Pamela Federici y Ricardo García estudian el cambio climático en la vid

El cambio climático es un hecho, y un eje de discusión constante por las causas que lo desencadenan. El vino, entre la espada y la pared, debe tomar cartas en el asunto pero cuenta con muy poca información. Esta nota suma las voces de Pamela Federici y Ricarlo, ‘Charly’, García, dos ingenieros agrónomos que vienen observando el cambio climático y como afecta a la producción.

Mariana Gianella

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El cambio climático es un hecho, y aun así es un eje de discusión constante, no tanto por lo evidente de su presencia,  sino por cuáles son las causas que lo desencadenan. Sea como sea, creo que ante la evidencia del cambio, es urgente que el foco se ponga mucho más en la reacción que en el motivo. El vino se ve entre la espada y la pared, debe tomar cartas en el asunto y cuenta con muy poca información para la toma de decisiones. Esta nota suma las voces de Pamela Federici  y Ricardo ‘Charly’  García, dos ingenieros agrónomos con vasta experiencia en viñedos orgánicos y biodinámicos que vienen observando desde lugares diferentes el cambio climático, y como afecta a la producción. ¿cuáles son los diagnósticos y las posibles medidas de corto y mediano plazo?

Pamela Federici
Pamela Federici trata de brindar soluciones a través de CREA e IndaGAP.

En tiempos apocalípticos es difícil abarcar todo lo que sucede. El vino viene bamboleándose al ritmo de las olas de calor y las lluvias torrenciales. Las innombrables piedras que tanto sueño han robado, las heladas a destiempo, el esplendor de un río Mendoza con caudal inaudito; los vientos sorpresivos y agobiantes, el tan temido fuego haciendo ceniza lo que hasta ayer fue trabajo. Es un tema difícil de abordar, pero la parálisis o la negación deben ser la más dañina de todas las reacciones posibles.

 

Ricardo ‘Charly’ García, es ingeniero agrónomo y además de hacer una labor muy importante en CREA(Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola), es asesor de diversas empresas vitivinícolas en todo el país. Tiene una visual muy importante de los cambios que se han producido en la última década y nos cuenta:

 

“El calentamiento global está cambiando el mapa global de la viticultura. Por ejemplo está definiendo nuevas zonas que antes eran imposibles de cultivar, y dejando otras atrás. Los estándares de calidad cambian, porque los eventos fenológicos se adelantan y son más estrechos, o sea la fecha de floración-envero y la fecha de envero-madurez se vuelve más chica, esto cambia el perfil de las uvas y de las variedades. Obviamente, también lo que importa es la disponibilidad de agua por el derretimiento de glaciares. Este es un año particular, en Argentina hubo mucha agua, pero los últimos 10 años -no solo acá sino en el mundo-, obligaron a poner zonas bajo riego que antes no lo usaban. Eso trae algunos percances porque la realidad de tomar agua de zonas que tienen muchísima contaminación por años de antropomorfismo, hace que obtengas uvas con alta demanda biológica de oxígeno (DBO) o alta salinidad, lo que pasa en muchas partes de España y el sur de Francia, por ejemplo”.

Ricardo García
Ricardo ‘Charly’ García ha seguido los cambios vividos en la última década.

“El otro tema es que los rendimientos cada vez son más bajos. Los calores o las olas de calor del año pasado fueron un ejemplo para Mendoza y el anteaño pasado lo fue para Europa, donde las temperaturas y el déficit de presión de vapor hacen que la falta de humedad haga transpirar más a las variedades, y quieran consumir más y más agua. Cuando no hay tanta agua para abastecer esa cantidad de uva, primero la sacan de las hojas y después de las mismas bayas; entonces se deshidratan. Esto produce ese fenómeno de oxidación y muerte celular, lo vimos muy claro el año pasado. Entonces las cosechas tardías son cada vez más prejuiciosas”.

