“Hasta ahora, Francesc Macià era conocida por el Sandor. A partir de ahora, espero que también por Camarasa”. La reconocida frutería barcelonesa acaba de abrir local en la plaza Francesc Macià, en el que ha acometido una reforma “para devolver el esplendor a su fachada” y plantear “una experiencia gastronómica”. Porque Camarasa abre las puertas de un espacio que alberga una frutería, una quesería, una rosticería, una charcutería y, sobre todo, un restaurante. Con esta apertura, la plaza más mítica de la Diagonal, el punto de encuentro de la zona alta de Barcelona, gana un atractivo gastronómico.
Porque esta plaza, aunque poco caminable, siempre ha sido un lugar relacionado con el ocio gastronómico, restaurador, al menos. Allí se inauguró el que fuera uno de los primeros fast food de la ciudad, el Pokin’s (1978), que congregó sobre todo en los 80 a jóvenes que empezaban su ruta nocturna. El Pokin’s, que contaba con entrada por la calle Calvet y que ahora es una farmacia, compartió momentos de gloria con el gran embajador histórico de la plaza. El Sandor abrió sus puertas en 1944 y ha continuado casi ininterrumpidamente ejerciendo de catalizador del entorno. Pocos barceloneses, ninguno de la zona alta, hay que no se hayan sentado aunque sea una vez en esa terraza. O en las mesas de La Oca, otro clásico de la acera de enfrente.

Pokin’s cerró a mediados de los 90; La Oca, en 2007; Sandor sigue vigente de la mano de Grupo El Reloj; ahora se suma Camarasa. Francesc Macià sigue latiendo. El Upper Diagonal barcelonés tiene un nuevo punto de encuentro. Más cuando el Ayuntamiento le autorice la terraza de 90 plazas pedida. Espacio tiene, también montacargas directo desde la cocina y un grifo de cerveza en la parte exterior de la fachada. Por lentitud en el servicio no será.
“Conseguimos el local –hasta 2021, zapatería Padeví- y tuve claro que si entrábamos debía ser a lo grande, para convertir esta esquina en un emblema de Barcelona”. Marc Taribó, tercera generación de Camarasa Fruits, ha reconstruido la fachada recortándola un metro y devolviéndole el color y forma original, combinando un beige claro -en sintonía con el resto de la fachada- con cerramientos y ventanas en negro. Manteniendo, eso sí, las dos columnas de estilo dórico que presiden la entrada. Ya lo hacían a mitades del s. XX cuando el local lo ocupaba el restaurante Mery; también cuando en 1961 cogió el relevo la perfumería Magda, también cuando lo hizo Padeví en 1987.

Vinos o quesos, de la tienda a la mesa
Ahora esa esquina vuelve a acoger un local de restauración, pero un local poliédrico, de 350 metros cuadrados, con una frutería en la entrada (core business de Camarasa) que se convertirá en coctelería por las noches, una rosticería visible desde la calle en la que deben volar los pollos para llevar, una quesería y charcutería en el piso inferior, que se transforma en sala privada –con entrada y baño independiente- también cuando acaba el horario comercial, y una tienda de productos gourmet y vinoteca, que ejerce de continente para un restaurante de cocina non stop, que se nutre de todos esos espacios.
“Queremos que sea un negocio vivo, que se transforme”, explica Taribó, nieto de María Camarasa, quien inició el negocio con un ultramarinos en la plaza Adrià en 1959. Se transformará e interactuará porque el cliente puede pedir que se le cocine todo lo que está a la venta en retail. “Tenemos una carta de producto que funciona, pero queremos ser un restaurante vivo, que mama de una frutería y charcutería, por lo que el comensal puede pedir a su gusto, que se le haga tal producto de la vitrina de tal o cual manera”, explica el propietario. Se avecina trabajo a cocina. Saben dónde están.
La lógica de servicio sigue con los quesos (casi 400 variedades) o los vinos. Camarasa Francesc Macià cuenta con un vinoteca en el piso superior, donde el cliente del restaurante puede escoger botella previa comida, para disfrutarla en mesa añadiendo 6€ de descorche. «Con los vinos de gama alta, te puedes ahorrar mucho dinero», advierte Taribó. Lujos de tienda gourmet. Sello del nuevo Francesc Macià.
