La bodega navarra presenta la segunda añada de su Chivite Las Fincas, un rosado “muy blanco” elaborado sin uvas blancas y junto a Juan Mari Arzak. Su presentación contempló también un repaso por algunas de sus colecciones más representativas, una buena prueba para evidenciar que los vinos buenos envejecen mejor.

Añadas desde 2004 a 2015; blancos, tintos y rosados; una cata por colección dirigida por el director enológico de la casa para demostrar el paso del tiempo en un mismo vino, para demostrar que un buen blanco envejece mejor que un tinto, que un buen vino dará felicidad diferente, independientemente de cuando lo cates. La bodega navarra Chivite seduce porque puede y aprovecha para presentar la segunda añada de su nuevo rosado, “el rosado de la casa del rosado”, el Chivite Las Fincas 2015, un vino con color que sabe a blanco elaborado a partir de uvas tintas. Bendita enología.
Cierras los ojos y bebes un blanco intenso, muy frutal. Los abres y ves rosa en la copa, delante de una botella Magnum que Chivite ha creado sólo para esta nueva añada de su rosado estrella, el que salió tras una sobremesa de Julián Chivite, el patriarca de la familia, y el chef Juan Mari Arzak. “Queríamos el mejor rosado, también el más complicado de elaborar”, comenta Julián, pues para erigirlo se utilizan las uvas más maduras de sólo las variedades garnacha y termpranillo, dos uvas tintas que se trasnforman en rosadas tras un “proceso complejo”. “El resultado vale la pena, y sin utilizar uvas blancas”, asevera Julián. Para el postre, para la soledad, para la compañía, para celebrar la complejidad de un vino.

El Chivite Las Fincas 2015 precedió en la cata a las dos Vendimia Tardía (1999 y 2010) con los que la bodega cerró la comida. Dos vinos de moscatel, dos semi licores que sirvieron de colofón. El enólogo de la casa, César Muñoz, guió una cata para evidenciar el paso del tiempo en el vino, y su efecto en su crecimiento. “Los grandes blancos envejecen mejor que muchos tintos”, aseguraba Muñoz mientras degustaba una trilogía de Chivite Colección 125, un blanco de tres añadas distintas (2005, 2012 y 2013) de uva chardonnay, “muy bien adaptada a nuestro terruño”, en este caso a la Finca Legardeta que la bodega tiene cerca de Estella.
Tras añadas diferenciadas por su sabor, por la cantidad de grasa o por su amabilidad. “¿Cuál os ha gustado más?”, preguntaba. Bonito ejercicio. ¿A quién quieres más, a tu padre o a tu madre? Simplemente son gustos distintos. Pasaba lo mismo con los Reserva de su Colección 125 en tinto, pero con matiz: el más antiguo es un coupage con tempranillo, merlot y cabarnet sauvignon; los otros dos son monovarietales de la uva más popular, “la más fiable”, asegura Julián. Pese a la diferencia de edad, cada uno presenta un rasgo que le hace único y, en mayor o menor medida, “todos tienen recorrido para almenos diez años”, comentaba.
La tercera trilogía presentada cambiaba de región y se situaba en los viñedos que Chivite posee en la Rioja Alavesa. Los Conde de la Salceda Reserva 2007, 2009 y 2010 despiertan matices y aúnan conclusiones: “Da igual la añada, es un vino actual”. Es la virtud de amar lo que haces y trabajar con los mejores. Que más allá de uvas, puedas hablar del paso del tiempo sin miedo, sólo con opiniones. Es un pacto con el diablo, o la demostración que el trabajo no entiende de caducidades. Lo probaremos ahora con el regalo de Chivite y Arzak, el rosado de botella imperial. La guinda de una cata legendaria.

Chivite Las Fincas 2015
Botellas de 75 cl.: 9,90€
Edición limitada de 800 botellas Magnum: 30€