El cocinero del momento reflexiona sobre la cocina creativa, nos cuenta su carrera hasta la cumbre, opina sobre la fama y acerca de la proliferación de programas de televisión dedicados a la cocina y nos revela sus platos favoritos
Tras esta entrevista me quedó claro que Jordi Cruz (Manresa, 29 de junio de 1978) tiene las ideas claras, que habla con desfachatez juvenil y que no tiene problemas con lo que otros opinen de él. Socio de los restaurantes Àbac, L’Angle y Ten’s con la familia González, jurado del programa ‘MasterChef’, que le ha valido saltar a la fama de tal manera que le paran en la calle, le piden fotos y autógrafos y le siguen a miles en las redes sociales. Hasta se sacó fotos con una joven cliente el día que hicimos la entrevista en el Àbac.

Un producto: El que esté en su momento, tenga alma y yo le pueda sacar un partido especial…
Un principio: Tengo muchos, el último que me viene es “No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”.
Un referente: Tengo muchos, pero Ferran [Adrià] es el que más ha hecho por nuestro oficio.
Un deseo: Seguir cocinando con el equipo que tengo y el restaurante con una buena entrada de clientes; con eso no necesito más. Salud para mí y los míos también se agradecería.
Una frustración: No hablar bien inglés… Si me voy a dormir sin saber algo nuevo de lo mío, ¡tampoco me levanto de muy buena hostia!
Un restaurante: Muchos, tengo uno para cada momento, estilo.
Una bodega: Gramona.
¿Cómo llegaste a ‘MasterChef’?
Supongo que encontraron un vídeo en Internet, alguna ponencia, alguna chapa de estas que se hacen en el oficio, y dijeron este chico es joven, no es feo y encima habla bien y es didáctico. Es el perfil que buscaban. Alguien les debía decir algo.
¿Sin casting?
No. Hicieron un montón de castings, ya que al principio no sabían a qué cadena iba ni cómo lo iban a plantear.
Pues TVE tuvo mucha suerte.
Mucha.
¿Y luego sí participaste en el casting del programa?
Sí, pero solo en la parte final: los últimos 50. Hubiera sido imposible estar en todo el proceso. Se buscaba que no supieran de cocina. El perfil gastronómico era lo de menos.
¿Cómo llegaste a la cocina? ¿Lo tuyo es vocacional o accidental?
Totalmente vocacional. A los siete años sabía que sería cocinero, lo tenía clarísimo. No pensaba, ni mucho menos, en ser un cocinero reconocido…
De hecho, no se llevaba lo de las celebridades en la cocina.
¡Qué va! Era mi afición y quería hacer oficio de mi hobbie. Y así ingresé en la Escola Joviat, de Manresa, a los 11 años y pico.
¿Y cursaste toda la enseñanza de cocina allí?
Ni acabé… No, porque vino un tipo y me dijo: «oye que hay un puesto en L’Estany Clar, en Manresa».
¿En qué año?
Pues, a ver, no había cumplido los 14… Tengo 36 años, calcula tú mismo…
Y tuviste la estrella…
A los 24 años.
En 10 años…
No, porque estuve un año y pico de camarero.
¿Pero no estudiabas cocina?
Sí, pero pidieron un camarero y yo tenía claro que estudiar era para encontrar trabajo. Esto es un oficio artesano. Hasta los 15 y pico iba los fines de semana, hasta que un día pidieron un cocinero y les dije «yo, yo, yo…».
¿Y la formación culinaria?
De la cocina, de estar en los fogones.
Un punto de instinto, un punto de intuición, un punto de self-made man y un punto de ver como los otros cocinaban…
De oírlo, ya que desde Berga era difícil ver.
¿Y en casa cocinabas?
No, porque mi madre y mi abuela eran grandes cocineras, que dominaban a la perfección la cocina casera. Allí aprendí a cocinar la escudella, los canelones, el gazpachito…
Y a los 15 te lanzaste…

En el restaurante vi que había 30 filetes para mí y en la escuela uno por cada 30 niños, y me dije que «de cocina se aprende en la cocina». En la escuela me lo pasaba pipa, estaba muy bien, había aprendido la base importantísima de las salsas y lo demás, pero en un fin de semana de restaurante aprendía lo que con dos meses de escuela. Y me dije «lo que tengo ganas es de trabajar». Y luego, la propiedad del restaurante L’Estany Clar dijo «¡Falta un cocinero!». Y yo les dije «¡Yo soy la hostia!» Mentira: lo que no tienes de experiencia lo tienes de morro. Y con 18 años ya fui jefe de cocina de L’Estany Clar.
