Cuando Benoit Fitte tenía 5 años y jugaba en los viñedos de su abuelo en Armagnac, Santiago Achurra compraba el fundo Requingua, muy cerca de la ciudad de Curicó. Achurra tardó 30 años en poner aquel campo de 120 hectáreas en orden y tener el viñedo que se había propuesto para lanzar su propia marca. Benoit lo sabe, porque llegó en 1991, cuando tenía 25 años, para hacerse cargo de ese sueño. Había llegado a Chile con sus dos carreras, de enología y viticultura, Achurra era su vecino, producía vino a granel, también para formatos populares como chuicas y garrafas que vendía en todo Chile, y le hizo una invitación imposible de rechazar para su corta edad.

Cumplida la mitad de su vida al mando de los vinos de Viña Requingua, Benoit, rugbista hasta hoy, está ahora sumergido en una nueva etapa. Es lo que llamaría el reto de saltar el peldaño que va desde los vinos comercialmente exitosos, de envidiable precio calidad, como su Cabernet Sauvignon Gran Reserva Toro de Piedra, a hacer joyitas únicas. Benoit también sabe bien que hace 25 años no hubiera podido hacer esas joyas. La pregunta es ¿por qué entonces no y hoy sí?
Para entender lo que sígnica el salto, el enólogo nos menciona que la receta de los Toro de Piedra, con 13 vinos de diferentes variedades y variados orígenes, es tratar de preservar cada origen hasta la botella a través de un proceso simple: “sin micro oxigenación, sin maderas alternativas a la barrica, sin termo extracciones… No metemos cosas raras. Todos los vinos pasan por barrica menos uno, el sauvignon blanc”. Para poder hacerlo, explica, se construyó una bodega aparte de la inicial, donde se producen 20 millones de litros. Además, había que tener equipos de profesionales preparados, diferentes, porque no es el mismo trabajo. “Para mirar más arriba, tú ya no buscas la optimización de costos, buscas la precisión, y para eso necesitas equipo”.
Colección Diamante
Llegar a Colección Diamante, una nueva línea de vinos en esa misma bodega (ahora junto a apenas dos millones de litros), es la consecuencia de veinte años de trabajo. “Son plantaciones propias”, explica, “pero también son alianzas con productores de otras zonas porque uno no puede comprar terrenos en todos lados. Además, se trata de buscar lo que uno tiene en la mente, enfocado en el porvenir del producto, su destino. ¿Plantearte cuál es el propósito de esta plantación? El propósito para mí es lo más importante porque queremos que el vino llegue a las mesas de quienes gustan de vinos singulares y que aprecian la exclusividad”.

Benoit explica que cuando se refiere a exclusividad no habla de precio, “porque si vamos a la Colección Diamante vale apenas un poco sobre los 20.000 pesos la botella”. Son exclusivos, aclara, porque nunca van a ser más de cuatro mil botellas cada uno por año. “En Chile”, exclama con su todavía marcado acento francés, “hacemos vinos exclusivos y caros, el problema es que no podemos valorarlos porque todavía no logramos tener una imagen de productor de vino de calidad. ¡Mira qué país tan maravilloso es Chile! En términos de paisaje, diversidad de gente, diversidad de climas de cordillera a costa… Y detrás de eso, todos los productos que son tan increíbles. Los productos del mar y agrícolas, que regalamos a la exportación, como commodities. Cuando yo pago aquí una cereza de un calibre increíble, con ese dulzor, esa acidez, y veo el precio, digo ¡no puede ser!”.
Benoit, con los ojos bien abiertos, un metro noventa de altura, siempre de buen ánimo, con la alegría a flor de piel, regresa el foco a la Colección Diamante, y explica como Chile está trabajando desde hace años para dejar atrás los vinos que sólo son buenos, bonitos y baratos.
“Al inicio yo hablaba de una línea dinámica, porque cuando partimos, en 2018 tenía vinos increíbles, pero sin tener idea clara si los podríamos reproducir en el futuro, porque era sumamente importante que hubiera singularidad de la uva, lo que significa singularidad de los viñedos”.
Referencias de la colección
Detallando esa singularidad nos lleva a su Clarete Colección Diamante, mi favorito de la línea. Mezcla de dos uvas, una blanca y una tinta, propia para claretes bajo el concepto español. “Son dos uvas que vamos a vinificar de forma separada y después mezclamos para envejecer juntas. Entonces, primero tenemos un syrah de Sagrada Familia, Curicó. Viene del pie del cerro en el campo de Requingua, de un suelo franco arcilloso, rojizo, con exposición sur para que reciba sólo el sol de la mañana y así resguardar su carácter aromático. El chardonnay viene de las antiguas cenizas volcánicas de un viñedo que plantamos desde cero en Arquén, una zona intermedia entre el calor del valle central y los pies de la cordillera de los Andes. Ahí sí que tenemos singularidades en términos de suelos y de clima”.

