Con bombos y platillos, en una gala de premiación que reunió a buena parte de la elite gastronómica nacional, la Guía Michelin dio finalmente a conocer su veredicto, anunciando qué restaurantes de la ciudad de Buenos Aires y de Mendoza obtuvieron su codiciada estrella. La expectativa previa era alta, los rumores eran varios, las apuestas circulaban con rapidez. No es para menos: es la primera vez en la historia que la guía francesa desembarca en Argentina, comenzando con un rally latinoamericano que en los próximos meses sumará a Brasil (donde no estaban presentes desde 2020) y a México.

En esta primera edición la guía otorgó dos estrellas Michelin a un único restaurante (en Buenos Aires), dio una estrella Michelin a otros seis (dos de Buenos Aires, cuatro de Mendoza), sumó siete distinciones Bib Gourmand (todas en Buenos Aires) y otros 57 lugares aparecen como recomendados (Buenos Aires tiene 42; Mendoza, 15). Por último, anunció dos premios especiales (Joven Chef a Tomás Treschanski; Mejor Sommelier a Martín Bruno) y concedió la estrella verde Michelin a otros siete restaurantes, destacando el compromiso que tienen por una gastronomía más sustentable.
Durante la premiación hubo llantos de emoción, decepciones, cuchicheos y susurros que se oían entre los presentes. Una mayoría lamentó la -difícil de explicar- ausencia de Gran Dabbang (del cocinero Mariano Ramón) en todos los listados; varios esperaban más estrellas (con favoritos en apuestas previas como Mishiguene, Crizia, Elena, Marti, Mercado de Liniers, Anchoita), otros más se sorprendieron de que Mendoza tuviera más restaurantes con estrella que Buenos Aires.
Aramburu, ganador indiscutible
El indiscutible ganador de la noche fue Gonzalo Aramburu, chef y propietario de Aramburu, único elegido como dos estrellas del país. Los aplausos fueron unánimes: hace más de una década que Gonzalo viene afinando su propuesta de menú degustación, trabajando en silencio en técnicas y productos locales con sensibilidad y compromiso. Con una filosofía nacida en la tradición nacional, estaba descontado que Don Julio conseguiría también su estrella, y así sucedió: con el cocinero Guido Tassi conmovido en el escenario y con Pablo Rivero aplaudiendo con orgullo, este restaurante es el único de los elegidos por Michelín que está por fuera del estereotipo del fine dining europeo.
Trescha en cambio fue una sorpresa: no sólo obtuvo una estrella sino que su chef (Tomás Treschanski) fue galardonado como Cocinero Joven del año: con su laboratorio del primer piso y el salón armado de manera exclusiva alrededor de una barra para 12 personas, este restaurante se posicionó en los pocos meses que lleva de abierto dentro del pequeño ámbito de la alta gastronomía nacional.

Mendoza marcó la delantera con cuatro lugares: Azafrán era el más esperado, por la constante búsqueda de Sebastián Weigandt de lograr un menú donde productos y tradiciones locales se conjuguen a través de su mirada, en un menú que nunca olvida al comensal; Brindillas fue otra sorpresa: a pesar de ser de los primeros en Mendoza en ofrecer menú degustación de alta cocina, su chef Mariano Gallego cultiva un bajo perfil lejano a focos mediáticos y listados internacionales. A esta selección se sumó el exitoso Casa Vigil (dirigido por el chef Iván Azar), favorito de los miles de turistas que cada día llegan a Mendoza en búsqueda de sus vinos y paisajes; y el pequeño Zonda Cocina de Paisaje como ejemplo de restaurante de bodega (está dentro de Lagarde, de la familia Pescarmona) que ganó su estrella de la mano del cocinero Augusto García y de una huerta propia y orgánica.
Bib Gourmand y estrellas verdes
Los Bib Gourmand son restaurantes que ofrecen una gran relación precio calidad; en una Argentina económica para el mundo, esta categoría es hoy difícil de definir y en algunos casos de diferenciar de restaurantes recomendados por la guía que también cuestan menos de 20 dólares por una comida. De todas maneras, en estos Bib los inspectores secretos se permitieron elegir opciones más jóvenes y relajadas, todas en Buenos Aires. Allí está Anafe (de los cocineros Micaela Najmanovich y Nicolás Arcucci), Bis Bistro (la propuesta casual de Gonzalo Aramburu), Mengano (con la reescritura del menú porteño de la mano de Facundo Kelemen), Caseros con su apuesta al bodegón en San Telmo, también los deliciosos sabores italianos de La Alacena (de Julieta Oriolo), Reliquia manejado por tres jóvenes chefs que muy rápido posicionaron a este lugar entre los indispensables de la ciudad, y la sorpresiva inclusión de la parrilla República del Fuego, donde Patricio Pescio deambula entre el tradicional asado argentino con gestos contemporáneos.

Otro punto importante de la noche fue la entrega de la Estrella Verde Michelin, premio transversal (se puede sumar o no a otros reconocimientos) destacando el compromiso del restaurante por la sustentabilidad: un listado compartido entre Mendoza (Casa Vigil, Zonda Cocina de Paisaje, Riccitelli Bistró) y Buenos Aires (Don Julio, Crizia, El Preferido de Palermo, Anchoita).
Hay mucho por entender de la selección hecha por la guía francesa, en especial dentro de la categoría recomendados, donde se mencionan lugares de ganado prestigio por la prensa local así como a otros menos esperados, en un variopinto grupo donde hay alternativas vegetarianas y carnívoras, elegantes y casuales, exclusivas y populares, de sabores locales y del mundo. Ahí aparecen Niño Gordo, Basa, Buri Omakase, Kōnā Corner, Mishiguene, Crizia, Na Num, Raggio Osteria, Sál, Chuí, Gioia Cocina Botánica, Marti, La Carnicería y tantos más.
Vendrán ahora semanas de polémicas, de discusiones, de festejos, de dudas y reproches. Mientras tanto los inspectores de Michelin seguirán yendo a comer, valuando según sus miradas siempre subjetivas, comenzando a diseñar la edición 2024. En el mientras tanto, el mejor consejo para cada restaurante es que se siga enfocando en lo más importante: apostar a un comensal contento, que disfrute de una buena comida.
La lista completa de estrellas, Bib Gourmand y recomendados ya puede leerse en el sitio oficial de la Guía Michelin.