Y a los 24, estrella… Y no mucho más tarde marchas a L’Angle, lo que, imagino, no gustó mucho a L’Estany Clar.
Tres años después voy a L’Angle, porque en Berga ya había tocado techo. Yo, en L’Estany Clar, estuve muy bien porque me dieron las herramientas, una cocina, la posibilidad de desarrollarme, pero trabajábamos mucho los fines de semana, con banquetes y tal, pero entre semana la cosa estaba floja.
¿Lo entendieron?
No lo entendieron, a pesar de que intenté hablar bien con ellos, pero han cortado cualquier tipo de relación. Y yo sencillamente notaba que no avanzaba. No era una cuestión de pasta; no había clientes ni rotación. Y hice diana, ya que las cosas en L’Angle marchaban rápido.
¿Y en Barcelona?
Si en L’Angle las cosas pasaban cuatro veces más rápido que en El Estany Clar, en Barcelona 10 veces más.
¿Y en el Món Sant Benet, han entendido tu marcha a Barcelona?
Sí. Sí, porque fui muy franco. Les dije «Quiero luchar por la tercera estrella Michelin y necesito que L’Angle esté cerca, necesito mimarlo, que yo me pueda acercar, pero que yo pueda centrarme en el Àbac. Y piensa que he trabajado en Sant Benet cinco años picando piedra como un cabrón, con lo que la deuda de confianza está pagada; además les ofrecí la posibilidad de ayudarles y me dijeron que adelante.
¿Quieres ser el primer tres estrellas de la ciudad de Barcelona?
Nos gustan los retos. Y creo que Barcelona merece más de un restaurante de tres estrellas, porque mi restaurante merece una alegría, porque curran mucho, y porque la propiedad se merece reafirmar la apuesta que hicieron conmigo.
¿Te han visitado los de Michelin?
Muchas veces.
¿Crees que te van a castigar tras tu polémica con David Muñoz de DiverXo?
No, ¿por qué? El tema de David es sencillo. En una entrevista el 31 de diciembre me hicieron preguntas mil y, entre ellas, una con un poco de intención: Que si yo creía que la Michelin podía utilizar otros criterios mas allá de los gastronómicos. Lógicamente, que seguro sólo usan criterios gastronómicos, me permití añadir una opinión personal, bajo mi punto de vista, si es cierto que son más que una guía y, allí donde plantan una estrella, hay una afectación a nivel turístico. Sería lógico pensar que traten de equilibrar estrellas en todo el territorio Español y, especialmente en una época de crisis como ahora, pienso que pueden sentir esta responsabilidad y lo veo lógico. La gran cagada por mi parte fue poner el ejemplo de Madrid: Que si han perdido las olimpiadas; que si el turismo les ha bajado un montón; que si Iberia comprada por British… Sería lógico tratar de mejorar las cosas, no? Lo dije en clave puramente turística. Ni pensaba en las tres estrellas y mucho menos en David, pero como el titular de la periodista fue “Jordi Cruz dice que Michelin ha tenido un trato especial con Madrid”, ya la tenemos liada. Es lo que tiene decir según qué cosas en los tiempos que corren: No puedes abrir la boca ni para dar opiniones que están muy alejadas de la política… Y David disparó antes de preguntar y se desató nuestra polémica, por lo que al día siguiente lo llamé y le dije lo mismo que te he dicho a ti y ya está, lo pilló a la primera y tan amigos. Yo no tengo problemas con ningún cocinero; a lo mejor alguno los tiene conmigo, pero que le vamos a hacer. Me preocupa mi camino; el de los demás, pues, es el camino de los demás.
Y L’Angle, ¿Que me quede como estoy o, si te dan más, perfecto?
¿Sabes cuál es el problema? Que L’Angle ya está bien así como está. Lo que pasa es que cuando hayan caído las tres estrellas aquí, estoy seguro que desearemos la segunda para L’Angle; es que si no, nos aburriríamos. La razón es que somos inquietos.
Llevas mucha marcha…
No se me acaba ni a tiros la marcha.
Puedes definirme tus cocinas.
Sabes qué pasa, que tú puedes hacerlo distinto, pero, al fin y al cabo, la cocina sigue siendo la misma…
Y ahora no me vengas con el rollo de que solo hay dos clases de cocina: la buena y la mala.
