El 9 de julio de 2009 quedará grabado en la memoria de los ciudadanos barceloneses porqué el Tour de Francia, la competición ciclista más importante del mundo, disputó una de sus etapas en las calles de la ciudad condal. Pero ése mismo día también se recordará por la etapa paralela que la asociación gastronómica Tour Gastronómico, más conocida como los «Casacas Rojas», organizó por los restaurantes de Barcelona.

Risas a carcajadas, buen ambiente, alguna que otra caída… pero sobretodo gastronomía y enología a raudales. Como la lluvia que acompañó al grupo durante todo su itinerario, pero no importaba, la épica haría que la gesta fuera todavía más grande. Un servidor, con la voluntad de ver la noticia desde dentro y pasarlo bien, se enfundó el maillot rojo creado especialmente para la ocasión para convertirse en un casaca más por unas horas. ¡Y como se lo montan! La cita era a las 9 de la mañana en el Mercado de Santa Caterina, en el restaurante Cuines. Unos 30 gastrociclistas se apuntaron al Tour, otros 20 prefirieron esperar al pelotón en el restaurante Rías de Galicia, punto final de la etapa con una mariscada de campeonato. En el emblemático mercado se cargaron fuerzas con cafés y bollería, gentileza del Grupo Tragaluz y de la casaca Rosa Esteva.


Después de pasar las pruebas antidoping, revisar las bicis y abrocharse bien los cascos, el grupo partió hacia el Velódromo, la nueva perla de Barcelona acabada de abrir. Este bar de toda la vida donde se decidieron importantes cosas en el pasado, fue el escenario del primer avituallamiento: Carles Abellán, responsable de la dirección gastronómica del local, nos obsequió con unas bravas de alto calibre y una gambita frita deliciosa. Llegaron los primeros porrones de cerveza. Mientras tanto, los casacas ya empezaban a pregonar su grito de guerra, que perduró durante toda la jornada: ¡FESTI-VAAALl! Muchos curiosos, hasta turistas, fotografiaban al grupo sorprendidos. Está claro que no pasamos desapercibidos.

A continuación, fuimos al Via Veneto. Es muy probable que haya sido la primera y última vez que unos clientes con esta indumentaria hayan pisado los salones de este olimpo del prestigio y la elegancia. La familia Monge, como siempre, dispensó un trato espléndido. El menú subió de tono: Gazpacho de Sandía (la mejor bebida isotónica para las duras rampas de la calle Ganduxer) y Cap-i-pota al estilo Via Veneto (sabor intenso, pura vitamina para seguir la marcha). Damm aportó su cerveza insignia, «Inédit».
Carles Gaig y Fina Navarro nos esperaban en la Fonda Gaig para seguir amenizando la fiesta. Antes de entrar, como en todos los establecimientos, tocaba aparcar la bicicleta en alguna pared y hacer la fotografía de rigor. Esta vez, Carles Gaig quiso participar activamente y no dudó en ponerse un maillot. Se sirvieron unas espectaculares Croquetas de ‘rostit’ y los imprescindibles Buñuelos de Bacalao.

Nos esperaba la bajada a tumba abierta por las terribles pendientes de la calle Muntaner, hasta llegar a las Ramblas y a una de las paradas más especiales: el Mercado de la Boquería. La entrada fue colosal: las pescaderas, fruteras, carniceros y todo el personal que se encontraba allí en el momento de nuestra llegada… se debió quedar a cuadros. Que 30 ciclistas uniformados lleguen al mercado, lloviendo sin parar y cantando, no pasa todos los días. La primera cita era la mítica pescadería Genaro, donde comimos unas fantásticas ostras y Foie Gras, gentileza de Avinova. El cava lo puso Can Duran. La euforia estaba tan desbordada que se añadieron dos paradas más que no estaban previstas. El Pinocho, donde su legendario propietario fue subido a hombros, y la Pastelería Escribà.

Ya sólo quedaba el definitivo esprint por el Paralelo, antes de coronar el puerto Rías de Galicia. Este tramo fue culminado con épica, ya que un chaparrón imponente cayó sobre nosotros. Sobre las dos del mediodía llegamos a Plaza España para comer una merecidísima Mariscada festival, servida por los hermanos Iglesias. Los vinos, excelentes, y la London Gin fueron a cargo de Vilarnau y el casaca Damià Deàs. Marc Calabuig, de ICC, puso la tónica Fever Tree.

Sin duda alguna, una actividad única en nuestro panorama enogastronómico.
Una vez más, los Casacas Rojas la han vuelto a armar.
¡FESTIVAAAAAAAL!