender de viñateros con producciones limitadas como ellos. Lo más importante del viaje fue ver el trabajo meticuloso en el viñedo, como cuidan la salud de sus vinos día a día y sus bodegas climatizadas. “Aquí le decimos bodega a una pared con techo. Super bien, pero venden sus vinos al triple o más que nosotros”, reflexiona Ronald.

Cinco viñateros con sus vinos
Los cinco viñateros creadores de Vinos de Patio con sus vinos.

Pablo se suma a la reflexión. “Antes, dice, uno no elegía mucho qué iba a hacer en su futuro. Yo me fui a estudiar mecánica a Tomé, no me gustó y quería puro terminar. Volví a los 18 porque mi papá se enfermó y me hice cargo del trabajo de las viñas. Ahí sí supe lo que era trabajar, me hice cargo de todo, vendimia, vender el vino, envasar, repartir. Reunidos como Vinos de Patio no hemos sido ambiciosos con el dinero, hay años que no se gana nada. Incluso hay que dedicarse a otra cosa para meterle plata al vino. Si no fuera por los aportes de fondos, dice riendo, andaríamos todavía por ahí haciendo dedo. Yo hacía astillas (leña para estufas) sembraba chacas, papa, maíz, choclos, lo que podía vender. A uno le tiene que gustar, si fuera por dinero no estaríamos acá”.

 

En perspectiva, Vinos de Patio, dice Demy, es un proyecto muy interesante, porque fue la primera empresa de jóvenes en la comuna de Coelemu, y pudieron ver que los vinos embotellados hechos de buena forma son interesantes para el consumidor de vinos y para el turismo. “Recuerdo que me tocó organizar fiestas costumbristas y había solo dos marcas en la comuna, y con etiquetas muy precarias. Ahora podemos hacer nuestras actividades con 24 marcas de Coelemu”.

 

A corto plazo, el colectivo planea hacer un vino colaborativo. Tienen la botella y la etiqueta, falta hacer la mezcla y embotellar. La idea les tiene entusiasmados, a pesar de la competencia desleal que ven cada día, especialmente en ferias. Ahora hay vinos embotellados con las mismas cepas, mismo origen, mismos costos, a precios mucho más bajos, y no pueden competir con ellos. Demy aprovecha a mandarles un mensaje: está bien cada uno tenga su propia viña, pero cuiden Vinos de Patio, la marca que les ha permitido crecer. 

Los elegidos de Vinos de Patio

Gran Delito Torontel 2021, Valle del Itata

Gran Delito Torontel 2021, Valle del Itata

El primer blanco que hizo Hermán con uvas propias. Las fermentó sin pieles en un pequeño estanque de acero inoxidable, y controló la temperatura con bidones de agua congelada dentro del estanque. Con tapa de rosca, es seco, más corpulento que ligero, más floral que frutal. De acidez justa y gran volumen, recuerda en boca a duraznos y damascos.

 

Viejo Encino Semillón 2020, Valle del Itata

Viejo Encino Semillón 2020, Valle del Itata

Elías decidió que tuviera seis meses de guarda con sus pieles en tinajas de greda y dos meses más en barricas de roble francés. Antes, las uvas se despalillaron en las zarandas típicas de la zona (mesas de colihues o bambú). En nariz, el vino tiene notas herbales y a caramelo de piña. En boca, rica acidez, el agarre del tanino aportado por las pieles y un gran volumen. Su final es levemente amargo, y eterno. Tiene apenas 12%Vol. Para guardar por mucho tiempo.

 

Prófugo Cinsault 2023, Secano Interior (Coelemu)

Prófugo Cinsault 2023, Secano Interior (Coelemu)

Con paso por barricas de roble francés, es el cinsault de Ronald. Proviene de sus viñedos en Guarilihue Alto, a 220 metros sobre el nivel del mar y suelos de granito; de ahí su buen agarre en boca. Destaca por su sabrosa sensación de fruta negra. Nacido de un año de incendios, se siente la calidez de su verano y un dejo a humo en su final, sin dejar de ser jugoso en boca. Una cicatriz bien llevada. ¿Su nombre? Tres generaciones atrás, el productor de sus campos se vio forzado a esconderse en Guarilihue, acusado de un crimen que no cometió.

 

Guindo Cinsault 2020, Secano Interior (Coelemu)

Guindo Cinsault 2020, Secano Interior (Coelemu)

Elaborado por Pablo Solís con uvas propias de un viñedo conducido en espalderas (85%) y en cabeza (25%). Entre medio de sus notas a frutas rojas y sensación vibrante en boca, destacan notas de eucalipto. De muy rica acidez, es como su hacedor: el tinto con el carácter más joven e irreverente del grupo. Se fermentó en acero y se guardó en barricas usadas.

 

Nuyun

Nüyün País 2022, Secano Interior (Coelemu)

Con mucha razón, los cinsault de Luis suelen ganar concursos locales, y éste tinto de país le viene pisando los talones. Fermentado en acero y guardado en barricas, es ligero en boca, con sabor a frutas rojas maduras, y con un tanino muy amable. Un país fácil de beber, como pocos. Domado por la experiencia, como su autor, el mayor del grupo.

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