Está claro que hay la chunga y la buena…, pero siempre intentamos dar lo mejor de nosotros mismos y es lo único que hacemos. Tú tienes una evolución y una manera de entender las cosas, de manera que un plato de hace un año no tiene la misma historia hoy con los mismos ingredientes. Por lo tanto, la cocina de L’Angle, aunque sea diferente, tiene una línea similar a la de Àbac, ya que tienen el mismo chef. Pueden tener productos diferentes… Quiero decir que puede estar cocinado como en Àbac por ser merluza y puede tener un fondo tradicional, pero pensado por mí; sigues los mismos parámetros de calidad y de forma de hacer que en el Ábac. Por lo tanto hablamos de la misma cocina, pero tiene tres puntos de vista distintos. L’Angle es más de tradición, de producto, de algo que no se trabaja en el Àbac, pero con técnica, porque soy muy técnico. El Ten’s ofrece la posibilidad de poner en carta las tapas y creaciones de pequeño formato, que no podía ir como plato. Y Àbac es lo último que hago, pienso, mi vanguardia creativa.
¿Hacia dónde piensas que debe ir la cocina?
La cocina tiene que ir hacia tradición y creatividad a partes iguales.
¿Qué tradición: la tuya?

Todas las tradiciones. A mí me gusta la buena cocina, ya que cualquier país tiene cosas que aportar. En este sentido, Ferran Adrià nos ha enseñado que la buena cocina está en todo el mundo y de todas partes puedes sacar una idea. Si yo hago un bun no voy a mirar la receta del chef más vacilón, sino la receta tradicional. Primero la tradicional, como punto de partida, y luego todas las recetas evolucionadas, y ya extraeré mi conclusión. Aquí hay dos conceptos: el concepto del plato que tú vas a comer 30 veces al mismo restaurante y sigue gustando y deseas volver. Y el concepto del plato sorpresa, que me indigna un poco, porque sale la gente y dice «¡Ay! Ya lo he visto». Y, ¿qué quiere decir que ya lo ha visto? Un plato para que sea un gran plato ha de sorprender, ha de estar técnicamente increíble, el producto…, todo lo que tú quieras, pero ha de ser suficientemente plato para que te apetezca 10 veces sin cansarte. Esta cocina basada en la sorpresa me indigna, porque te metes en una carrera que te condena al fracaso, ya que las ideas, no es que se acaben, sino que no hay tantas.
Bueno, pero Ferran te sacaba cincuenta año tras otro…
Sí, pero hoy por hoy El Bulli está cerrado como restaurante y, si abre, solo será por unas semanas.
¿Ves algún sucesor a Ferran Adrià?
No. Date cuenta de una cosa. El Bulli nace en una época en la que las comunicaciones se generalizan, con muchas cosas para aplicar, y todo esto ante un tío muy inteligente, al que le hay que sumar la genialidad y las ganas de currar. Está en el lugar y en el momento preciso de la historia para realizar una revolución. Porque estoy seguro que en la India ha nacido más de un Ferran Adrià, pero en la India no se dieron las condiciones de aquí. O África… El Bulli barrió en todo en maquinaria, que solo se usaba para no sé qué fuera de la cocina, o determinados productos que solo se usaban en determinados ámbitos de dentro o fuera de la cocina.
Ciertamente, El Bulli abrió las puertas para que todo se relacionara con la cocina.
Ellos estuvieron cinco años en los que el desarrollo de la técnica no era lo importante, sino poner la técnica o el producto encima de la mesa. Por lo tanto, ¿cómo quieres que nazca Ferran Adriá, si él y su equipo ya lo barrieron todo? Es que no hay nadie hoy mismo… Tal vez dentro de 100 años cuando hayan salido muchos nuevos productos y se hayan consolidado otros muchos, y haya nuevas técnicas y tecnología.
¿A qué te refieres?