Esta combinación lleva a tener un syrah de muy buena madurez aromática, fresco, con notas a frambuesa, del cual extraen el jugo que apenas coloreado se fermenta en barricas nuevas. Por otro lado, el chardonnay, cosechado temprano, se fermenta en acero. De rica acidez, salino, tensión en boca y expresión aromática, se junta con el syrah una vez terminadas las fermentaciones y juntos se siguen en los depósitos de acero y las barricas de madera francesa. El vino final, de un color guinda rabioso, tiene los aromas terciarios de la barrica que se mezclan junto a las notas de fruta. Su acidez lo lleva a tener un muy buen equilibrio con el dulzor que aporta la madera. Una delicia.
El Merlot Colección Diamante es de los regalones de Benoit, porque “es una variedad muy difícil en Chile. Plantado a pie franco, tiene un problema radicular que suele deshidratar la uva. El nuestro, sobre porta injertos, viene de una espaldera que fue plantada hace 20 años sobre lo que fue un lecho de río. Es un suelo especial, porque de un lado es bastante arcilloso, oscuro, y por otro lado hay bolones y arena. Con ambas uvas logramos tener muy buena fruta, después de bajar dos tercios los rendimientos de la planta antes de su madurez. Un trabajo muy importante para lograr la concentración. El vino 2022 se guardó 22 meses en barrica francesa nueva y logramos taninos delicados”.

Para elaborar el Pinot Noir Colección Diamante, encontraron la uva en el valle de Casablanca, sector Tapigüe, después de siete años buscando. “Queríamos tener un pinot noir con carácter. Habíamos plantado pinot en Arquén, pero no estábamos contentos porque no logramos la acidez suficiente y llegábamos a la madurez de forma muy rápida. En Mina del Agua empezamos a desarrollar un buen trabajo desde el manejo de la selección de los cuarteles. Así ,definimos un sector solamente para Diamante; está en una falda de cerro muy abrupta, de apenas media hectárea. El suelo es de granito, el típico en la costa, pero arriba tenemos una capa franco arcillosa. Es un viñedo que ya tiene quince años de plantación y logramos la madurez aromática bien anticipada, mientras tenemos una muy buena acidez. Hacemos un 50% de fermentación con racimo entero que le aporta más tensión en boca y es un estilo que me gusta. El vino tiene luego 22 meses de guarda en la esfera de concreto, en el Galileo, más un pequeño porcentaje que pasa por barrica”. El resultado es un pinot con mucha fruta roja, madura, notas a frutilla y, detrás, especias dulces, además de una muy buena tensión y acidez.
Ventajas y desventajas
Le pregunto recordando la conversación con su coterránea Laurence Real de L’Entremetteuse.
Ustedes tienen viñedos prácticamente en los valles más importantes de Chile, en Casablanca, Colchagua, Curicó, Maule. ¿Cuál es la ventaja o la debilidad de moverse en una constante búsqueda?

“Yo siempre lo he visto como una ventaja”, responde claro, “porque nos da la oportunidad de mostrarles más cosas. Tengo viñedos en siete valles, desde Casablanca hasta Itata. Eso te habla de la diversidad de Chile. Si pudiera, yo estaría sin duda trabajando desde el Atacama hasta Chile Chico. Lamentablemente no podemos tener pasta para todo. Para mí, con un solo origen, vas a estar siempre en el mismo cuadro, con tu estilo propio. Está bien, pero cuando tienes la posibilidad de demostrar que podemos hacer en Chile cosas tan diversas, tan entretenidas, creo que es bueno aprovechar y hacerlo. Obviamente, también hay que tener la capacidad financiera para hacerlo…”.
“Me encanta Itata”, continúa, “porque te encuentras con tantas sorpresas, tantos viñedos antiguos también amo mucho el secano costero del Maule, y no te puedes imaginar la belleza de Curicó. El lugar es increíble, pero lamentablemente todavía somos el último palo del gallinero, nadie nos pesca, pero te voy a decir que en 20 años más vamos a sacar en Curicó los mejores vinos de Chile. No tengo duda. Tenemos varios proyectos, en la zona de Sagrada Familia, en la precordillera, hacia la costa… Lamentablemente no tenemos el dinero para hacer un desarrollo más rápido. También tenemos en proyecto una nueva bodega al pie de la precordillera. Me encantaría algún día manejar esta bodega, por lo menos hacer una vendida, pero la situación está complicada para todos, al menos por ahora; ahí veremos. Lo bueno es que tenemos tiempo”.

Un ejemplo más del tiempo que hay en Viña Requingua. Aunque fuera de la línea Colección Diamante, está el Potro de Pierda Espumante Blanc de Blanc Brut Nautre. “Tuve la suerte de hacer una vendimia en Taittinger, la famosa casa de Champagne, de la que guardé muchos buenos recuerdos y amistades, y cuando llegué a Chile me metí en la cabeza que algún día tendríamos un buen espumante. Y en 2003, pensamos con Guillermo Achura (segunda generación de la familia en la viña) en buscar un predio dónde pudiéramos hacer un chardonnay para elaborar un buen vino base».
«En 2004 plantamos ese viñedo en Arquén, camino al lago Colbún (Maule Cordillera). Recién en 2014 hicimos nuestro primer vino base y en 2018 nuestra primera toma de espuma. En 2020 hicimos el degüelle (para limpiar el vino y darle su carácter con más o menos azúcar final). Imagínate, han pasado 16 años entre la plantación y la primera botella que lanzamos al público. Es muy difícil tener en tan poco tiempo un proyecto con ese propósito y pudimos lograr el estilo del vino, logramos de inmediato que tenga muy buenos puntajes, que tenga muy buena fama, todavía a nivel local, pero que todo se haga en menos de 20 años es mucho”.