El nuevo Kiro Sushi: sólo seis comensales y sin alcohol

Félix Jiménez cambia de ubicación para mejorar la experiencia del cliente con un trato más personalizado y la suya como cocinero

César Álvarez

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Durante muchas noches, Félix Jiménez salía a caminar –una de sus aficiones– al término de su jornada laboral en Kiro Sushi* (Logroño). Lo hacía por el placer que le producía caminar en silencio y en solitario, pero también porque buscaba un nuevo espacio para seguir desarrollando su sueño.

 

«Hacía ya un tiempo que veía que los diez comensales que tenía en la barra de sushi del local de la calle María Teresa Gil de Gárate eran mucho para lo que yo quería hacer. Mejorar la experiencia del cliente, y también la mía, pasaba por un trato más personalizado», apunta el alma del Kiro Sushi.

 

«Me replanteé una reforma del local, pero no era mío sino alquilado y preferí afrontar un cambio más profundo». Así que durante muchas jornadas anduvo por la ciudad para buscar un nuevo emplazamiento para su restaurante y lo encontró en el número 15 de la calle Emilia Pardo Bazán.

 

Y ahí abre este 25 de julio sus puertas el nuevo Kiro Sushi. Un establecimiento en el que se respira espiritualidad desde que se cruza la puerta de madera de más de 350 años que Félix recibió como regalo de su padre y que ha sido tratada con pintura y otros materiales envejecidos para presentar una obra de arte que permite entrar en contacto con el budismo a través de un tirador directamente llegado de la India.

 

Después el comensal avanzará por un pasillo de luz tenue, donde el ambiente le bajará las pulsaciones antes de llegar a la espectacular sala donde se presenta la barra de sushi (una sola pieza de madera de roble) que acogerá a seis privilegiados comensales: «Soy muy perfeccionista y sentía que tenía que ser así. Ahora voy a dedicar el tiempo del menú en lugar de a diez a sólo seis personas, mejorando su experiencia como cliente y también la mía como cocinero».

 

El nuevo Kiro está orientado a amplificar la experiencia sensorial del cliente: «El cuerpo se relaja con la oscuridad. Ahora se vivirá una experiencia más profunda» y en esa experiencia no tiene cabida el alcohol. «No lo critico, pero creo que no ayuda en estas circunstancias porque distorsiona la realidad del momento. El alcohol no aporta lo que yo quiero que llegue a Kiro, por eso no habrá ni el habitual vino Akemi, sólo agua y té», explica . «Al principio – arguye- todo comienza bien, pero conforme avanza la comida y se bebe más, se rompe el equilibrio que busco».

 

Decoración Kiro Sushi
Decoración del antiguo Kiro Sushi

 

La oferta gastronómica no diferirá mucho de la que ya se ofrecía hasta pasado el día 1 de mayo en el local de María Teresa Gil de Gárate, donde Kiro Sushi abrió sus puertas el 15 de octubre de 2015 y consiguió su Estrella Michelin sólo unos meses más tarde. Se podrá disfrutar de martes a viernes en horario de cena (a las 20.30 horas) o los sábados a la hora de la comida (14.00 h).

 

Las codiciadas reservas irán acompañadas del pago completo del menú (150 euros) para que nadie caiga en la tentación de no acudir a la cita y dejar algún hueco en el recogido salón donde se sirve el sushi que el alfareño elabora ante el comensal.

 

Ese único servicio diario de martes a sábado permite a Félix Jiménez poder conjugar la experiencia laboral con su actividad vital y mantener la calma espiritual necesaria «y también al resto del equipo», apunta quien subraya el valor de los compañeros de viaje. «Desde el principio me acompañan dos personas más en el restaurante y para mí son dos personas vitales que me aportan equilibrio. No podría trabajar diariamente con alguien que me desequilibrara», explica.

 

Y en esa misma línea están los proveedores y asesores que ha tenido en el proceso creativo del nuevo Kiro. Desde los pintores a los carpinteros «que han hecho un trabajo sensacional con la madera», comenta, pero incide especialmente en el decorador que ha dirigido la transformación del local en el actual Kiro Sushi: «David da Cruz ha sabido captar la locura que yo tenía en la cabeza.

 

Tenía que estar igual o más loco que yo para captar lo que yo quería, y lo ha conseguido. Ha estudiado el mundo japonés para poder aportar ideas al restaurante».

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