Una rarísima Guía Michelin de España y Portugal de 1910 a 9.000 euros y otra de Francia de 1900 a 27.000 euros, que parece mucho pero es poco (8.392 euros menos que lo que obtuvo el rematador, el año pasado, por otro ejemplar de la misma guía), marcaron los momentos estelares de la ritual subasta de guías y objetos Michelin, imán de coleccionistas.
Gabriel Pierre Gonzalez, experto y responsable de la subasta, estaba satisfecho sin embargo, en la tarde del 20 de julio. Porque, según él, “la pasión oscila pero no decae”.
Debe de tener razón porque esta subasta se repite todos los veranos, en el Hôtel des Ventes de Clermont Ferrand, en pleno centro de la ciudad, o a 4 kilómetros de allí, en el Casino de Royat, con la posibilidad de pujar a través de interencheres.
Además, una cofradía mundial de coleccionistas de la guía celebra sus reuniones en Clermont Ferrand y la hace coincidir con esta subasta, la mas importante del mundo de guías y objetos Michelin.
En la de 2023 brillaba con luz propia, en un total de 317 lotes, esa primera edición de la guía de la península ibérica, con sus 163 páginas y mapas de Barcelona, Lisboa y Madrid y una estimación de salida de entre 10.000 y 12.000 euros. Porque solo existen siete ejemplares en el mundo y dos de ellos están en Costa da Morte (Galicia) en casa de Antonio Cancela, uno de los más importantes coleccionistas del mundo.

Otra luminaria de esta subasta: esa codiciada Michelin France 1900 -hallada en el desván de un castillo de la región, por cierto-, y una colección de la guía roja de Francia, de 1900 a 1991, propiedad de un chef triestrellado.
Para fans de historia y espionaje, la de 1939, transmutada en 1944 en edición de la inteligencia estadounidense (no hay contradicción en los términos) para el desembarco aliado.
La inicial Guide Michelin France 1900, de la que fueron editados 32.909 ejemplares, se ha convertido en capricho de bibliófilos: en apenas dos décadas quintuplicó su precio, con último récord de 35.392 euros para el ejemplar subastado el 23 de julio de 2022.
La subastada este año partía con una estimación de entre 20.000 y 40.000€, “justificada por un impresionante estado de frescura” y porque “es un milagro, ya que no hay más de media centena en el mundo. Sepan que el chef Pierre Troisgros, gran coleccionista, buscó la de 1900 durante más de veinte años, hasta que la consiguió aquí, y era la primera que subastábamos, en 2000”, detalla Gonzalez.
Curioso: si un coleccionista pagó 27.000 euros por la 1900, otro, por apenas 8.000 euros más se llevó la colección de 80 guías (de 1900 a1990), de un chef.

Y solo 4.500€ le costó a otro un pedazo de la historia del mundo: un ejemplar de la Michelin France 1944. Raro documento histórico porque es una reedición de la Michelin France 1939 pero impresa, un lustro después, por el espionaje militar norteamericano (Military Intelligence Agency), para los oficiales con mando en el Desembarco de Normandía.
En fin, el récord de todos los tiempos en estas subastas lo conserva la Michelin France 1904, llamada correctora, que arrancó 41.580 euros, en 2021. Edición especial de solo 300 copias, distribuida en hoteles para que los clientes apuntaran sus observaciones sobre establecimientos visitados, el ejemplar que apareció hace dos años estaba considerado único en el mundo.
Es lógico que todo esto suceda en Clermont Ferrand, en el centro de Francia, de donde por otra parte salieron las Cruzadas. En esa capital de la Auvernia nació y tiene domicilio principal Michelin, la multinacional del neumático que hace 124 años ideó, para que el turismo gastara su producto, una guía de viajes por Francia.
Si el primer objetivo fue el de indicar garajes y talleres por las rutas del país, rápidamente los hermanos Michelin comprendieron que había que sugerir hoteles. Y como además de dormir hay que comer, primero bajo consejo de sabios y desde 1933 con una plantilla de inspectores, entraron en liza los restaurantes. Desde entonces, las estrellas, otorgadas o suprimidas, modifican el humor y las cuentas de los grandes cocineros.
Algo tenía esa guía ideada para vender neumáticos para no solo engendrar una poderosa editorial del género viajes (las posteriores guías verdes son referencia) y regir durante un siglo la cotización de los restaurantes gastronómicos, sino también para entusiasmar a coleccionistas–pioneros, los grandes chefs, que le ponían vitrina decorativa a su colección y todo lo relacionado con la publicación, como Bibendum, el muñeco a base de neumáticos que identifica la marca.