Hay cosas que no voy a utilizar hasta que sean normalizadas, mientras exista el riesgo que la gente lo vea como cosas raras. Hablo de determinadas frutas que pueden tener su origen en el laboratorio y prefiero que todo haya quedado claro. Me gusta mucho lo natural y me gusta poco ir a contracorriente, aunque las cosas forzadas no me gustan. Y creo que la cocina con más futuro puede tener mucho rock’n’roll, pero necesita unos cimientos muy sólidos. Le llamemos tradición, información acumulada, tu propia evolución o como queramos. Sin embargo creo que el plato del mañana nace del de hoy y del de ayer y del anteayer. Y me gusta que el cliente diga «¡guau!». Y aquí en el Àbac tenemos cuatro o cinco platos que hace más de un año que están y que me sabe mal dejarlos porque son espectaculares y que desearía que dentro de 100 años estuvieran en un libro de recetas. Por lo tanto, el plato efímero, el de la sorpresa, el de ¡ay, mira!, ahora todos a hacer un aire helado… Una vez visto este aire helado, ¿qué?
Ya que has hablado de lo natural, ¿qué piensas del Kilómetro cero?
Entiendo que puedo defender la filosofía del Kilómetro cero, del Slow Food, como el tío más protector, pero no con radicalidad. Tengo que escoger siempre el mejor producto, por lógica, por estacionalidad, ya que si estoy cerca de un campesino, de un pescador, un ganadero, un verdulero, un frutero o un pescadero no hay nada mejor que me informe de los productos de proximidad, de cuando están en su mejor momento, la mejor época, el mejor producto al mejor precio y a la mejor calidad. Pero eso no quita que no pueda tener vainilla de Madagascar, o una lima kéfir de Tailandia… Porque yo he ido a Italia y me han dado la bulla con el producto y tal, y les dije «vainilla» y ellos dijeron que ni hablar porque no es de Italia.
Si nos pusiéramos así, nos quedaríamos casi sin nada, comenzando por la pimienta, el pimentón, el tomate, el chocolate, el arroz o el café. Y este rollo ya cansa.
Claro. Es una visión cerrada como el que defiende la cocina tradicional como lo mejor y lo demás, mierda. Yo estoy con el buen producto y por supuesto el mejor es el que te llega antes, el menos viajado, el que no ha subido a ningún avión. También hay que tener una conciencia ecológica: no traeré espárragos de Chile, ya que prefiero el espárrago de aquí cuando es el momento. Y puedo ser un perezoso al que no le gusta tocar la carta y tiene espárragos todo el año y los importa de Chile, que no son tan buenos y han viajado miles de kilómetros en avión y esto es contaminar por contaminar. Con esto quiero decir que el discurso de la proximidad está muy bien, pero con límites. Lo de la lima kéfir llegada en barco lo veo distinto.
El debate es largo y con tantos matices como productos que pueden viajar en barco, sin dañarse y mejorando, como la carne, y otros que son una capricho caro, como algunas frutas…
Como la cereza… Cuando hay la del Jerte, que durará un mes, voy a por ella. Yo hablo con mis proveedores y les pido que me avisen a un mes vista. Así también tengo un tiempo de pensar el plato y servirlo cuando llegue el producto en su mejor momento. Y cuando termina ponemos otro. Hay que trabajar a la avanzada y pensar en la estacionalidad.
¿Cuántos de tus platos desearías que trascendiesen?

Hay muchos.
Dime tres.
Mira. Quiero pensar que aún no he realizado mi mejor plato, ni por aproximación. Y puedo decir que algunos son muy buenos.
Pues dime uno.
Te tendría que decir 10 de los que me siento muy orgulloso.
Pues dime 10.
El concepto del huevo, como los trabajamos. Esferificación de huevo, el huevo con oro, el huevo con ibérico, el huevo con parmentier, limón y caviar y muchos más… Es un plato que hemos hecho evolucionar. Jamás es el mismo plato. El Steak tartare helado, los curries, sea el de almejas o el de erizo de mar, que es espectacular.… Insisto que no hablo de un solo plato, sino del concepto que hemos evolucionado desde nuestra perspectiva. Cualquier plato con criofiltrado, que es una técnica que hemos utilizado mucho y que hemos desarrollado nosotros al cien por cien.
¿Y esto qué es?
Es la obtención de líquidos clarificados mediante el frío.
¿Dónde lo desarrollaste? ¿con la Fundació Alícia cuando estabas en Món Sant Benet?
¡Qué va! En L’Estany Clar… es una técnica que llevamos trabajando desde hace 12 años. Nace a raíz de las bodas, de los botes helados con jugo de cabrito. Cuando se descongelaban, se separaban en dos fases, una limpia y una sucia. Y vimos que pasaba algo. Si tienes una manzana verde y quieres una agua de manzana verde que no se oxide, coges manzanas verdes, rompes las fibras, las congelas en placas, lo dejas descongelar y el agua que cae ha bloqueado la enzima oxidativa. Y sacas una agua blanca que no se oxida y que no ha tenido ningún proceso térmico. Y eso lo hemos aplicado en crudo, en uvas, melón… El Bulli hacía una agua de melón transparente con la centrifugadora, pues nosotros con melón congelado. O un agua de pimiento o de bróculi…
¿Sabes si alguien más ha usado esta técnica?
