Bodegas Montecillo fue fundada en 1874 por Celestino Navajas. Con anterioridad solo existían en La Rioja, las bodegas Marqués de Murrieta fundada en 1852 y Marqués de Riscal que data de 1858, con lo que a Montecillo le cabe el honor de ser la tercera bodega riojana más antigua.

Su primera bodega se instaló en el centro de la población de Fuenmayor, una de las localidades con mayor producción de vino de La Rioja. De esta población se exportó vino a Burdeos, en 1867, durante la plaga de la filoxera que afectó a todo el viñedo bordelés, destrozando toda su producción. Los vinos se transportaban en unos fudres de madera de 17.000 litros hasta la estación de Haro de donde partían por línea ferroviaria hasta Burdeos. Es lo que hoy se denominaría el corredor ferroviario atlántico, riojano-bordelés. Existe y puede admirarse, este ferrocarril, en la rotonda de la plaza de la estación frente a Bodegas Muga, vale la pena.
Asimismo en Fuenmayor a finales del siglo XVIII se fundó la Real Sociedad Económica de Cosecheros que viene a ser lo que es ahora el Consejo Regulador de los Vinos de La Rioja
¿Por qué saben tan bien los riojas en La Rioja? Es una frase que he oído mil veces y que expresa el sabor peculiar que tiene este vino en esta tierra. Un buen amigo, dentista de profesión, me dice que fuera de aquí ya no saben igual. «No es verdad» le digo, «es la sugestión, la ilusión de probarlos aquí, en una cata. Y ya no digamos en la bodega, donde los suaves aromas de madera de las barricas -la mayoría eran fabricadas por las propias bodegas-, adquieren estos aromas a tostados, a vainillas que se mezclan con los frutales. Y esto ocurre sobre todo en otoño, que solo viendo las hojas de los arboles, la belleza de sus colores -en especial los marrones, los verdes los ocres- nos influye para después en la bodega saborear mejor este vino».
Bodegas Montecillo me envió una invitación para una comida con vinos de sus bodegas en el restaurante 5 Jotas en la rambla de Cataluña de Barcelona. Allí conocí a la enóloga Mercedes García Ruperez y a Mariangel Lezama responsable de marketing y manager de vinos. Bodegas Montecillo y el restaurante 5 Jotas pertenecen al grupo Osborne así como el extraordinario jamón 5 Jotas, uno de los mejores del mundo.
Durante la comida cada plato maridaba con un vino de Bodegas Montecillo por lo que además de una comida fue una deliciosa cata de vinos. El aperitivo era a base de jamón 5J del año 2011 servido por un experto cortador que nos dio a probar las diferentes partes del jamón: babilla, de mayor intensidad; punta mayor, persistencia, y maza la parte más jugosa, acompañados de un fino Quinta de Osborne.
Un entrante a base de tostas de steak tartare de solomillo de buey fue maridado con Montecillo Crianza 2012. Es un vino de una muy buena añada. De color cereza, predominan sus aromas a frutas frescas, con notas de especias. También están presentes las notas de la madera procedentes de su crianza, en barrica francesa y americana. En boca es suave penetrante, muy fino y sabroso.
Para unas croquetas de jamón 5J y unas albóndigas de carne ibérica se escogió un Montecillo Reserva 2010. Este segundo vino que catamos tiene 90 puntos Parker que avalan su calidad. Destacan unas notas ahumadas y de especias picantes. Es fresco, con muy buena acidez y en boca predominan los sabores de fruta negra. Se aprecian notas minerales y de tostados.
Como plato principal una fabada con civet de jabalí acompañado de un Montecillo botella magnum Gran Reserva 2001. Ideal para el civet, toda una joya. Un gran reserva con historia: la añada 2001 es reconocida como gran añada moderna. Son excelentes sus aromas a frutos rojos, tostados y a compota. En boca es fresco, fino, largo, complejo y con un hermoso y largo final.
Y para concluir una presa ibérica de corte transversal, sabrosísima, como nunca había comido una, deliciosa; le acompañó un Montecillo en formato Magnum de 1994. Es posiblemente su mejor añada junto a las míticas 1955, 1964 y 1975. Tempranillo 100%, color rubí, capa media, limpio y brillante. Es un vino con una nariz intensa, denota fruta madura con notas de madera y balsámicos. En boca es seductor, elegante, me gustan sus notas de incienso y a regaliz. Puedes dejar la botella abierta varios días y aún así mejorará.
A la salida del restaurante me invitaron a visitarles y, pocos días después, aprovechando un viaje a la Rioja pude conocer la bodega.
En una preciosa tarde otoñal me esperaba Mercedes García Ruperez, enóloga de la bodega.
Sus instalaciones, ubicadas en Fuenmayor, tienen una superficie de 22.000 m2. Alcanza una producción, en una buena añada, de unas 4.000.000 de botellas, de ellas un 63% son para vinos de crianza, un 20% de reserva, un 10% de Gran Reserva y un 7% para blancos. Cuentan con 88 depósitos de acero inoxidable y otros 55 subterráneos de hormigón. En 2009 concluyó la ampliación y la remodelación de la bodega donde se ubican 22.000 barricas en la planta subterránea, ventilada, sin temperatura forzada entre 13º y 14 º donde impera un ambiente tranquilo y fresco, ideal para reposar las botellas hasta el día de su salida al mercado.
Mercedes nos enseñó las últimas tinas que han adquirido en Italia, llamadas Ganimede, destinadas a la fermentación de vinos. Tienen una capacidad de 100.000 litros y creo que son las únicas en este país. Nos descubren sus últimas incorporaciones al mercado, vinos blancos a base de viura y sauvignon. Seguimos visitando la bodega, en especial su maravillosa sala de barricas con su techo de hormigón visto y especialmente la sala del botellero manual.
Al salir de la bodega nos acompañaron al centro de Fuenmayor para visitar la parte histórica de Montecillo, del año 1874, famosa por su “calado” y su botellero con añadas históricas.
Un calado es una cueva donde, en el pasado, el vino seguía su proceso de envejecimiento a temperatura y humedad constante. Entrar en un calado es conocer y admirar la historia viva de esta región. Nos explica Mercedes que este calado es del siglo XVI y en él se guardan las más antiguas botellas de Montecillo, perfectamente conservadas. Cuando se admiran estas botellas tan antiguas, algunas centenarias, pienso en el placer de beber una que coincida con tu año de nacimiento, el mío hace más de 60 años. ¡Que emoción y que ganas de vivir muchos años!