"La 'mamma' de los grandes chefs"

Redacción

|

7Caníbales cumple 5 años

El perfil de Roser Torras, directora de GSR y 7Caníbales, publicado por ‘La Vanguardia’

La periodista Mar Galtés publicó el domingo en la sección de Economía de La Vanguardia un magnífico perfil de Roser Torras, que nos ilusiona reproducir en 7 Caníbales, en una fecha tan señalada como hoy, quinto aniversario de nuestro portal gastronómico. Tal día como hoy de 2007, Roser Torras presentó 7Caníbales con este mensaje os enlazamos. Y a continuación comenzaron a escribir sus elucubraciones los Siete Caníbales fundadores: Xavi Agulló, Pau Albornà, Pau Arenós, Tana Collados, Salvador Garcia-Arbós, Cristina Jolonch y Toni Massanés (y más tarde Rosa Rivas), con Jordi Estadella como primera firma invitada, Fenando Huidobro, como colaborador más aventajado,  con Jordi Parra, como jefe de cocina,  y por supuesto, con Roser Torras, como La Mamma.

ROSER TORRAS, PROPIETARIA DE GRUPO GSR PRODUCCIONS DE GASTRONOMIA
Mientras hacía de enfermera en la Dexeus, se cogía días para hacer estancias con Arzak, Subijana, Arguiñano…

Los grandes cocineros se refieren a ella como “la mamma”. Roser Torras se acercó a ellos con curiosidad, para aprender, y con los años se ha convertido en su aliada. Es el alma de GSR Produccions de Gastronomia, empresa que organiza acontecimientos, y es la directora de uno de los congresos más importantes del gremio, el de San Sebastián.

“Roser ha conseguido que los congresos de cocina sean un referente en el mundo y que todo el mundo quiera ir”, dice Ferran Adrià. “Es una de las mejores del mundo en su especialidad”, añade Juan Mari Arzak, de la que dice que es “mi amiga del alma”.

«La ‘mamma’ de los grandes chefs» 0
Ilustración de Roser Torras elaborada por Gusi Béjer para ‘La Vanguardia’.

Roser era enfermera. Nació en l’Arboç hace 56 años, en una familia castellera y ganadera: sus hermanos cultivan las tierras y se dedican al engorde de corderos y terneros. Ella estudió en Barcelona y empezó a trabajar en la Dexeus. Entonces ya le gustaba cocinar. “Mi madre, mi tía, las abuelas, todas cocinaban. Los domingos podíamos ser veinte o treinta, siempre había cazuelas en el fuego”.

Con veintipocos años, ya vivía para la buena comida: “Viajábamos a Francia, quizá dormíamos en un camping pero comíamos en un 3 estrellas”. Se apuntaba a cursos de cocina, y un día le pidió al señor Julià, propietario del Reno –entonces 2 estrellas–, “si me dejaría ir unos días a aprender”. Y así empezó a pedir sustituciones en la Dexeus: para hacer estancias con Arzak y Pedro Subijana, después Arguiñano, Roteta, Neichel, Zalacaín. “Te ponen a hacer lo que toca. Uno me dio una caja de cangrejos de río vivos y me dijo: ‘sácale los intestinos’. ¿¡Cómo lo hago!? Tuve la suerte de que la gente me cogió afecto, aprendí mucho. Y leía y me documentaba”. Estaba quince días o tres meses, y después volvía a hacer de instrumentalista de quirófano, o en el departamento de anticoncepción. “En la clínica les hacía gracia: ¡una enfermera cocinera!”. Hasta el punto de que un año “me pidieron que preparara yo la cena del congreso de Ginecología, para 200 personas”.

En 1987, cuando trasladaron a Zaragoza al entonces su marido, abrió un paréntesis de tres años y medio en el que nacieron sus dos hijos. Pero no dejó la gastronomía: se había hecho socia de la empresa de foie de unos amigos, Coll Verd, de l’Empordà, y al volver a Barcelona cogió la dirección comercial. “En Francia había aprendido a cocinar los productos del pato. Iba por los restaurantes con una nevera, y según cómo veía al cocinero, le enseñaba a preparar el magret”. Al cabo de tres años fue a buscarla Isidre, de Ca l’Isidre: los propietarios de los restaurantes de más renombre de Barcelona –Via Veneto, Set Portes, Olivé, Botafumeiro, Gaig… – se unieron para promocionar sus locales y comprar mejor, en el Grup 25. “Me hicieron gerente. Aprendí las interioridades de los restaurantes. Entonces sí dejé del todo la enfermería”.

Y tres años después se materializó su idea de montar un grupo de servicios de restauración. GSR nació en 1994, con Fermí Puig y el diseñador Llenas: su primer proyecto fue repensar el restaurante del Majestic, y nació el Drolma, con Puig al frente. Roser continuó con GSR, e iba haciendo cosas, como la dirección de bodas de Gourmet Paradís o la comercialización en Catalunya de la guía de Rafael García Santos, que organizaba Lo Mejor de la Gastronomía en San Sebastián. Torras seguía yendo a jornadas de cocina, saludaba a todos los cocineros, “la gente te empieza a conocer”. Pasaron años, ediciones y fricciones, y finalmente el organizador del congreso, Diario Vasco, le encargó a ella la dirección. “Un congreso no sólo lo producimos, nos lo inventamos. Tienes responsabilidad ante quien paga, los asistentes, los patrocinadores y los expositores. Lo que hago tiene que ser muy serio”.

Y un congreso es la cocina de vanguardia, pero también señoras que hacen tortilla de patatas, productores y empresarios. “Tengo una empresa cojonuda, una gente fantástica”. Son doce, pero durante la Gastronomika mueven hasta 280 personas. Ha organizado también Barcelona Vanguardia, Andalucía Sabor, Mercat de Mercats o dos congresos de cocina española en California y Brasil. Lo suyo son los acontecimientos –“no hacemos cátering: hacemos cenas espectaculares” . Y también representa a cocineros o asesora a empresas. “La crisis es muy importante. Yo no me asusto, pero por primera vez estoy un poco con reserva”.

Siempre le ha rondado por la cabeza montar un restaurante. De hecho, muchos años atrás, llevó la cocina de verano del Tropical de Gavà. “Algún día lo haré… un restaurante en mi pueblo, especializado en carnes, con producto de casa… Yo soy muy arbocenca, y el Penedès para mí es importante”. Cocina para la fiesta mayor, igual que lo hace para muchos de estos grandes chefs que también son sus amigos. “Me han enseñado a cocinar los cocineros. Vienen a casa a menudo, ¿y qué les hago? Cosas que ellos no cocinen habitualmente: cocina tradicional, asados y canelones. La ternera dicen que me sale extraordinaria”. Y también dicen de ella, Adrià y Arzak y tantos otros, que es una luchadora contra las adversidades.

Porque Roser ha estado unos meses sin tocar las cazuelas. Ya llevaba un año de mala racha personal cuando, en junio, se le murió Pau, su Pauet. “Dije que no volvería a cocinar nunca más”. Su hijo mayor trabajaba en GSR, “creamos el blog 7Caníbales y estaba en un momento brutal”. Iba en moto por la Diagonal. Tenía 25 años. “Pero ahora he vuelto a la cocina. A Pau le gustaba la comida. Hablo mucho de Pau –y llora mientras lo dice–, pero tengo otro hijo fantástico, Marc. Yo estoy acostumbrada a los retos. Ahora el reto es superar la muerte de Pau –y se seca una lágrima con la punta del dedo–. Y volver a tirar millas…”.