He visto algo similar porque nos han visto… Es como las texturizaciones de aceite: Paco Roncero hizo un trabajo paralelo similar del que surgió su espagueti de aceite, en 2006-2007. Y pasó a ser el cocinero del aceite… Pues mírate Cocina con lógica, de 2005, la de texturizaciones que hay, no solamente espaguetis. Todos sumamos y todos pensamos y eso es genial. El aceite no puede ser trabajado en proceso térmico y nosotros lo hacíamos en frío. Por eso es importante publicar, porque hacemos I+D+I y tenemos cosas nuestras. Mira, mi equipo pregunta siempre «¿esto lo ha hecho alguien?»
¿Qué es hacer cosas nuevas en la cocina?
Un tomate es un tomate. Lo mágico es que todos cocinamos con las mismas herramientas y con la misma materia prima para sacar algo distinto y sorprender, a base de nuestras ideas, nuestra experiencia y nuestra ilusión. Luego vienen lo de las variedades de tomates…
¿En Món Sant Benet, con la Fundació Alícia, aprendiste algo?
Muchas cosas, muchas. En el tema de las alergias, de las intolerancias y de todas estas cosas aprendí tanto que hoy te podría hacer una ponencia tranquilamente. Aquí puede venir cualquier vegetariano, celíaco o intolerante a la lactosa que le podemos preparar lo que sea y garantizado. Tenemos mucha visión de la cocina saludable. Por ejemplo, en el restaurante no tenemos freidoras: no hace falta, aunque no significa que no te haga algo frito, pero siempre con un cazo de aceite limpio, que solo reciclo si he frito una patata, pero que suelo tirar después de usarlo.
No tienes freidora, pero tienes microondas.
Tengo microondas, por supuesto. En Alícia hay muchos estudios. Mira, coges un bol le pones dos patatas, film y en 12 minutos tienes una escalivada fantástica. Ahorras tiempo, energía y la gente puede comer asadas rápidamente. Y es una tecnología que va bien y saludable. Otra cosa es llevar un microondas pegado en la oreja.
Ya lo traemos puesto; estamos rodeados del microondas.
Entre el teléfono móvil y las torres esas.
Para ti, ¿vale todo en la cocina?

Todo lo coherente. Cuando se desarrollaron los aditivos que se utilizan hoy, ¿qué le dijo Ferran Adrià a Pere Castells? Pues que extrapolase todo lo que se utilice en la cocina pero que sea de origen biológico. Otra cosa es que la gente encuentre el nombre complicado. Ácido ascórbico es un nombre feo, pero cuando le echas limón a las alcachofas, lo que te interesa, lo sepas o no, es la vitamina C o ácido ascórbico, lo demás sobra. Lo que pasa es que si vas al grano y usas ácido ascórbico en vez de limón te tendrás que preocupar por la dosificación y lo tendrás que conocer de la A a la Z y ponerle un gramo por litro, porque eres un profesional.
¿Hay algún producto que hayas renunciado a cocinar?
Sí. Los insectos. Me dan asco y no lo haré nunca. Será proteína, pero cuando veo que chocan en el parabrisas y sacan un jugo verde, pienso que no puede ser algo bueno.
¿Para ti qué es la gastronomía?
Es como una afición, como un hobby, como el cariño por las cosas realmente buenas. Es lo que separa la alimentación del placer de comer. Entiendo que la gastronomía es lo que nos separa de las bestias, es el paso más allá de la alimentación.
De todo lo que has comido, que es lo que más te sorprende.
Un brioche y el hojaldre. Piensas a quién se le ocurrió lo de las capas para hacer un mil hojas… En el mundo de los postres, coges azúcar, harina, leche y huevos, lo mezclas en la proporción que te apetezca y seguro que estás realizando una masa de un pastel tradicional de cualquier pueblo. Ponle grasa, piel de limón, lo que quieras… y siempre están buenos.
¿Tienes un plato que repitas mucho, recurrente?
