Lo global y lo imaginario

Cristina Alcalá

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Global es una palabra que te llena la boca de aire, como cuando se intenta hinchar un globo. Será porque, y por definición, hace referencia al “globo terráqueo”, o quizá porque se asemeja a un fluido en forma gaseosa, el aire. En cualquier caso, el concepto de globalidad me parece abstracto y confuso. ¿Puede ser la cultura del vino global?, ¿quién o qué marca su globalización?

Hace unos meses escuché a un profesional español definir el  “gusto USA”: vinos afrutados, de color intenso, graduación media-alta y por debajo de los 20€. Un pensamiento global dirigido a la venta. Lo que allí son 20€, en Alemania son 6 y en otro país 10, 4 o 40 euros.

¿El precio marca la globalización?, ¿global es igual a comercial? Más bien, pienso que el precio genera lo masivo y fragmenta el mercado, en nichos donde se prima el factor económico y la estandarización. Lo interesante de todo esto es la otra cara del globo. Frente a lo masivo, lo autóctono, la marca de prestigio. Vinos que también tienen su nicho, no marcado por los euros, ni por las ventas masivas (ni falta que hace), sino por lo local. Porque lo local puede llegar a cualquier rincón del mundo, esta es la gran revolución.

Entonces, ¿será que lo global es el gusto? Sin duda, no. Si sabemos que un vino puede producir distintas sensaciones según la persona que lo esté degustando, si introducimos la variable “factor cultural” de cada país, me imagino que la cosa se complica, y mucho. Lo que a un chino o un noruego le puede parecer agradable y exquisito, seguramente que a un australiano o argentino se encuentren alejados de ello. La educación sensorial es un factor decisivo. Y la educación no es global.

Menos imaginario que la manida globalidad, es la segmentación de mercados. Una realidad sobre la que el mundo gira. Un ejemplo gastronómico básico. Igual que existen hamburgueserías: por precio, gusto, edad, localización, seguridad… también hay restaurantes: por otro precio, otro gusto, otra edad, otra experiencia… Y los dos modelos conviven. Y otro ejemplo de un producto global por excelencia, la Coca Cola, ¿acaso no existen versiones de spots publicitarios dependiendo del país de emisión?, y eso que se supone que su sabor es universal.

Lo masivo y lo selecto

El mercado del vino oscila entre lo masivo y lo selecto.

Lo masivo/global representa la franja más ancha del mercado. Principalmente por cantidad y precio, aunque hay otro factor que no se puede obviar, el éxito mundial del concepto de variedad (es mucho más fácil recordar una uva que una marca). ¿Globalización o estandarización? En una línea más fina se encuentra lo selecto, lo diferente, el éxito de la marca y del origen. Ambos extremos se necesitan y retroalimentan.

En esta pirámide representada por los distintos nichos de mercado del vino, los consumidores, en plural, desde abajo hacia arriba aspirarán a escalar, desearán conocer para entender, intentarán superarse para llegar a la cima. El consumidor es aspiracional. Recordemos la pirámide de Maslow y su teoría de la jerarquía de las necesidades y deseos más elevados que los seres humanos desarrollan.

¿Es acaso la gastronomía una gran cocina global?

“No hay nada más universal que lo local genuino”. (Secuestro la frase del escritor Xavier Castro)

Pueden leer más artículos de Cristina Alcalá en su blog persponal: www.cristinaalcala.com