 

Medir y evaluar

 

Pamela Federici es mendocina y dedicó toda su trayectoria a la vid. Se formó en  viticultura orgánica y biodinámica, y trabajó en Australia, Francia, EEUU e Italia. Hoy emprende un camino donde trata de brindar soluciones  a través de su actividad en CREA e IndeGAP, una empresa con base científico-tecnológica,mediante la Investigación y el desarrollo para el sector agrícola. Desde ese lugar y ante el panorama inasible que pinta el clima, Pamela hace base en la necesidad de medir datos, hacer  mapeo micro climático de heladas, olas de calor, estado del cultivo, mediciones de eficiencia, monitoreos de sistema de riego, y sobre todo, el cuidado de la materia prima.

Pamela Federici
«Empezar a medir más y evaluar cuál es el camino correcto»

“El gran desafío”, explica Pamela, “es empezar a medir más y evaluar cuál es el camino correcto para asegurar la duración de cada cultivo en el tiempo. Lo que hacemos tiene que ver con ese agujero negro que no conocemos. Es ahí donde nos concentramos y relevamos datos para generar conocimiento que nos permiten una mejor toma de decisión. Los datos que tenemos son de los estudios que hemos hecho. Nadie tiene datos recientes porque el censo vitivinícola del I.N.V. (Instituto Nacional de Vitivinicultura) es previo a la pandemia. Cada vez hay más hectáreas abandonadas por falta de agua, por falta de rentabilidad. Nosotros queremos hablar del clima”.

 

“Hace cinco años”, prosigue, “me dedico a ver viñedos recién plantados y veo lo poco eficiente que están siendo, la cantidad de plantas que se están muriendo. Se están perdiendo porque subestiman totalmente el tema climatológico, hablando de frío específicamente para algunas regiones.  Y ese quiebre se da porque esas zonas no eran consideradas frías. Hoy vemos la presencia de  heladas cada vez más atípicas, eventos en febrero, o los primeros días de noviembre que antes eran totalmente infrecuentes”.

 

El diagnóstico

 

“Las previsiones respecto del cambio climático se están cumpliendo alrededor del mundo, y cada vez entendemos menos qué es exactamente lo que está pasando”, agrega Federici. “Pensemos solo el caso de Mendoza que depende de la nieve cada invierno para tener agua disponible. Los acontecimientos climáticos principales son el viento zonda, las heladas y el granizo, y todos estos suceden cada vez más en períodos fuera de la media histórica, por ende nos dejan descolocados y sin poder acompañar con prácticas adecuadas desde el manejo agronómico. En muchos casos no tenemos  antecedentes históricos, o sea que por lo menos deberíamos empezar a medir desde ahora como para poder contar con una foto actual y empezar a hacer el seguimiento, para predecir un futuro a mediano plazo. El desafío puntual que veo es la necesidad de elaborar estudios específicos respecto de todos estos acontecimientos. Me pregunto cuánto del gasto operativo anual de cada bodega está destinado a este tipo de estudios. Sumado a que hay poco o nada  en lo que a financiamiento se refiere”.

 

Pamela Federici
«Cada vez hay más hectáreas abandonadas por falta de agua».

Yo también me pregunto si los especialistas hacen además un paralelismo directo entre el cambio climático y la necesidad de manejar los viñedos de manera sustentable, algo que los mercados externos ponderan cada vez más. Pamela afirma que afortunadamente existe un estado diverso en este tema, aunque considera importante  invitar a todos los actores a que tomen conciencia de la necesidad de medir y estudiar en base a conocimientos para construir estrategias no solo sustentables sino preventivas de los posibles eventos climatológicos no esperados.

