La esperada Cata por Parejas, organizada por Vila Viniteca cada año alternativamente entre Barcelona y Madrid, celebró ayer su decimocuarta edición en la Casa de la Llotja de Mar (Barcelona). La pareja que se alzó con el primer premio fueron Boris Olivas y Alberto García, ambos de Madrid.
Boris Olivas es catador de la Guia Peñín, y Alberto García, sumiller de La Caníbal, en Lavapiés. La pareja obtuvo un premio de 30.000 euros al ganar el concurso Cata por Parejas de este año. Los que conquistaron el segundo puesto, premiado con 7.000 euros, fueron Roberto Santana, de Tenerife, y Alfonso Torrente, de Lugo, ambos viticultores y enólogos de Envínate. El tercer lugar, con 3.000 euros, fue para el francés Didier Sánchez, responsable de una empresa de limpieza, y el franco-húngaro Attila Aranyos, profesional de la biotecnología.
Este año, al igual que los anteriores, participaron 120 parejas que cataron 7 vinos a ciegas en la fase clasificatoria de los que tuvieron que determinar país, zona, denominación de origen, variedad de uva, añada, elaborador y vino. Solo diez parejas pasan a la Gran Final, donde se catan 7 vinos más de los que se tiene que acertar los mismos parámetros. Los vinos que se cataron en la Gran Final fueron: Billecart-Salmon Elisabeth Salmon 2008; Lagar de Sabariz A Pita Cega 2016; Pedro Parra Miles 2019; Domaine de la Côte La Côte 2018; Cayuse Vineyards Bionic Frog 2018; Mas Estela Dolç Natural 1990 y Oremus Tokaji Eszencia 2007.
Según la organización, durante el certamen de este año se emplearon 6.500 copas Riedel -3.000 en el concurso y el resto en el showroom de vinos para el público asistente- y se abrieron 1.100 botellas.
En esta edición, la pandemia dio un respiro y sí hubo público, a diferencia del año pasado. Más de 1.000 personas asistieron al evento en el que se degustaron 360kg de más de 65 variedades diferentes de quesos y se probaron vinos de más de 40 bodegas.
“Este premio ofrece una excepcional oportunidad de cata a todo tipo de personas, profesionales y amateurs, su objetivo es promocionar la cultura del vino y su principal singularidad es el hecho de catar en pareja, ya que obliga a consensuar con el compañero las sensaciones, los sabores y los olores percibidos”, explica la organización.