No tengo ningún plato recurrente, ningún plato que me vuelva loco. Me gusta mucho comer. Llego a casa hay una lechuga larga, oreja de burro, un aceite arbequina bueno y sal… y ya está.
¿Qué piensas de los prohibicionistas, del foie gras, por ejemplo?
Puedo entender algunas prohibiciones, pero lo más importante es reivindicar prácticas coherentes, ya que hay elaboradores de foie que lo hacen muy bien y no son unos criminales. Si cuando compramos un bogavante en vivo y lo tenemos que matar en vivo, porque de lo contrario queda deshecho, no lo marcamos nosotros, sino el bicho. ¿Qué pasa por matar un bogavante en vivo? ¿Sufre tanto el pato para hacer un foie? Mueren comiendo, lo que nos gustaría a ti y a mí. No creo que sea la práctica más animal. Me parece mucho peor una gallina enclaustrada tres o cuatro meses poniendo huevos noche y día. Yo intento que el bogavante no sufra, del mismo modo que un elaborador que tiene los patos enclaustrados, donde las ratas les comen el culo es un guarro mal nacido. Si trabajas foie gras, te tienes que gastar la pasta con un productor que se lo curre y mime el producto, y ame al pato. No lo compres a un mayorista al que solo le importe el precio y que produce a saco.
Bueno, bonito, barato no existe.
Y tienen que haber dos productos: el producido a gran escala para alimentar a la población, sostenible, bien hecho y tal, y el de pequeño productor consciente, que tiene un precio. Hay que entender que la gamba congelada de supermercado es distinta a la gamba que pescada hoy mismo, tratada con cariño una a una y comida en la cena o mañana en el almuerzo. Es la diferencia entre 0,15 y tres pavos la pieza. Esas diferencias la gente debería conocerlas.
Faltan consumidores exigentes con mucha cultura gastronómica.
Mucha. Se tendría que enseñar en la escuela. ¿Qué nos separa de Francia e Italia? Que allí la gente entiende y hasta sabe las temporadas de los productos. Aquí tenemos que esperar que la gente deje de decir que la gastronomía es una moda. El día que el pueblo llano lo valore y sepa cocinar una buena pieza en su casa, aquel día habrá dejado de ser una moda.
¿Qué hay que hacer?
‘MasterChef’ es un buen ejemplo, ya que no hemos hecho alta vanguardia, que habría sido lo fácil. Sin embargo, hemos hablado de Ferran Adrià, de Joan Roca, de productos de DO, del suquet y de las esferificaciones, de las verduras. Y la gente ha visto que se puede aprender de cero hasta ser una persona formada en poco tiempo.
Te hiciste muy famoso en ‘MasterChef’, me fijé en tu crecida en las redes sociales.
Me piden autógrafos, fotos, entrevistas y se estremecen y chillan cuando me ven. No lo entiendo porque llevo 20 años picando piedra en la cocina y en tres meses hice más nombre que en 20 años de oficio. Tienes tanta fama de golpe que sales en la revistas y te emparejan. Hasta han dicho que tengo un lío con Eva González.
¿Y hay algo de cierto?
Es una falsa noticia y somos muy amigos. Hasta han sacado fotos que nos hemos hecho haciendo el tonto, ya que son muchas horas de rodaje… Si el programa fuera en Telecinco hasta saldríamos en el ‘Sálvame’.
Eso es el precio de la fama.

Es carbón para alimentar la insaciable hoguera de las vanidades.
La tele es muy potente.
Lo es y tenemos que aprovechar lo positivo, por lo que tenemos que convertir en la herramienta que hablábamos antes para la difusión de la cultura gastronómica y la cocina.
El apostolado de ‘MasterChef’.
Es una herramienta bestial que demuestra la gran inteligencia de los ingleses. Y nosotros que tenemos las herramientas para triunfar no lo hacemos, y luego le quitan las ayudas económicas a Alícia, un centro singular que posiciona el país en el mundo.
Y de ‘Top Chef’, ¿qué opinas?
Es la antítesis de lo que hacemos. ‘MasterChef’ lo podrías asociar a ‘Operación triunfo’.
¿Y de ‘Pesadilla en la cocina’?
Son rollos distintos; ‘Pesadilla en la cocina’ está muy bien para explicar los casos extremos de las cocinas profesionales. Y mi querido Chicote es un bestia y una bestia…
Dos minutos después viene el jefe de sala y le comenta que hay una chica en una mesa que quiere sacarse una foto con Jordi.