 

El concepto de sostenibilidad”, sigue argumentando Pamela Federici, “involucra tres aspectos: económico, social y ambiental. Y en todo ese mix estamos en medio de una buena crisis que provocará una selección natural de los actores de esta industria. La viticultura es una economía regional con muchísimos insumos importados, lo cual nos hace muchas veces poco competitivos en mercados internacionales. Sumado a la reducción que hoy atraviesa el aspecto comercial del vino a nivel mundial. También es complicado el requerimiento de mano de obra especializada, y la escasez de la misma para tareas como la poda,  el desbrote, el raleo, etc. Trabajos super específicos que pueden definir la producción de todo un año. Y esto se suma a poca disponibilidad de agua. Desde lo ambiental, comercialmente hablando, el consumidor exige cada vez más un tipo de  agricultura responsable, es un tremendo desafío y nos falta muchísimo por hacer”.

 

El futuro y las variedades

 

Charly García aporta sobre el agua. “Con respecto al uso del agua existen dos estilos de variedades, las anisohídricas y las  isohídricas. Las isohídricas son las tipo syrah, que son las que mantienen su potencial de agua y hacen fotosíntesis aunque no tengan agua; son variedades que se llaman suicidas porque no aguantan la sequía. Las anisohídricas, caso claro de la garnacha, o monastrell, o las variedades del Ródano, lo que hacen es cerrar sus estomas y aguantar mucho más el calor, no hacen fotosíntesis, por lo cual son las que maduran más tarde. Estas son variedades que les cuesta madurar en condiciones normales, pero son las que mejor aguantan esta situación, aunque también depende muchísimo la carga de la planta. Hoy Australia está yendo a este tipo de variedades españolas como el tempranillo, por este tema. Hay ciertos trabajos de tesis muy buenos que se están haciendo localmente”.

Charly García
Charly García:»sin materia prima no pueden hacer vino».

Para Federici la industria necesita tomar conciencia para salir adelante. Los líderes de las empresas deben sinceramente creer en esto como una necesidad, como una filosofía de trabajo. Comenzar a pensar en cómo llevar a cabo sus propósitos empresariales. Afirma que hay infinitos modelos a seguir, pero sin esta convicción de base, no será un asunto serio a largo plazo.

 

“Cambiar la mentalidad de las personas es lo más complejo de todo. Argentina tenía la particularidad de contar con mucha atomización desde el punto de vista de productores de uva, esto en los últimos años se ha perdido por la falta de asociativismo que tiene esta industria. Y no me refiero a la creación de cooperativas que puede ser de gran utilidad, sino a darnos cuenta que sin materia prima no pueden hacer vino. Hay que integrar a todos los protagonistas de la cadena y hacer sinergia dejando de lado el propio beneficio. Muchas empresas están implementando modelos de sustentabilidad, creo fundamental el diseño de políticas que consideren a los proveedores de materia prima así como al recurso humano. Medir y generar conocimiento para una mejor toma de decisión, no hay otra forma. No podemos hacer agricultura sin medir nada de lo que hacemos, es un mito que la vid es una liana y que puede a pesar de todo”.

Charly García
Charly García cree que «se ha perdido por la falta de asociativismo».

Y completa García: “¿Cómo contribuimos nosotros? con la adaptación de variedades y un tipo de agricultura que ayude a mitigar el daño climático. Una forma de esto es el secuestro de carbono en el suelo. Utilizar cultivos como tréboles, plantas tipo C4 y malezas como la cañota, así como aplastar la maleza en lugar de cortarla, ayudan a fijar más carbono en el suelo y evitar su liberación a la atmósfera. Esto reduce el efecto invernadero y contribuye a una economía hídrica. La madera es un gran secuestrador de carbono y asociar cultivos con árboles permite una mayor fijación de carbono. Esto genera beneficios tanto por la raíz como por la fijación directa de carbono en los troncos. La madera contiene una gran cantidad de lignina, lo que permite una alta captación del mismo. Utilizar sistemas de poda y promover las estructuras viejas favorece la resiliencia ambiental y evita la necesidad de cortar madera, lo que ayuda a mantener el carbono inactivo sin liberarlo al ambiente”.

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