La Academia Catalana de Gastronomía y Nutrición organizó un acto de homenaje a Juli Soler por su contribución a la gastronomía del país en el Palacio de Pedralbes de Barcelona ayer noche. El acto lo presidió Teresa Jordà consejera de agricultura y acción climática y contó con la presencia de Ferran Adrià, Javier Torres, Fina Puigdevall, Joel Castanyé, Josep Monje, Carme Ruscalleda, Javier de las Muelas, Joan Carles Ibáñez, David Seijas y Agustí Peris que fue sumiller de elBulli y Carles Gaig. Carme Ruscalleda, que llevó a cabo la tarea de Briagadier, fue la encargada de presentar la cena, junto con los miembros de la Academia Catalana de Gastronomía y Nutrición.
Los actos de homenaje son una iniciativa que la Academia comenzó hace siete años con el objetivo de destacar la trayectoria de las personas que en el pasado han contribuido a la cultura y cocina catalanas, dejando un legado gastronómico imposible de borrar. El homenaje de este año recayó en Juli Soler quien cambió las normas del juego en una sala de un restaurante de tres estrellas Michelin, elBulli, considerado cinco veces el mejor restaurante del mundo, cuatro de ellas consecutivas. De su legado inacabable destaca el descubrimiento y promoción de Ferran Adrià. Soler y Ferran crearon elBulli y fomentaron el movimiento culinario que allí surgió.
“Este es uno de los días más importantes por la Academia, junto con los Premios Nacionales, porque hoy homenajeamos un personaje irrepetible de la cultura gastronómica de nuestro país, un genio, un referente internacional incomparable como Juli Soler”, afirmó Carles Vilarrubí, presidente de la Academia Catalana de Gastronomía y Nutrición durante el homenaje.
Juli Soler, resiliencia y capacidad de lucha
Juli Soler y Lobo, nació en Terrassa el 31 de mayo de 1949. Sus padres, la Paquita y Juli, maître de hotel, influirían fuertemente en él, inoculándole sus dos pasiones en la vida: la restauración y la música. A los 13 años ya se inició en el mundo de la restauración con Miquel Rístol como ayudante de camarero en el Gran Casino de Terrassa. Los retos no le dieron nunca miedo y con tan solo catorce años ya hizo su primera estancia fuera de casa, como ayudante de barman en el Chalet del Golf de Puigcerdá, un lugar especialmente exigente por la refinada clientela que, en aquellos años, frecuentaba el establecimiento. Lo ayudó mucho haber aprendido de sus padres, a quienes ayudaba en un balneario clásico de Terrassa.
Superada la prueba del estricto Chalet del Golf, se incorporó al no menos sofisticado Reno, en Barcelona, donde pasó un año hasta que decidió acompañar a sus padres en la aventura de regentar el restaurante de la fábrica de material eléctrico Josa, actualmente conocida como BJC. Juli Soler fue siempre capaz de enfrentarse a todo, asumir retos difíciles e, incluso, compaginar más de uno a la vez. Vinieron los años de la música, hizo de DJ, colaboró asesorando y dirigiendo locales musicales e importante discos de rithm&blues, soul y rock que vendía en su tienda Transformer. En el año 1980 finalizó la aventura de Transformer y decidió cambiar de vida. No fue un cambio deseado, sino una muestra de la resiliencia y capacidad de lucha frente a la adversidad después de haberse arruinado.
Un personaje irrepetible de la cultura gastronómica de nuestro país, un genio, un referente internacional incomparable como Juli Soler”.
Juli Soler, el promotor de los Rolling Stones de la gastronomía
El año 1981, los propietarios de elBulli, Marketta y Hans Schilling encargaron a Juli Soler la creación y dirección de un proyecto que abriera una nueva etapa en el restaurante. Asumió el reto, como director y jefe de sala en un momento social convulso – el país acaba de sufrir un golpe de estado y aparecía el síndrome del Aceite de Colza, que pone debajo sospecha la cadena alimentaria-. En este contexto, asumir el liderazgo de un restaurante de nivel requería mucho coraje, una virtud infinita e inabarcable en la persona de Juli Soler.
El proyecto, diseñado y dirigido por Soler, se acabó siendo un modelo de éxito y superó todas las expectativa. Con Yves Kramer en la cocina en una primera etapa, fue con Jean-Paul Vinay con quién ganó la segunda estrella. En el año 1990 adquiría la propiedad del establecimiento con Ferran Adrià, con quien ganó una tercera estrella, que no perdieron nunca.
Tal y como explica su familia, sentarse en la mesa con Juli era un show. Vivía tanto la gastronomía que transformaba la comida más normal, en un servicio sofisticado. Servir, cuidar al cliente y aplicar una liturgia, hace que las elaboraciones tengan mejor sabor, pero fue Juli quién, a sabiendas de todo esto, fue capaz de inventar un nuevo concepto de restaurante, dinámico, cómodo e informal.
Como entusiasta del rock se autodenominó «el promotor de los Rollings Stones de la gastronomía». Fue su instinto para captar talento, la capacidad para descubrir el don que se esconde detrás de cada persona el que hicieron que, sin ser chef, Juli se convirtiera en el restaurador más significativo de nuestros tiempos. Prefirió sacar todo lo que podía de sus materias primas que trabajar con las últimas técnicas. Según su propia opinión, los buenos productos obtienen todo lo que necesitan de la naturaleza, de forma que la fórmula perfecta son simplemente ingredientes de primera calidad con una cocción adecuada.
Vía Veneto en honor a Juli Soler
Juli Soler se formó también en el restaurante de la calle Ganduxer, bajo la tutela de Josep Monje, otro referente que perdurará generaciones. Allí adquirió el gusto por el servicio sofisticado que, posteriormente, reinterpretaría a su manera. Soler era un gran amante de las naranjas. A partir de noviembre, cuando llegaba la temporada y uno de sus hijos no las pelaba bien, los decía “no os está quedando bien, tendríais que ver como lo hace el señor Monge, con él aprendí yo”. Y es por este motivo que Vía Veneto fue el encargado de definir y servir la cena degustada durante este homenaje.